
El gobierno de Joe Biden amplió la asistencia humanitaria en América Latina y el Caribe. El auxilio llegó en el contexto de la primera Cumbre de LÃderes de la Asociación de las Américas para la Prosperidad Económica (APEP). Representará casi 485 millones de dólares. ¿Por qué ahora? Por varios motivos, empezando por la crisis migratoria que jaquea a la Casa Blanca y por la situación polÃtica y social explosiva de Venezuela. Pero además el presidente demócrata busca fortalecer su liderazgo regional, afianzar los lazos comerciales con paÃses aliados y limar la influencia de China en América Latina.
"Estados Unidos sigue siendo el mayor donante de ayuda humanitaria en el hemisferio. Dimos más de 2.100 millones de dólares en asistencia en la región a través de organizaciones que sabemos que usan los fondos de manera responsable", se jactó José Fernández, Subsecretario para el Crecimiento Económico, EnergÃa y Medio Ambiente. Lo dijo en una conferencia ante LPO y otros medios. Su afirmación va en lÃnea con la de Antony Blinken, el secretario del Departamento de Estado, quien aseguró que "EEUU implementa salvaguardias rigurosas contra el desvÃo de fondos y otros riesgos".
El anuncio surge como continuidad de la reciente Cumbre de la Américas, en la que quedó formalmente sellada la creación de la Alianza. Participaron 12 paÃses que, de acuerdo con las cifras del gobierno estadounidense, representan el 32% del PBI mundial. Los invitados fueron Barbados, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, México, Panamá, Perú, Uruguay.
La ayuda humanitaria adicional para frenar la presión en la frontera sur, contener a los refugiados, migrantes y poblaciones vulnerables en todo el hemisferio occidental, incluidos los desplazados en América Latina y el Caribe, especialmente los venezolanos, proviene de distintas dependencias. Más de 310 millones de dólares se canalizarán vÃa la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Departamento de Estado; y más de 174 millones a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.
"Somos un paÃs de inmigrantes, con 63 millones de latinos y millones más con raÃces en el Caribe que están fortaleciendo comunidades en todo los EEUU", describió Biden.
Ese paquete se suma a los 89 millones anunciados el viernes pasado, con origen en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Los fondos del BID estarán orientados a proyectos de integración y fortalecimiento de las economÃas locales, como antÃdoto en contra de la migración a los Estados Unidos. En palabras de Fernández, la asistencia buscará "estabilizar las comunidades de refugiados e inmigrantes" a través de servicios que incluyan infraestructura, educación, seguridad y oportunidades económicas.
"Biden lo dijo claramente: no hay razón para que Américas no sea la región más próspera, democrática y segura del mundo. Tenemos un potencial ilimitado. Podemos alimentar y dar energÃa con abundantes recursos naturales al mundo. Sin embargo, cada uno de nuestros paÃses, incluido Estados Unidos, se enfrenta a retos difÃciles como el cambio climático y la desigualdad de ingresos", afirmó el subsecretario para el Crecimiento Económico, EnergÃa y Medio Ambiente.
En el foro de la APEP, los presidentes y cancilleres acordaron centrarse en 3 cadenas de suministros: energÃa limpia, semiconductores y suministros médicos. "A través de la Alianza tenemos previsto canalizar inversiones, desarrollar a la próxima generación de emprendedores que creen empresas y empleos, capacitar trabajadores para el futuro digital y preservar el medio ambiente", detalló el funcionario de Biden ante LPO.
Respecto a la apuesta por los semiconductores, Fernández destacó la puesta en marcha de la Ley de Chips. Sancionada en agosto del año pasado, destina más de 50.000 millones de dólares para la fabricación nacional de semiconductores. Ese desembolso se empezó a repartir este año entre financiamiento directo, préstamos federales y garantÃas de préstamos. Se trata de una de las mayores inversiones federales en una sola industria en décadas. ¿Motivos de semejante esfuerzo? La preocupación de Washington por la dependencia que tiene Estados Unidos de los chips extranjeros. El objetivo a su vez es frenar el acceso y la capacidad de China para producir chips informáticos avanzados.
La Ley de Chips a su vez prevé 500 millones para apoyar la región. El Departamento de Estado ya cerró dos acuerdos con Costa Rica y Panamá para que ambos paÃses se sumen al circuito de fabricación de estos componentes básicos de los celulares y las computadoras. AsÃ, el gobierno de Biden pretende garantizar la cercanÃa y el control de las cadenas de suministro de valor.
"Hay muchas empresas de Japón, Corea y los Estados Unidos que quieren instalar fábricas de chips en la región para cambiar sus fuentes de suministro", relató el subsecretario Fernández. Pero al funcionario de Biden señaló una traba para esa tendencia. "El gran problema que citan las compañÃas es que no pueden encontrar mano de obra capacitada. Si podemos usar el entrenamiento que anunciamos para Costa Rica, Panamá y México, vamos a mejorar e incentivar la inversión y mejorar mano de obra en región y vamos a incorporar otros paÃses", prometió.
Sobre la posibilidad de ampliar la APEP a otros paÃses, Fernández negó que contar con un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos sea una condición excluyente. "Lo que tenemos que abordar va más allá de los tratados de libre comercio. Hay temas que han impedido el crecimiento inclusivo en la última década. Hay paÃses con los que tenemos y, aun asÃ, no han crecido porque no tienen climas favorables de inversión, no tienen un sistema judicial que de confianza a inversionistas, no tienen un sistema de capacitación de su mano de obra que atraiga empresas digitales, más la violencia y la inseguridad que son tragedias que ya conocemos", argumentó.
En ese punto, el subsecretario para el Crecimiento Económico, EnergÃa y Medio Ambiente recordó un dato clave. En la última década, el crecimiento económico en promedio de América Latina no alcanzó el 1% por año. Incluso por debajo de lo que registró la región en la llamada década perdida de los ochenta. "Es algo que tenemos que cambiar", concluyó Fernández.
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