Desde principios de junio, Ricardo Monreal recorre el país con el objetivo de ganar la interna de Morena y ser el candidato a presidente del oficialismo en las elecciones de 2024, pero durante los últimos días su equipo político profundizó los trabajos y las negociaciones para que el exgobernador de Zacatecas compita por un sueño siempre añorado para el también exsenador: la Jefatura de Gobierno de la CDMX.

Como relató esta redacción, el oficialismo capitalino reconoce que las elecciones del año que viene serán peleadas y que la victoria del partido guinda no está para nada asegurada. Algunos, incluso, llegan a reconocer que la izquierda podría perder la capital nacional por primera vez en 27 años de historia. A raíz de esto, algunos sectores de Morena comenzaron a reconocer que Monreal podría ser un buen candidato que podría permitir alcanzar dos objetivos en una misma jugada. Por un lado, descomprimir la competencia por la presidencia; y, por el otro, postular a una figura conocida, con aparato propio y cierta capacidad de atraer el voto de la clase media luego de las disputas que mantuvo con el propio López Obrador.

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Uno de los principales problemas que enfrenta esta jugada es la distancia que existe entre Claudia Sheinbaum Pardo y Monreal, que nació en 2018 luego de que la ahora corcholata presidencial se quedara con la candidatura por la Jefatura de Gobierno en una jugada que Monreal hasta aún hoy denuncia como irregular. Es por esto que en los últimos días dos reuniones llamaron la atención dentro de las filas oficialistas: el 26 de junio Monreal visitó al jefe de Gobierno, Martí Batres, y el 11 de julio se reunió con Rigoberto Salgado, el secretario de Inclusión y Bienestar Social de la CDMX y mano derecha de Sheinbaum Pardo.

"Esas reuniones no hubieran sucedido sin el visto bueno de Claudia", le aseguró a esta redacción una persona vinculada al armado político del monrealismo en la CDMX, quien manifestó que el por ahora corcholata presidencial está dispuesto a jugar en la capital nacional a pesar del temor que existe en el oficialismo a perder. Según la apuesta que hace este sector, Sheinbaum Pardo podría ser la candidata a presidenta, como indican la mayoría de las encuestas, y Monreal candidato a jefe de Gobierno. De esta manera, se lograría un equilibrio político ya que habría igualdad de género en los dos cargos más importantes del país y, a la vez, distribución entre tribus diferentes y hasta ayer enfrentadas.

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La maniobra demuestra, en el fondo, las peleas que existen en el interior de Morena y la competitividad que habrá en las elecciones de 2024 al tener en cuenta, por ejemplo, que los sectores que responden a Sheinbaum Pardo responsabilizan a Monreal por la derrota de 2021, quien habría operado en contra de Morena, según esta teoría, por no lograr colocar a Néstor Núñez como candidato en la Cuauhtémoc ya que la entonces jefa de Gobierno se inclinó por Dolores Padierna Luna. "Ahora, estamos todos dispuestos a hacer pragmáticos", le aseguró la misma fuente a esta redacción.

En el war room de Monreal confían en dos hechos que reforzarían su posible candidatura por la CDMX. Primero, el apoyo que le habría manifestado el propio López Obrador en la reunión que mantuvieron el 8 de junio en el Palacio Nacional; y, segundo, los números de las encuestas, que lo posicionarían al exsenador como el hombre más competitivo de Morena solo por detrás de Omar García Harfuch y a la par que la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada. Según su equipo, el zacatecano comenzaría las elecciones con un piso del 35% de intención de votos, muy cerca del 30% que reuniría la oposición.

De todas maneras, aclaran las distintas tropas de Morena, aún resta un tiempo considerable para el cierre de las definiciones y la CDMX estará atada al futuro presidencial ya que el oficialismo deberá llevar a cabo una equilibrada distribución que logre mantener la unidad del partido. Además, aún perdura en la memoria de Monreal la promesa que le hizo AMLO en 2018, cuando le aseguró que sería el candidato a la Jefatura de Gobierno y no cumplió. El equipo del exsenador sostiene que ya pasó mucha agua debajo del puente y que aquel desaire es parte del pasado, pero el temor aún existe.