Fernando Ferrando es Ingeniero Superior Industrial y Licenciado en Ciencias Económicas por Universidad Complutense de Madrid. Toda su carrera profesional ha estado relacionada con las energÃas renovables y la eficiencia energética.
En 1977, hace más de 45 años, cuando la palabra fotovoltaica no aparecÃa ni en el diccionario, este ingeniero ya realizaba instalaciones solares en Huesca y participaba de proyectos de arquitectura de climatización solar.
Su trayectoria en el rubro incluye cargos jerárquicos en el sector privado (director general de Gamesa EnergÃa y jefe del departamento de EnergÃa Renovables de Endesa) y un involucramiento en la gestión pública.
El derrumbe de Vox aleja al negacionismo climático del gobierno y genera alivio en el ecologismo
En la década del 80 dentro del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT) y ahora, en el 2023, como asesor energético de Sumar, la formación que lidera Yolanda DÃaz
Tras las elecciones, la fundación que preside -un think tank independiente formado por decenas de profesionales del sector-, publicó un comunicado celebrando "el fracaso del negacionismo climático", pero advirtiendo que esta puerta cerrada no alcanza, que "la ambición climática en la próxima legislatura es decisiva y urgente para implantar medidas de adaptación y mitigación en la lucha contra el cambio climático en España".
La aceleración de los impactos climáticos hace urgente, a juicio de esta organización, un "Pacto de Estado" que ponga a la transición ecológica como eje central de los próximos gobiernos.
-¿Por qué es un error quedarse en el alivio que representa el derrumbe polÃtico del negacionismo climático?
-Porque necesitamos actuar. Estamos empezando a tomar conciencia de que ya no sirven los diagnósticos. No solo no podemos dar un paso atrás, que pareciera descartado con el fracaso del negacionismo climático, sino que necesitamos pasos ambiciosos, entre ellos dejar de poner el foco solo en la oferta y cambiar la demanda. La sensación es que la conciencia polÃtica existe. Salvo Vox, el resto tiene conciencia polÃtica de que es necesario actuar. El problema es la velocidad de actuación, la velocidad del cambio. Si la transición energética y ecológica tiene que ser un proceso suave, de sustitución de tecnologÃa que se van volviendo obsoleta, o si tiene que ser un proceso más valiente, más "destructivo" en la sustitución de lo que contamina. Para la primera opción ya no hay tiempo.
-Desde Fundación Renovable llaman a un "pacto de Estado climático". Suena tan idÃlico como imposible.
-Puede ser. Pero urge. Hay elementos que deben ser de Estado o transversales. Educación, Sanidad, Derecho Humanos. La transición ecológica que lleva aparejada la transición industrial y la transición energética tiene que pasar a ese estadio. Es un componente de Estado, ya no sectorial o ideológico. No podemos estar acelerando y frenando en función de quién ostente el gobierno. Por eso pedimos un Pacto de Estado. Sabemos que es difÃcil. Uno puede pensar si hay dificultades para armar un gobierno estable cómo se van a poner de acuerdo en una plan climático y energético. Ahora bien, yo veo los programas de los partidos y hay una base de consenso a favor de esto. Es cierto que este Pacto podrÃa tener un alcance más reducido que ambicioso. Porque los consensos significan bajar expectativas. Y en este momento urgen expectativas altas. PodrÃa ser el primer paso para sentar una base, un suelo.
-A nivel europeo, tras el intento del PPE y de la ultraderecha de frenar la Ley de Restauración de la Naturaleza, las grandes empresas firmaron un comunicado aclarando que un entorno natural saludable es vital para la rentabilidad en el largo plazo. ¿Este "clic" empresarial puede ayudar a que este Pacto se materialice?
-El dinero es miedoso. La velocidad de la transición la están marcando hoy los grupos empresariales y sectores como el petróleo, que no quieren que la estructura que hoy está en funcionamiento mañana carezca de valor. Pero yo creo en la idea de la la destrucción creativa. Las empresas ganarán dinero si tienen capacidad de adaptación, no capacidad de callar intereses. El que ha sabido ver esto y el que lo sepa ver sacará redito del cambio. El que no lo sepa ver será reactivo y acabará perdiendo a largo plazo la batalla. No se trata de arrastra los pies, sino de liderar. Y en España tenemos unas necesidades y unas oportunidades claras. Las necesidades son que no tenemos ninguna energÃa que no sea renovable, lo que a su vez es una gran oportunidad. Podemos generar energÃa eléctrica a un precio muchÃsimo más barato que nuestros paÃses vecinos. Tenemos más vientos, más superficies, más sol. Aprovechemos eso. Que nos vamos a encontrar que el sector petrolero va a estar en contra, pues algo habremos avanzado. Pero el poder polÃtico tiene que llevar la velocidad de este cambio, no las empresas. Uno ve la ausencia de polÃtica energética de algunos partidos, como el caso del PP, en donde hay una dejación de funciones a que ordenemos según lo que digan las empresas. Esto me preocupa muchÃsimo.
