Al menos hasta octubre, el conflicto entre el gobierno y el campo no tendrá solución. Ambas parten navegan en un espacio de sostenimiento momentáneo, cada uno apoyado en distintas pautas pero con la ansiedad de que las elecciones legislativas sirva como plebiscito o puerta de entrada a la baja en las retenciones, según el caso.

Aunque se hablen de anuncios en la lechería o la ganadería, el tema de fondo son las retenciones a la soja. Y eso es algo que la propia Cristina Kirchner ya demostró que no va a dar el brazo a torcer. Personalmente, se acercó a la mesa de negociación con la Mesa de Enlace y les avisó que no se van a tocar las retenciones y hasta se animó a desafiarlos, diciéndoles que avancen por la vía legislativa.

En el mismo sentido, hoy desde Córdoba la cúpula dirigencial agraria adelantó que ya la semana próxima irá al Congreso con proyectos para lograr lo que busca desde hace un año. Saben que, igualmente, va a ser muy difícil que lo consigan hasta que no se reviertan numéricamente la cantidad de bancas que, pese a una notable merma, sigue ostentando en la Cámara Baja el oficialismo.

Claro que puertas adentro del kirchnerismo sienten que lo que el campo busca es un cambio del modelo económico. Por eso seguirán “corriéndolos” públicamente con que la entrega de puntos en las retenciones produciría un desbalance fiscal que resentiría la inversión en hospitales, escuelas, y cuanto otro término de sensibilidad social aparezca.

Toma y daca

El gobierno no se está tirando de cabeza sin corroborar previamente que hay agua en la pileta. Esa agua es, según entienden, una visible caída en el poder de convocatoria y de movilización del campo. Basta con comparar el acto en capital que jaqueó al kirchnerismo con las apenas 2.500 personas que hoy se acercaron a ver a quienes los representan frente a los interlocutores de Cristina.

Así las cosas, entienden que hoy por hoy, la fuerza de las protestas agrarias son un tema “manejable”. Por eso activan un andamiaje de coqueteo con las ofertas que les permite mantenerse activos, con anuncios para dar –aunque muchos sean insignificantes para la crisis- y con voz para mirar al campo como un grupo “insensible” que “exige más de lo que debe”, tal como buscan dejarlos en exposición.

Lo que hace es darle un poco de algo, y a la hora de llevar el acuerdo al papel lo limita. Así, en la próxima reunión se queda con caras para jugar. La carta que ellos mismos se generaron con la complicación del acuerdo que generaron vía aplicación del anuncio en el Boletín Oficial, por ejemplo. Siempre, claro está, sin siquiera acercarse al techo, que no es otro que la baja en las retenciones.

La Mesa de Enlace, mientras tanto, fluctúa entre la necesidad de llevar noticias a las bases, sentir la espada sobre la cabeza de que nada sirve excepto conseguir las retenciones y por otro tener que sentarse a negociar con pesos pesados, como Florencio Randazzo.

Así las cosas, el status quo que ambas partes aceptan es sostener el conflicto hasta octubre. Allí, el kirchnerismo buscará un triunfo que de aire a su gestión y les sirva de muestra de apoyo a su modelo económico y no el que reclama el campo. La Mesa de Enlace, apostará a la pérdida de bancas K en el Congreso que le permita, vía bloques opositores, imponer sus propios proyectos.