Giorgia Meloni describió a Silvio Berlusconi como uno de los hombres más influyentes de la historia de Italia. Desde que fundó su partido en 1994, nunca ha dejado de ser la figura central de la polÃtica italiana. Las fuerzas tradicionales, totalmente desacreditadas y acabadas a principios de los 90, le dieron paso a Forza Italia, una plataforma populista de derecha, conservadora y personalista que le permitió entrar y salir recurrentemente del Palazzo Chigi y convertirse en el hombre que más tiempo estuvo al frente del Gobierno.
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El de Berlusconi nunca fue un liderazgo sobrio, más bien todo lo contrario, y con los años comenzó un desgaste que le arrebató la conducción del espacio de la derecha. Matteo Salvini, jefe de la ultranacionalista Liga, tuvo su momento de gloria en 2018, pero fue Meloni la dirigente que conquistó al electorado ultraderechista y huérfano de representación polÃtica, y forzó a Berlusconi a apoyarle para formar gobierno tras ganar las elecciones de septiembre.
Forza Italia ha tenido un largo y álgido recorrido: consagró a Berlusconi, más tarde se fusionó con otros partidos en la coalición Popolo della Libertà y volvió a su formato original, siembre con el liderazgo de su fundador. Actualmente cuenta con 44 escaños en la Cámara de Diputados y 18 en el Senado, suficientes para darle a la jefa del Gobierno una mayorÃa estable, algo que no deja de ser una rareza para el sistema polÃtico local.
La pregunta que surge ahora es qué pasará con la conducción de Forza Italia, un partido pensando como instrumento de un hombre que ya no está. El propio vicepresidente y ministro de Exteriores, Antonio Tajani, habÃa asegurado que Berlusconi no tenÃa pensando renunciar. Sin embargo, y pese a ser la tercera fuerza de la coalición, tendrá que darse una sucesión, y Tajani parece uno de los indicados, sobre todo porque cuenta con un cargo de peso dentro del Gobierno.
Pero Gianfranco Micciché, coordinador del partido y aliado cercano al expremier, sostuvo que Forza Italia no sobrevivirá a su creador. "Lo nuestro no es un partido de congreso para saber quién asume la dirección del partido. Seremos testigos de la disputa sobre quién es dueño del sÃmbolo, quién no. Ya sé cómo terminará", dijo el dirigente vinculado a Fininvest, el grupo empresario fundado por Berlusconi en 1978 que le permitió dar el salto a la polÃtica y refundarla.
Meloni sigue con prudencia los próximos pasos de sus socios. No le conviene una guerra interna entre los berlusconistas después de conseguir que el lÃder recién fallecido le aprobase las designaciones ministeriales y las presidencias de Diputados y el Senado. Desde ya que el magnate de los medios no era el único interlocutor, pero sà era el único que tomaba las decisiones. La presidenta del Gobierno enfrenta un momento clave de su proyecto con las conversaciones para reformar la Constitución y hacer más fuerte su cargo.
Otra dirigente que ha dado pistas sobre el futuro de Forza Italia es Licia Ronzulli, jefa de la bancada en el Senado, quien habÃa prometido unidad a poco de que Berlusconi fuera internado. La senadora, leal al exlÃder, su antigua enfermera y señalada por organizar las fiestas sexuales que involucraban al empresario, venÃa en la cuerda floja tras perder la coordinación partidaria en LombardÃa, pero este puede ser su momento al contar con fieles dentro del grupo parlamentario que solo responden a ella.
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Giorgio Mulè, vicepresidente de la Cámara, es otro de los dirigentes que aparece en la carrera por la sucesión. El diputado de Forza Italia es quién más presiona a Meloni, esperanzado en que su fuerza recupere el dominio en la derecha. No faltará mucho hasta ver si con Bersulsconi muere una forma de hacer polÃtica o tan solo el berlusconismo.
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