25 de abril, 2024
Los contactos de Aníbal Fernández con Scioli, detonaron el nuevo castigo
La designación de Juan Manuel Abal Medina como secretario de Medios le quita a Aníbal Fernández el control de la pauta oficial. En Olivos lo amansaron con explicaciones de la necesidad de "oxigenar" el gabinete, pero está claro que cayó en desgracia. Los motivos de su caída y las suspicacias con Scioli.
Acaso el error más grave que cometió Aníbal Fernández luego de la muerte de Néstor Kirchner no fue imaginar que había llegado su momento para quedarse con el manejo del gobierno –ambición perfectamente comprensible en un político de su talla-, sino que esta vocación fuera muy evidente.
No pasaron demasiadas semanas para que su rostro adusto y rebosante de poder junto a la Presidenta, en las exequias del ex presidente, comenzara a evidenciar los rigores de la trituradora que Cristina Kirchner puso en marcha junto a sus compañeros de siempre, Carlos Zanini y Julio de Vido. En ese orden.
“Aníbal, se equivocó mal pensó que después de la muerte de Kirchner iba a generarse un vacío y él se quedaba con todo; no midió que Cristina de ningunguna manera iba a aceptar ser una figura decorativa y lo está pagando”, afirmó a La Política Online un dirigente político que suele frecuentar los despachos más importantes de la Casa Rosada.
Así, luego de sufrir la sangría de las fuerzas de seguridad en manos de Nilda Garré, hoy padeció la designación de Juan Manuel Abal Medina como secretario de Comunicación –cargo que estaba vacante desde la salida de José “Pepe” Albistur-.
La movida le arrebató uno de los últimos resortes gruesos de poder que le quedaban. Abal Medina recuperó la firma para distribuir la pauta oficial que retenía el jefe de Gabinete, partida que seguramente se verá engordada con fondos publicitarios que hoy manejan algunos organismos de manera independiente.
Así de injusta es la vida. Justo cuando Aníbal había cerrado el circuito de la distribución de esos cientos de millones, ubicando a Martín García al frente de Télam -desde esa posición, el periodista firmaba los cheques de las pautas que Aníbal distribuía-, le sacaron el dulce.
Es que el jefe de Gabinete cometió otro pecado imperdonable para el kirchnerismo. Utilizó el poder que le otorgaron, para construir política para él. Y no sólo política. La Presidenta pidió semanas atrás que le acercaran el detalle de la distribución de la pauta oficial y se llevó más de una sorpresa desagradable.
Al parecer había demasiada crema en la distribución y encima con medios y periodistas que no encabezan las prioridades del gobierno. “El caso del multimedios quilmeño El Sol es emblemático, pero no es el único ni el más grave”, afirmó a LPO una fuente que conoce los entresijos de la publicidad oficial.
Enterado casi por los diarios de la movida, Aníbal corrió esta tarde a la Quinta de Olivos para escenificar su supuesta participación en una decisión que –como le viene sucediendo- le pasó con limpieza por arriba de la cabeza. Fuentes del gobierno afirmaron a LPO que la Presidenta no lo recibió. Lo atajó Zanini y lo despachó con un valium de ocasión: “Quedate tranquilo, no hay nada contra vos, lo de Juan Manuel es porque necesitamos oxigenar el gobierno”, fue la desganada explicación.
Como le sucedió con Garré en Seguridad, la elección de los ocasionales verdugos que viene a quitarle amplias franjas del poder que amasó en estos años tampoco es casual. Juan Manuel Abal Medina venía sufriendo en silencio cotidianos ninguneos del jefe de Gabinete.
“Mira pibe, en la vida hay dos tipos de personas: hijos de puta y muy hijos de puta; bueno, yo hijo de puta no soy”, le dijo Aníbal Fernández apenas asumió la jefatura de Gabinete. Fue su manera de marcarle la cancha. Es que Abal Medina venía de ser la mano derecha de Sergio Massa, y tuvo que soportar que su reemplazante lo redujera a un rol muy periférico; hasta que Néstor Kirchner lo rescató para llevárselo como mano derecha en diputados y la Unasur. Hoy la taba se dio vuelta y Cristina obligó al propio Aníbal a anunciar a la prensa el ascenso de su subordinado.
