Lula recibió al Secretario de Estado de Estados Unidos en Brasilia luego de las tensiones con Israel tras la comparación del presidente brasileño que emparentó el holocausto con las acciones militar en la Franja de Gaza que suman casi 30 mil personas muertas.
Este posicionamiento terminó con Israel declarando personas no grata a Lula y Brasil retirando al embajador y presentando una denuncia por genocidio ante la Corte de La Haya.
Fuentes cercanas al encuentro confirmaron a LPO que este fuego cruzado y el enojo israelí con Lula no tuvo lugar. "Desde EEUU le bajaron un poco el tono, también, sin dejar de decir que no comparten lo dicho por Lula", afirma un importante funcionario de Brasilia.
La mirada es compartida del lado de Washington y sugieren que Biden no le estaría incomodando que existen voces relevantes que se posicionen de esa manera, ya que, como reveló LPO, la distancia entre la Administración Demócrata y Benjamin Netanhayu es cada vez mayor y en Estados Unidos verían con buenos ojos un cambio de gobierno cuando el conflicto entre en pausa.
Blinken paró en Brasilia para visitar a Lula antes de su viaje a Río de Janeiro donde se encontrarán los cancilleres del G20. En esa escala, el jefe de la diplomacia estadounidense dijo a medios locales que el Gobierno de los Estados Unidos "obviamente no está de acuerdo con los comentarios del Presidente Lula" y destacó que ya han sido "bastante claros" respecto a que no consideran que en Gaza se este cometiendo un genocidio.
Estados Unidos no tiene intención de "disciplinar" a Lula en este sentido porque quiere reforzar su alianza dentro de un continente convulsionado y sin una hegemonía clara en la paleta ideológica de gobiernos latinoamericanos.
Como adelantó LPO, Biden valora el papel que jugó Lula en la mediación con el chavismo de Nicolás Maduro y espera que sea un garante de la estabilidad, ante el amague de avance de Venezuela sobre Guyana. Además Estados Unidos es el principal inversor de Brasil.
Por eso, en el frente externo no hay ningún costo y Lula puede seguir jugando este papel. Por el lado del costo interno, la dura postura del jefe de estado con Israel envalentonó al bolsonarismo justo en la previa de un acto convocado para el próximo sábado como respuesta a la investigación judicial por el intento de golpe que Bolsonaro y sus aliados lo consideran como una "persecución" del gobierno y el poder judicial.
En ese marco, un grupo de 122 diputados opositores presentó un pedido de juicio político contra bajo el argumento que las declaraciones configuran un crimen de responsabilidad, al cometer un "acto de hostilidad contra otra nación extranjera, lo que expone a Brasil a una potencial guerra y compromete su neutralidad".
Según la Constitución de 1988 para que un pedido de juicio político se inicie, primero debe ser abierto por el Presidente de la Cámara de Diputados, luego ser analizada por una comisión especial y, en caso de verificarse un potencial crimen de responsabilidad, pasa al plenario de la Cámara Baja, donde debe ser votado por dos tercios de sus miembros, para finalmente repetir el mismo procedimiento en el Senado.
En el día de ayer, el Presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, afirmó en el plenario del Senado que las palabras del Presidente Lula fueron "equivocadas e inapropiadas", y que "merecen una retracción y un pedido de disculpas".
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Pero al margen de los procedimientos, lo que dispone la apertura de un juicio político es la correlación de fueras con el Congreso y la relación de Lula con Arthur Lula está lo suficientemente estable como para que esto no pase más allá que la expresión de deseo de la oposición radical en el Congreso.
El rol del presidente de la Cámara de Diputados es sostener al gobierno a cambio de cajas y lugares en el Gabinete. Así fue Rodrigo Maia con Michel Temer y Jair Bolsonaro y Arthur Lira con Bolsonaro y Lula. El antecedente de Dilma es la excepción a la regla por tres motivos: su imagen estaba por el piso, Dilma no quiso ayudar al entonces presidente de Diputados Eduardo Cunha en un causa judicial en su contra y el partido de Cunha, el MDB de Michel Temer, fue parte de la conspiración contra su gobierno.
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