Editorial
Los hartos vs los asustados en la clásica grieta argentina
Por Javier Correa
La reconfiguración de Milei modificó la oferta electoral. En la grieta que nunca se fue, el miedo y el hartazgo tendrán un papel central. La suerte de Massa se enfrenta a Macri, el padre del antiperonismo que volvió a hacerse cargo de su criatura.

Lo que estaba en riesgo con la derrota de Patricia Bullrich era la representación del espacio antiperonista. Este segmento electoral fue el que con mucha paciencia reordenó Macri luego de la debacle del 2001. En palabras de Juan Carlos Torre, el riesgo más grande que sufrían estos electores era quedarse huérfanos de la política, es decir, sin esa representación.

La unión Macri - Milei restableció el tablero grietero. Los estudios de opinión y los análisis de la conversación en redes son elocuentes: la propuesta de Milei fue avasallada por el rayo macrizador. Fue una derrota para el candidato de LLA que se vio obligado a un desperfilamiento bastante poco estético. A su vez, fue una interesante reconfiguración de la oferta opositora que ahora junta a los hartos de Milei con los antiperonistas de Macri.

El segmento antiperonista encuentra, entonces, razones confortables para apoyar a un candidato que hasta hace poco no los representaba. El argumento más consolidado, según grupos focales, es el control que el propio Macri y Juntos por el Cambio harán sobre el candidato libertario si gana las elecciones. El ex presidente es para muchos electores el garante, no solo de que no gane el kirchnerismo, sino de la gobernabilidad. Pero esto no es solo Massa vs Macri. Por supuesto que Milei está, con los que interpeló, y los que asustó.

Aún sin saber si pasará por este proceso con gloria y sin pena, o con pena y sin gloria, el candidato de LLA sigue siendo un punto de referencia para indecisos. Logró aglutinar a los más enojados, a los hartos. Pero su imagen negativa fue creciendo cuando los focos de la sociedad apuntaron, ya no hacia un candidato que gritaba verdades, sino hacia un posible presidente. Ahí aparecieron los asustados.

Ahora hay 2015 vibes. El que votó por Scioli votará por Massa, y quien haya elegido a Macri, lo hará por Milei. La enorme mayoría se comportará de ese modo. ¿La diferencia? El tono, la emocionalidad. La justificación del voto de cada uno está más anclada en la crítica ferviente al otro que en la expectativa propia. La falta de comprensión por el voto ajeno es total: "¿Cómo vas a votar por tu candidato?", se escucha por todo el país. Es el síntoma de una distancia alarmante entre los mismos argentinos.

Una elección ideológica clásica entre peronismo y antiperonismo se reedita en la Argentina. Ahora queda ver si la balanza la inclinan los hartos o los asustados, porque amor o esperanza, ya no quedan.

Lo que papá rompe, ¿papá lo arregla?

Aunque el espacio que deja vacante aún mantiene representatividad, Juntos por el Cambio se rompió. Antes de los resultados electorales ya había indicios. La alianza liderada por Macri no solo perdió la elección de 2019, sino que perdió su atractivo discursivo de quien no carga la mochila de haber gobernado. Los 4 años siguientes fueron una calamidad: perdió frescura, credibilidad y liderazgo productivo, ese que te lleva a un lugar nítido y convocante. Ganó en vicios, el peor, dirimir poder a cielo abierto. El Frente de Todos le dió la pelota a los de amarillo durante 4 años y los que perdieron fueron los mismos de amarillo. Solo los libros de psicología podrían explicar semejante torpeza.

Los números electorales son un caso de estudio. Entre las generales del 2015 y las generales de 2023 la coalición de centro-derecha perdió casi un millón y medio de votos. Si tenemos en cuenta que en 2023 se sumaron un millón más de electores y que el voto en blanco fue menor, la pérdida es más llamativa. La torta se agranda pero menos porciones quedan. Es evidente que la redistribución del excedente no simpatiza con el macrismo.

