“Si esto todavía no se rompió es porque estamos aguantando lo inaguantable”, fue la frase que eligió un dirigente muy cercano a Felipe Solá para intentar graficar la pelea por las listas con Francisco De Narváez, quien entusiasmado por las encuestas reclama más espacio para los suyos y deja la alianza en una grave situación de tensión.

Las dos primeras víctimas del triunfalismo arrollador que invade al empresario tienen nombre y apellido y pertenecen a las filas del ex gobernador. Uno, es el diputado Jorge Sarghini; el otro, es el presidente del Movimiento Productivo Argentino de Eduardo Duhalde, Carlos Brown.

“Por los espacios de abajo están a los codazos –explicó un operador político del peronismo bonaerense que sigue de cerca la negociación-. A Francisco se le subieron los humos a la cabeza y está pretendiendo más lugares en las listas”.

La furia de Sarghini

Sarghini estaba destinado al quinto lugar en la boleta nacional, debajo de De Narváez, Solá, la mujer que ponga Mauricio Macri en el tercer lugar y Claudia Rucci. La siguiente oferta fue que el principal operador de campaña de De Narváez, el duhaldista Alfredo Atanasof, salte del sexto al quinto, relegando un puesto al ex ministro de Economía bonaerense. Todavía, la oportunidad era tentadora.

Pero el entusiasmo en el bunker del empresario, que ya lleva gastados 44 millones de pesos en la campaña, fue por más. Sarghini, cuando le dijeron que podía ir más abajo en una reunión de la mesa chica. Enfureció, se subió a su auto y volvió a su casa en La Plata. Los contactos, desde ese momento, fueron escasos y poco conciliadores.

Solá, para colmo, se siente en parte traicionado por De Narváez. Dicen en su cercanía que el empresario “no cumplió ni uno de los acuerdos” que sellaron en privado para que desista de ir primero en la lista. Entre ellos, por citar sólo un ejemplo, están los afiches de campaña: cuando el acuerdo era la foto de los dos, toda la millonaria inversión publicitaria de De Narváez lo tiene sólo, ni foto ni mención al ex gobernador.

No extraña a algunos que Felipe todavía no haya renunciado a su banca en Diputados. Dicen que es una señal, un mensaje, de que la negociación todavía no terminó. Por eso, también, es que debe mandarle un mensaje a los suyos. “Felipe acepta ser segundo porque su gente lo presiona para que figure en la lista. Una cosa es estar abajo de él y otra que vos no esté y aparecer abajo de De Narváez”, repiten.

Brown, casi afuera

Brown, por su parte, ya había desistido de integrar la boleta legislativa nacional. Como armador político de Felipe Solá en la primera sección electoral, quería encabezar la lista a senador provincial por esa sección. El ex gobernador, dicen, ya lo había negociado con De Narváez y todo estaba arreglado. Ahora, Brown tiene un pie y medio fuera de los comicios del próximo 28 de junio.

“Se está alejando de esos esquemas, porque la negociación se convirtiendo en un aquelarre”, confirmaron a La Política Online hombres cercanos a Brown. “Hay cosas que discutir con personas que creen tener razones distintas a las tuyas”, expresaron.

Otra bronca, fue por la aparición en escena del caso Aldo Rico. “De Narváez lo hubiera aceptado si Felipe no lo rechazaba. Francisco es un abonado a la pragmática: si alguien le suma 3 o 4 votos, lo agrega. Pero nadie pensó que Rico no es sólo él, sino que tampoco tiene gente destacada. Ni de la nueva ni de la vieja política”, cerró la fuente.

Alianza sin partido

Por último, aparece una especulación netamente administrativa, pero que algunos citan como clave a la hora de acuerdos por listas entre los dos dirigentes peronistas. Según explican, cuando se presentó oficialmente la alianza de PRO en la provincia, sólo aparece el partido de De Narváez y algunos menores, pero no hay partido de Solá. “De Narváez, lo primereó, le ganó de mano”, afirmaron a este medio.

Aducen que el Colorado se presentó antes y, al no inscribir el partido de Solá, queda Felipe “sin poder porque no tiene con qué inscribir”.

La fuente aseguró que “no sólo Sarghini, todo lo que es de Felipe, salvo Felipe, peligra”. “Algunos dicen que De Narváez lo hizo a propósito, otros que Felipe sabía y lo aceptó así”, cerraron.