El programa de Sumar, del que has participado, es muy ambicioso con medidas estructurales. ¿Hay margen polÃtico para aplicarlas en caso de que Yolanda Diaz integre el próximo gobierno?
La importancia no es solo por lo que está puesto en el programa, sino por el sentimiento de las personas, incluida Yolanda DÃaz. El tema es central para la formación. Si hay una posición que está claramente en empujar, los acuerdos estarán más cerca de esa lÃnea que en caso de no haber una posición que realmente quiere empujar. La transición energética y la transición ecológica es una base del programa. ¿Cuánto de esto si se formara un gobierno del que participe Sumar se va a llevar a cabo? No lo sé. Por lo pronto, me hubiera gustado que el Gobierno actual, el que está en funciones, hubiera sido tan valiente en España como en Europa.
¿Teresa Ribera ha sido más valiente en Bruselas que puertas para dentro?
Yo creo que sÃ. Cuando peleas en tu cocina algunas cosas se quedan mucho más amortiguadas. Por ejemplo: podemos ver qué ha pasado con los 12 decretos ley que se han hecho en el último año y medio, si el poder de concentración de las empresas energéticas es mayor o menor, si hemos tenido más derecho los ciudadanos, si la rehabilitación de edificios se ha incrementado, si el vehÃculo eléctrico se ha puesto en el mercado, si el autoconsumo colectivo y las comunidades energéticas han aflorado. Para mà eso es valentÃa. La sensación es que fuera hemos mordido más que dentro.
-Hemos hablado de oferta, de demanda, del poder polÃtico y del poder económico. La presión ciudadana en la transición ecológica parece clave. ¿Por qué que el precio del aceite de oliva esté por las nubes producto de dos cosechas seguidas arruinadas por la sequÃa y las olas de calor no se percibe como consecuencia directa del cambio climático?
Lo que falta es correlacionar una situación con otra. Podemos estar de acuerdo de que el cambio climático es real, que las temperaturas suben, pero todavÃa no nos hemos dado cuenta del impacto económico que eso supone. Estamos en una fase que vemos los efectos pero no los evaluamos cómo deberÃamos, no le ponemos números. Ese componente que es clave está faltando. Y seguimos cifrando todos los costes en el PIB, el elemento de medida más capitalista que hay, el crecimiento. Y si queremos apostar por la lucha contra el cambio climático nos tenemos que mirar si el crecimiento debe ser la principal unidad de medida. Cuando te dicen que el PIB va a ser negativo como consecuencia del cambio climático, lo vemos solo como una variable macroeconómica, pero no como efectos microeconómicos. Estamos aceptando el problema, pero no lo estamos valorando. Hasta que uno no le pone números a las cosas, las cosas no existen. Necesitamos trasladar la preocupación a números, a asimilar los impactos en el dÃa a dÃa, ponerle al problema el ticket con euros. Este trabajo pedagógico es muy importante.
¿Hay tiempo para esto?
Todo el tiempo de espera es tiempo perdido. El medio natural no va a esperar a que pongamos medidas. Por eso una de las grandes discrepancias con el PP es esta idea de que la tecnologÃa va resolver los problemas. Y no es verdad. La tecnologÃa va a ayudar, pero no es la solución. Esto depende de todos y de reformas estructurales.
Muchos sectores progresistas también abrazan la tesis de la tecnologÃa como salvadora de la crisis climática.
Hay una realidad que no se discute: la tecnologÃa está y nos va a permitir que nosotros podamos cambiar. Pero tenemos que ser nosotros los que cambiamos. Si seguimos comportándonos de forma insostenible, ¿qué más me da la tecnologÃa?. Si yo tengo la mejor calefacción y abro las ventanas, la tecnologÃa no vale para nada. Son un instrumento que nos van a ayudar a, por ejemplo, que se fabriquen las baterÃas que necesita el vehÃculo eléctrico. Pero sin un compromiso de acción, este instrumento es insignificante e insuficiente.
El ejemplo más claro es que el récord de renovable va hoy en paralelo al récord de emisiones.
Fundamentalmente porque seguimos manteniendo el consumo de combustibles fósiles en los mismos nivales. Las renovables están asumiendo el incremento de demanda. Tenemos que bajar la demanda para solventar esto. Por eso tan importante gestionar la oferta como gestionar la demanda. Seguimos poniendo el foco en la oferta. Esto es falta de valentÃa. Siempre nos miramos en la oferta, pero nunca en la demanda. Es el mayor error. Hemos llegado al absurdo de incrementar la oferta de hidrógeno verde cuando no tenemos demanda. No podemos poner la carrera adelante de los bueyes.
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