Las objeciones políticas
Como anticipó en su momento LPO, desde que en su clearing político diario, Cristina y su círculo más cercano le bajaron el pulgar a Aníbal Fernández, se tomó una decisión: no favorecer el surgimiento de un “nuevo Redrado”. Esto es, no darle la excusa con un despido intempestivo para que se victimice y sume sobrevida política. La estrategia es simple: Esquilarlo. Pelarlo como una cebolla y que se termine desprendiendo del gobierno casi de manera natural. Sin autoridad ni poder.
¿Por qué tanta inquina? Una de las primeras razones conocidas fue que habría desinformado a la Presidenta durante la crisis del Indoamericano. Alineado vaya a saber porqué compromisos con la Policía Federal, afirmó que los dos muertos de la represión que él ordenó, habían caído por balas de “tumberas” disparadas desde la Villa 20. Las últimas pericias judiciales indican que las armas que dispararon fueron de la Federal y la Metropolitana.
Una auditoría cruzada de sus informes que la Presidenta habría encomendado a la Side, entregó varias inconsistencias más. Y aquí otra vez aparece Abal Medina. Es que el joven funcionario tiene una relación casi familiar con el número tres de la Side, Fernando Pocino, quien a través suyo le acerca a la Presidenta, informes que dejan muy mal parado al jefe de Gabinete.
Por ejemplo, que habría operado en sintonía con Scioli para desdibujar el desembarco de la Gendarmería en el Conurbano, anunciado por la Presidenta. Además de negociar con el gobernador cargos claves en la justicia bonaerense, incluso algún camarista.
El jefe de Gabinete empezó a perder así en su propio terreno. No es un secreto que Aníbal cuenta con un equipo de inteligencia propio -por afuera de la Side y que le reporta directamente-, que incluso habría monitoreado áreas sensibles de la Presidencia y de miembros del gabinete nacional.
Como sea, en el kirchnerismo están convencidos que Aníbal Fernández ya está jugado por la opción Scioli Presidente, para este año. Y como ejemplo concreto de la buena sintonía entre ambos, se menciona la designación como vice del Bapro de Dámaso Larraburu, el eterno caudillo peronista de Bahía Blanca, hoy férreamente alineado con Aníbal Fernández.
No hay que ser muy conspirativo para abonar este teoría. El propio Aníbal dijo días atrás que Cristina "no es la única candidata" del oficialismo que puede retener el gobierno este año.
Es que en esa línea de análisis, Scioli nunca estaría mejor en términos políticos que este año, ya que en caso de reelegir en la provincia enfrentaría el desgaste lógico de un segundo mandato sin reelección. Además, comparte con Aníbal una profunda desconfianza hacia Hugo Moyano, que les pulsea por el control del peronismo bonaerense.
En el paroxismo de la paranoia, en el kirchnerismo incluso sospechan de la participación de punteros bonaerenses que podrían estar vinculados a Aníbal Fernández, en la sugestiva sucesión de conflictos sociales que cerraron el 2010 (Indoamericano, Plaza Constitución, Club Albariños, Quilmes).
¿Cristina deprimida?
Algunos medios vienen tratando de instalar la idea de una Presidenta deprimida, incapaz de tomar decisiones, ensimismada en su dolor personal. Es una hipótesis plausible ante el drama de alguien que perdió a su compañero de 30 años. Pero lo que se observa sugiere otra realidad.
Desde la crisis del Indoamericano para acá, Cristina inició un cambio de gabinete de trámite progresivo pero muy profundo, que estaría demostrando su voluntad de hacerse con el control directo de los resortes de poder, que hasta aquí administraba gente designada en gran medida por Kirchner, o con su anuencia.
"Ella necesita cambiar las caras del gabinete, para romper todos los acuerdos que cerró Kirchner y armar los propios", afirmó una fuente del corazón del peronismo.
Zaranda que mantiene dos sonoras excepciones: Carloz Zanini y Julio de Vido, que dejaron a Aníbal Fernández tomar carrera, para ponerle una zancadilla justo cuando alcanzaba su máxima velocidad. “En los primeros cien metros les ganaste a todos, ahora hay que ver si logras mantenerte”, le advirtió un viejo colega de gabinete, luego de la muerte de Kirchner.
Como sea, en menos de un mes la Presidenta echó al procurador del Tesoro, Joaquín da Rocha –hombre de Aníbal Fernández-, que se fue muy ofendido; y a todos los funcionarios de seguridad, inteligencia y justicia que respondían al jefe de Gabinete. Y ahora avanzó sobre Medios. Control de áreas críticas que contradicen la idea de una Presidenta desinteresada de los asuntos del poder.
