UIA: Méndez avisa que no hará "antikirchnerismo"
El dirigente plástico, que reemplazará a Lascurain en la presidencia de la UIA, proviene del ala empresarial más crítica hacia el kirchnerismo. Sin embargo, dice que intentará mantener un delicado equilibrio entre la defensa de los intereses sectoriales y la relación con el Gobierno.
Si alguien espera que la gestión de Héctor Méndez al frente de la Unión Industrial Argentina (UIA) que arranca mañana tenga un perfil abiertamente opositor, seguramente se equivocará: el dirigente plástico intentará mantener un delicado equilibrio entre la defensa de los intereses sectoriales y la siempre complicada relación con el Gobierno de los Kirchner, informó el diario Ambito Financiero.

Méndez, que conoce bien el hábito del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, de llamar a las seis de la mañana para reclamar por temas que van desde el precio de la lechuga (aún cuando no sea un producto industrial) hasta las declaraciones periodísticas de algún empresario, volverá a mantener su celular encendido y a su lado las 24 horas; no sea cosa que quieran comunicarse con él desde Comercio (o desde Olivos) y no esté para atender la llamada.

La designación de Méndez fue acompañada por una especie de “dream team” que se conformó para rodearlo, pero también fue producto de un declarado deseo de más de un alto empresario de no presidir la UIA en un momento tan crítico como el que prenuncia la conjunción de la crisis internacional y la inminencia de las elecciones (más lo que quedará en el país después del 28 de junio).

Así, tal como explicó este diario, quedarán afuera de la primera línea viejos protagonistas de la vida de la central fabril, que por razones diametralmente opuestas se retiraron de la conducción: el papelero Héctor Massuh -uno de los ideólogos de la devaluación- y el gráfico Juan Carlos Sacco, que prefirió centrar sus esfuerzos en su propio gremio.

El presidente que asumirá mañana lo hace en nombre de la lista Celeste y Blanca, una de las dos en que se divide la UIA, y en la que la poderosa COPAL (alimentarias) es la fuerza motora, y su “alma mater”, el grupo Ledesma.

Su reemplazado, Juan Carlos Lascurain, había sido designado por la Industriales, corriente cuyo viento de cola lo conforman Techint y Arcor. Si bien Lascurain -un hombre de la industria metalúrgica, o sea, cliente de Techint- llegó a la presidencia prohijado por Paolo Rocca, su gestión y su apoyo casi irrestricto a todo lo que hacen los Kirchner terminó distanciándolo de Techint. Sucede que este grupo -que vuelve a colocar a Luis Betnaza, mano derecha de Rocca. como uno de los vicepresidentes de la UIA- no pasa por su mejor época en su relación con el Gobierno: episodios como las concesiones viales, de las que los excluyeron insólitamente por “falta de antecedentes técnicos” y la inacción oficial ante la expropiación de Sidor (hasta ahora confiscación, porque no se pagó un dólar por ella) en Venezuela tensaron hasta lo insoportable el vínculo.

De todos modos, es un hecho que los “celestes y blancos” -entre los que se cuentan Miguel Acevedo, de Aceitera General Deheza; Federico Nicholson, de Ledesma, y Cristiano Rattazzi, de Fiat, entre otros- suelen tener (al menos en público) posiciones más críticas hacia el Gobierno que los “industriales”, cuyas figuras más notorias en esta conducción volverán a ser Adrián Kaufmann Brea (Arcor) y José Ignacio de Mendiguren. Ese dato, más que el protagonismo que asuma Méndez, marcará el tono de la relación con los Kirchner.

Sin embargo, al margen de lo que puedan tejer sus dirigentes, será imposible acercamiento alguno si la tozuda realidad se emperra en arrojar datos que confirman la caída de la actividad industrial. La cifra, elaborada por el Centro de Estudios de la UIA, disgustó tanto al Gobierno, que tanto desde el INDEC como la propia ministra de Producción, Débora Giorgi, salieron a tratar de devaluar el dato; la funcionaria seguramente no recordó -cuando dijo que la UIA no contaba con datos suficientes para elaborar un índice- sus días al frente de ese mismo centro de estudios.

Se abre una etapa más que interesante, entonces, en la vida empresaria argentina: Méndez -un hábil marinero en la vida real, adepto a la náutica y propietario de una bella embarcación- deberá navegar entre la fuerte marejada que forman los reclamos de los industriales del interior (duramente golpeados por la caída de la actividad agropecuaria) y las exigencias que le lloverán desde el Gobierno de los Kirchner, que está dando muestras de una vocación de poder y de hegemonía pocas veces vista en la historia reciente.

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