La insólito es que la entropía cambiemita se produce en los últimos 2 años. En 2019, JxC obtuvo casi 11 millones de votos. En 2021, casi 10 millones de votos. En 2023, algo más de 6 millones. ¿Dónde se produce la sangría mayor? En su fortaleza electoral. En los casi 14 millones de votos que representa el interior de PBA, CABA, Córdoba, Santa Fe, Mendoza obtuvo 2.4 millones de votos menos que en 2019, cuando dejaron el Gobierno. Estamos hablando de una pérdida de 9 puntos a nivel país en la base del anti-peronismo. La camiseta de Boca con la que se pintaba la Argentina electoral quedó profundamente desteñida.

No sabemos si estos datos o la propuesta de Lemoine fue lo que más le preocupó a Macri. Eso de que un papá pueda dejar de serlo por decisión no está bien. Luego de histeriquearle amor a Larreta y a Bullrich, decidió hacerse cargo de la criatura electoral que él mismo organizó. Ahora defiende los colores como nunca. Lo que está en riesgo no es la patria, pero sí esa representación política, territorial y mediática que se había podido coordinar con la alianza Cambiemos. Entonces si, hay un padre de la patria, un padre de la democracia, y un padre del antiperonismo que por necesidad, ahora se hace cargo.

La suerte Massa

"Tiene suerte Massa". La conclusión salta en un focus en CABA. Una mujer, segmento refractario de Milei, ve al candidato de la Libertad Avanza en su entrevista hiper viral en Crónica TV. Abstraída en la pantalla lanza su comentario. El análisis proviene de una votante ocasional de Massa. Lo votó en las generales. En las PASO no fue a votar.

Las elecciones no ocurren en un vacío, sino en un contexto histórico, es decir, no es una foto, es un devenir de hechos. Quienes trabajamos en procesos electorales intentamos entender esos contextos y sus múltiples variables que a su vez se multiplican por diversos segmentos. Queremos entender qué es lo que interpela con mayor potencia a cada elector. Qué mueve el voto. Lo apasionante es que la respuesta exacta no existe.

¿Cómo se explica el voto de UxP? ¿Cómo explicar que, con los indicadores económicos en los que ya habita la Argentina, la variable económica no sea la protagonista central del debate? Maquiavelo emparenta la fortuna y la audacia como motores de un buen destino en la política. La victoria anticipada que detonó todos los egos en JxC y las excentricidades de Milei (y sus voceros) son la fortuna del Ministro de Economía. Massa hoy tiene más votos que imagen positiva, todo un dato.

Mientras el espacio opositor natural jugaba a los autitos chocadores, un excéntrico a los gritos enamoró a los medios, fue premiado por las redes y aplaudido por el público. Su éxito de corto plazo fue poner a la política tradicional del mismo lado. A chicotazo discursivo se puso por encima de todos. Milei podía hablar de economía y de privilegios, hasta que asustó. Fue el dueño de la agenda de esta elección, pero en su falta de moderación a tiempo terminó encarnando el miedo en ciertos votantes.

Además de ideológica, estamos ante una elección profundamente emocional. Somos animales emocionales con capacidad de razonar, no al revés. El miedo, sensorial, se presenta conductualmente de manera profundamente conservadora. La aversión al riesgo de quien tiene miedo es absoluta. Milei declara que los pesos son excremento, hace explotar bombas en su cierre de campaña al cántico de "el que no salta es radical", grita, maltrata y gesticula ampulosamente, y muchos de sus voceros no lo complementan, lo imitan.

Macri no tuvo esa suerte. En 2019 la elección giró en torno a la economía. Con 80 % de desaprobación en la gestión económica fue victima de una rareza a nivel regional, no poder reelegir en su primer mandato. Entonces al peronismo le alcanzó con diluir el kirchnerismo en sangre para ganar. Esta vez, además de la economía, discutimos venta de armas, órganos y hasta la responsabilidad paterna. Efectivamente, qué suerte tiene Massa.

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