Editorial
El instinto de supervivencia le ganó a la motosierra
Por Javier Correa
El punto de inflexión del gobierno está al inicio del mandato. Pragmatismo comunicacional y político para cumplir promesas de campaña. El interrogante es la paciencia popular.

 Nunca estuvo tan cerca el punto de inflexión de un gobierno del inicio de su mandato. Quizás por eso la flamante administración se "macrizó", peronizó y menemizó. También generó aún más tensiones en JxC, y le entregó dos ministerios a la fórmula que salió tercera en las Generales. Macri no entiende tanta generosidad, claro. La complejidad para etiquetar esta versión de LLA sean quizás las incipientes características del mileismo.

En este pragmatismo explícito parece haber una certeza: el instinto de supervivencia le ganó a la motosierra. Y uno de los síntomas está en la comunicación. Es la de quien aclara todos los males venideros para guardarse el, siempre tan tentador como inútil, "yo avisé". Aunque también sirve para ganar tiempo.

Es una rareza. En general la comunicación electoral y la comunicación de gobierno no se llevan del todo bien. Cambian tan drásticamente las necesidades entre quién quiere llegar al poder y quién lo obtiene que pasamos de lo dulce a lo amargo en un instante.

Por eso el caso de Milei no está en los tutoriales. Dijo ajuste para llegar y llegó. Lo genuino paga doble en tiempos de desafección política y redes sociales. No hay menemismo ni duranbarbismo. Pero el mandato no es el ajuste, el mandato es ordenar la economía. El ajuste es la receta que compró parte del electorado, del cual ahora está por verse su paciencia. Es evidente que existe cierta compresión social, pero una cosa es la preparación para una economía de guerra y otra es la economía de guerra.

Quizás por eso la comunicación, como la embrionaria construcción política que vemos, apunta a la gobernabilidad. Esa gobernabilidad es igual tiempo + resultados. "La única billetera abierta es la de Capital Humano", dijo el Presidente electo, y agregó que es "para contener a los caídos" del ajuste. Definición estructural, posiblemente sub-analizada en la infoxicación. Como dijimos, no vayamos a decir que es bisturí, pero tampoco es motosierra.

Tanto la política como la comunicación van por el mismo sendero: gobernabilidad y tiempo. Esta coherencia inicial es una novedad. No hay falopa. Va a doler y lo dicen. La comunicación prepara el terreno, aunque el desafío mas grande será en el proceso. Es, objetivamente, un uso de la comunicación política muy distinto al que le dieron sus inmediatos predecesores.

A su manera, los dos gobiernos anteriores, han negado a la comunicación como una verdadera herramienta para gobernar mejor o con mayor sustento social. Del populismo comunicacional del macrismo a la negación absurda de Alberto.

En Macri la comunicación fue el todo, porque "somos modernos" y contamos lindo. La estética, el maquillaje, el packaging. Un globo amarillo podrá hacer más que una política pública. Y las redes. Menos política, mas entretenimiento. La gente en redes consume boludeces. Ahí va el perro Balcarce sentado en el sillón presidencial. Hagamos mierda todo pero con muchos likes.

En Alberto la cúspide intelectual autopercibida. Minimizar la política comunicacional porque eso no es política real (sticker de Moria haciendo montoncito). La no coordinación y la no preparación. El desconocimiento sobre la dispersión de los públicos y el acortamiento del ciclo noticioso alimentó la incapacidad de operar sobre la percepción. Las noticias buenas solo para el consumo de los propios, las malas para el público en general.

Siguiendo con el breve resumen de lo baja que está la vara (y que entre otras cosas explican a Milei Presidente) es pertinente recordar la reciente comunicación gubernamental sobre la inflación en la Argentina, siempre buceando en las profundidades de lo absurdo: Cristina la minimizó y la convirtió en tabú (recuerdos de Lorenzino). Macri supuso un reordenamiento por ósmosis. Bajaba tan solo con su llegada al poder. Voluntarismo al palo. Alberto prometió iniciar la guerra contra la inflación, proponiendo el inicio de esta gesta en marzo del año 2022, mas de 2 años después del inicio de su mandato. Sin palabras.

Entre operaciones políticas internas y desprolijidades varias, la fórmula de Milei es distinta. Es nuestro Churchill planteando que habrá sudor, esfuerzo y lágrimas. Pettovello pagará la transición, aceptando que la tarea tiene costo real y no es sencilla. Es evidente que las batallas se libran de una a la vez.

Scrolleo patológico, encuestas a la carta, demandas segmentadas y medios de comunicación tribales son el mayor problema de la política. Comunicar un proceso político y económico en medio de tanta ansiedad es el gran desafío que viene, antes de que los indicadores de apoyo popular empiecen a decir "yo no fui".

La dispersión también está en los liderazgos

Hay mucho de Macri en sangre en el liderazgo de Milei. Quizás esto explique una parte de los movimientos políticos, en tantas direcciones que quien quiera etiquetar al nuevo presidente tiene, hoy, un trabajo imposible.

Cuando analizamos la presencia de Macri en la conversación digital de Milei vemos datos elocuentes: antes de la UTE cerrada en Acassuso el promedio de menciones al ex presidente que aparecían en la conversación del nuevo presidente era de 5 mil. Luego de la elección general este promedio trepó a 15 mil, con picos periódicos de 50 mil menciones.

El instinto de supervivencia le ganó a la motosierra

Lo que decimos es que cuando se habla de Milei, muchas veces se habla también de Macri. La experiencia del FDT dejó un enorme consenso social. No es poco. La Casa Rosada no puede habitarse con socios o empleados. Que entre quién gobierna, que sea el dueño. Pero liderazgo y sustentación del gobierno entran en evidente tensión. Por eso hablamos de pragmatismo.

Los porcentajes preocupan, y ocupan. Si existiese un indicador de gobernabilidad específico lo mediríamos justo en las sesiones extraordinarias. ¿Qué tipo de proyecto va a mandar el Ejecutivo? Una regla no escrita recomienda que un nuevo gobierno no debe tener un rechazo del Congreso en los primeros meses. ¿Cuál es el punto de equilibrio entre la necesidad de aprobación, incentivar rupturas de los demás bloques, y obtener herramientas para avanzar en el programa económico? Una jugada a 400 bandas.

El paisaje es bastante rudimentario: 9 % de propios en el Senado, 14 % en Diputados, 30 % de voto genuino, 0 % de Gobernadores. Esa actividad que tanto critican los outsiders es la que los puede salvar. Es hora de hacer política.

La parte positiva para el nuevo gobierno es que su llegada dejó tierra arrasada en el sistema político. El peronismo tendrá que afrontar la renovación. Eso de agregar una estrofa más diría Kicillof. Más allá de eso es bueno recordar que es un espacio político con enorme vocación de regreso. Perdió en el 83 y volvió en el 89. Perdió en el 99, y volvió en el 2001. Perdió 2015 y volvió en 2019. Para el no peronismo el ciclo es más largo. Del 89 hasta el 99, solo por 2 años. Y del 2001 hasta el 2015. Cuando la tenían en bandeja para coronar en 2023, hoy la ven de afuera. Perdón, casi de afuera.

Hablando de futuro. Toto Caputo fue a EEUU a reunirse con el FMI sin confirmar si aceptaría el cargo de Ministro de Economía. A su regresó lo confirmo. Al revés que Reutemann, ¿qué es lo que vió y sí le gustó? 

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