Pero no sólo en la gestión se la ve intentando ocupar el lugar que dejó vacante Kirchner. También en la política. Destacados operadores que hablaban sólo con el ex presidente, hoy reciben sus llamados. Juan Carlos Mazzón y Roberto Porcaro, por caso, son dos armadores centrales del kirchnerismo, con cita casi diaria en Olivos. Indicios de una política que se prepara para pelear su permanencia en el poder.
No pasaron demasiadas semanas para que su rostro adusto y rebosante de poder junto a la Presidenta, en las exequias del ex presidente, comenzara a evidenciar los rigores de la trituradora que Cristina Kirchner puso en marcha junto a sus compañeros de siempre, Carlos Zanini y Julio de Vido. En ese orden.
“Aníbal, se equivocó mal pensó que después de la muerte de Kirchner iba a generarse un vacío y él se quedaba con todo; no midió que Cristina de ningunguna manera iba a aceptar ser una figura decorativa y lo está pagando”, afirmó a La Política Online un dirigente político que suele frecuentar los despachos más importantes de la Casa Rosada.
Así, luego de sufrir la sangría de las fuerzas de seguridad en manos de Nilda Garré, hoy padeció la designación de Juan Manuel Abal Medina como secretario de Comunicación –cargo que estaba vacante desde la salida de José “Pepe” Albistur-.
La movida le arrebató uno de los últimos resortes gruesos de poder que le quedaban. Abal Medina recuperó la firma para distribuir la pauta oficial que retenía el jefe de Gabinete, partida que seguramente se verá engordada con fondos publicitarios que hoy manejan algunos organismos de manera independiente.
Así de injusta es la vida. Justo cuando Aníbal había cerrado el circuito de la distribución de esos cientos de millones, ubicando a Martín García al frente de Télam -desde esa posición, el periodista firmaba los cheques de las pautas que Aníbal distribuía-, le sacaron el dulce.
Es que el jefe de Gabinete cometió otro pecado imperdonable para el kirchnerismo. Utilizó el poder que le otorgaron, para construir política para él. Y no sólo política. La Presidenta pidió semanas atrás que le acercaran el detalle de la distribución de la pauta oficial y se llevó más de una sorpresa desagradable.
Al parecer había demasiada crema en la distribución y encima con medios y periodistas que no encabezan las prioridades del gobierno. “El caso del multimedios quilmeño El Sol es emblemático, pero no es el único ni el más grave”, afirmó a LPO una fuente que conoce los entresijos de la publicidad oficial.
Enterado casi por los diarios de la movida, Aníbal corrió esta tarde a la Quinta de Olivos para escenificar su supuesta participación en una decisión que –como le viene sucediendo- le pasó con limpieza por arriba de la cabeza. Fuentes del gobierno afirmaron a LPO que la Presidenta no lo recibió. Lo atajó Zanini y lo despachó con un valium de ocasión: “Quedate tranquilo, no hay nada contra vos, lo de Juan Manuel es porque necesitamos oxigenar el gobierno”, fue la desganada explicación.
Como le sucedió con Garré en Seguridad, la elección de los ocasionales verdugos que viene a quitarle amplias franjas del poder que amasó en estos años tampoco es casual. Juan Manuel Abal Medina venía sufriendo en silencio cotidianos ninguneos del jefe de Gabinete.
“Mira pibe, en la vida hay dos tipos de personas: hijos de puta y muy hijos de puta; bueno, yo hijo de puta no soy”, le dijo Aníbal Fernández apenas asumió la jefatura de Gabinete. Fue su manera de marcarle la cancha. Es que Abal Medina venía de ser la mano derecha de Sergio Massa, y tuvo que soportar que su reemplazante lo redujera a un rol muy periférico; hasta que Néstor Kirchner lo rescató para llevárselo como mano derecha en diputados y la Unasur. Hoy la taba se dio vuelta y Cristina obligó al propio Aníbal a anunciar a la prensa el ascenso de su subordinado.
Las objeciones políticas
Como anticipó en su momento LPO, desde que en su clearing político diario, Cristina y su círculo más cercano le bajaron el pulgar a Aníbal Fernández, se tomó una decisión: no favorecer el surgimiento de un “nuevo Redrado”. Esto es, no darle la excusa con un despido intempestivo para que se victimice y sume sobrevida política. La estrategia es simple: Esquilarlo. Pelarlo como una cebolla y que se termine desprendiendo del gobierno casi de manera natural. Sin autoridad ni poder.
¿Por qué tanta inquina? Una de las primeras razones conocidas fue que habría desinformado a la Presidenta durante la crisis del Indoamericano. Alineado vaya a saber porqué compromisos con la Policía Federal, afirmó que los dos muertos de la represión que él ordenó, habían caído por balas de “tumberas” disparadas desde la Villa 20. Las últimas pericias judiciales indican que las armas que dispararon fueron de la Federal y la Metropolitana.
Una auditoría cruzada de sus informes que la Presidenta habría encomendado a la Side, entregó varias inconsistencias más. Y aquí otra vez aparece Abal Medina. Es que el joven funcionario tiene una relación casi familiar con el número tres de la Side, Fernando Pocino, quien a través suyo le acerca a la Presidenta, informes que dejan muy mal parado al jefe de Gabinete.
Por ejemplo, que habría operado en sintonía con Scioli para desdibujar el desembarco de la Gendarmería en el Conurbano, anunciado por la Presidenta. Además de negociar con el gobernador cargos claves en la justicia bonaerense, incluso algún camarista.
El jefe de Gabinete empezó a perder así en su propio terreno. No es un secreto que Aníbal cuenta con un equipo de inteligencia propio -por afuera de la Side y que le reporta directamente-, que incluso habría monitoreado áreas sensibles de la Presidencia y de miembros del gabinete nacional.
Como sea, en el kirchnerismo están convencidos que Aníbal Fernández ya está jugado por la opción Scioli Presidente, para este año. Y como ejemplo concreto de la buena sintonía entre ambos, se menciona la designación como vice del Bapro de Dámaso Larraburu, el eterno caudillo peronista de Bahía Blanca, hoy férreamente alineado con Aníbal Fernández.
No hay que ser muy conspirativo para abonar este teoría. El propio Aníbal dijo días atrás que Cristina "no es la única candidata" del oficialismo que puede retener el gobierno este año.
Es que en esa línea de análisis, Scioli nunca estaría mejor en términos políticos que este año, ya que en caso de reelegir en la provincia enfrentaría el desgaste lógico de un segundo mandato sin reelección. Además, comparte con Aníbal una profunda desconfianza hacia Hugo Moyano, que les pulsea por el control del peronismo bonaerense.
En el paroxismo de la paranoia, en el kirchnerismo incluso sospechan de la participación de punteros bonaerenses que podrían estar vinculados a Aníbal Fernández, en la sugestiva sucesión de conflictos sociales que cerraron el 2010 (Indoamericano, Plaza Constitución, Club Albariños, Quilmes).
¿Cristina deprimida?
Algunos medios vienen tratando de instalar la idea de una Presidenta deprimida, incapaz de tomar decisiones, ensimismada en su dolor personal. Es una hipótesis plausible ante el drama de alguien que perdió a su compañero de 30 años. Pero lo que se observa sugiere otra realidad.
Desde la crisis del Indoamericano para acá, Cristina inició un cambio de gabinete de trámite progresivo pero muy profundo, que estaría demostrando su voluntad de hacerse con el control directo de los resortes de poder, que hasta aquí administraba gente designada en gran medida por Kirchner, o con su anuencia.
"Ella necesita cambiar las caras del gabinete, para romper todos los acuerdos que cerró Kirchner y armar los propios", afirmó una fuente del corazón del peronismo.
Zaranda que mantiene dos sonoras excepciones: Carloz Zanini y Julio de Vido, que dejaron a Aníbal Fernández tomar carrera, para ponerle una zancadilla justo cuando alcanzaba su máxima velocidad. “En los primeros cien metros les ganaste a todos, ahora hay que ver si logras mantenerte”, le advirtió un viejo colega de gabinete, luego de la muerte de Kirchner.
Como sea, en menos de un mes la Presidenta echó al procurador del Tesoro, Joaquín da Rocha –hombre de Aníbal Fernández-, que se fue muy ofendido; y a todos los funcionarios de seguridad, inteligencia y justicia que respondían al jefe de Gabinete. Y ahora avanzó sobre Medios. Control de áreas críticas que contradicen la idea de una Presidenta desinteresada de los asuntos del poder.
Pero no sólo en la gestión se la ve intentando ocupar el lugar que dejó vacante Kirchner. También en la política. Destacados operadores que hablaban sólo con el ex presidente, hoy reciben sus llamados. Juan Carlos Mazzón y Roberto Porcaro, por caso, son dos armadores centrales del kirchnerismo, con cita casi diaria en Olivos. Indicios de una política que se prepara para pelear su permanencia en el poder.
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