López Obrador basó buena parte de su campaña en la promesa de llevar el crecimiento a un piso del 4%, para recuperar los años dorados de México de los cincuenta a los setenta, cuando se implementó una polÃtica económica conocida como "el desarrollo estabilizador".
Para ello, apenas asumió hizo un ajuste fiscal durÃsimo en el gasto del estado, que llegó a extremos de suspender fondos para programas de niños con cáncer, además de la paralización casi total de la obra pública del paÃs, dejando más de 3.000 obras sin fondos. Bajo el slogan de "se terminó el derroche" esperaba dinamizar una economÃa que Peña Nieto le entregó creciendo al 2,5% del PBI, una cifra inaceptable para AMLO.
Pero la combinación del ajuste con su muy polémica decisión de cancelar la mega obra del nuevo aeropuerto de la ciudad de México, la más grande de la historia del paÃs, asustó al sector privado y llevó a la economÃa a un tobogán que la ubica cerca de la recesión. El 0,7% proyectado recientemente por el BBVA para 2019 muestra la magnitud de la dificultad para encontrarle la vuelta.
En su favor, vale recordar que en lÃneas generales todos los primeros años de los seis que dura un mandato presidencial se observa una desaceleración estacional. Pero la magnitud de la desaceleración hace entrever razones más profundas y que también afectarán al 2020, año en que el Bance Central de México (Banxico) proyecta apenas 1,8% de crecimiento.
Al no poder hablar de "crecimiento" sin que le exploten sus promesas de campaña en el rostro, en julio AMLO cambió el vocablo por "desarrollo". Es decir, propuso dejar de mirar la cantidad del movimiento de la economÃa y pasar a hacer foco en lo cualitativo y en la distribución de la riqueza generada. El recurso dialéctico no parece haber convencido a los méxicanos si se miran los sondeos de imagen: López Obrador perdió desde que asumió entre 15 y 20 puntos de imagen positiva y cayó de un celestial 70% de aprobación a un más terrenal 50%.
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Pero las reformas de la Cuarta Transformación, como bautizó a su gobierno, no terminaron de redefinir las nuevas reglas de juego para la inversión privada y las empresas están atentas a las novedades que podrÃan surgir la semana próxima antes de decidir nuevos proyectos de inversión.
Como explicó a comienzos de este mes el economista en jefe del BBVA, Carlos Serrano, por un lado, se parte de un contexto mundial que será adverso ante la creciente tensión comercial en el mundo, lo cual ya tiene un efecto claro en la economÃa de Estados Unidos y que es la que más está ligada a México. Y por el otro, están todos los factores internos: en especial la incertidumbre de hacia dónde van las polÃticas económicas y la caÃda de la inversión, que ya lleva siete años en picada.
Y este es el punto clave. Por un lado, la apuesta de López Obrador a un "revival" del modelo de nacionalismo económico petrolero del PRI de los años '70 no convence a los inversores, porque a la hora de hacer los números, el vector de precios relativos evidencia que el precio del petróleo no rinde lo que supo rendir en la edad de oro del capitalismo mexicano y la situación de Pemex, la petrolera de bandera, genera más dudas que confianza. Por el otro, para el ordenamiento de la economÃa, el ajuste que hizo golpeó al consumo y acható aún más el PBI.
Incluso si el programa del nuevo ministro Arturo Herrera despierta alguna simpatÃa y parece factible que logre un superávit primario del 1% del PBI este año con el que reducir gradualmente el peso de la deuda, la ayuda oficial a Pemex es a priori escasa: "Se queda corto, creemos que necesita 20 mil millones de pesos adicionales al año y la única manera de lograrlo es atrayendo capital privado", afirmó Serrano.
El capital privado es justamente el que desconfÃa de López Obrador luego de que, sin explicaciones técnicas pertinentes, congelara las obras casi concluidas del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Con esa decisión dejó a los inversores sin capacidad de cobrarse lo invertido del usufructo de la nueva terminal tal y como estaba previsto en los pliegos de la obra iniciada por su antecesor. Aunque les propuso un esquema alternativo de cobro, la falta de seguridad jurÃdica para las inversiones no logra revertirla, incluso en un mundo de tasas bajas de interés que busca rentabilidad en los paÃses en desarrollo.
Los números están a la vista, el Instituto Nacional de EstadÃsticas de México informó la semana pasada que en el segundo trimestre la economÃa creció un 0,3% interanual y no llegó al 0,1% respecto del trimestre previo. Con estos datos, AMLO esquivó una recesión técnica, pero no pudo negar lo evidente: sus polÃticas no lograron reanimar ningún sector de la economÃa. La actividad primaria cayó 3,4% respecto del primer trimestre, la industria se desaceleró 0,2% trimestral y los servicios mostraron en junio un crecimiento del 0% respecto de mayo.
Estos datos le dieron la razón al banquero central, Alejandro DÃaz de León, que dÃas antes habÃa advertido que "La desaceleración es mayor a la anticipada, estamos muy por debajo de nuestro potencial" y que este miércoles dará a conocer sus proyecciones sobre lo que resta del año y 2020.
El consenso entre economistas e instituciones financieras actualmente apunta a un PBI creciendo entre el 0,5% y el 0,7% este año y las expectativas por ahora no coinciden con la promesa del presidente de lograr avanzar arriba del 2% que López Obrador quiere que figure el Presupuesto que el próximo 8 de septiembre Arturo Herrera deberá entregar al Congreso.
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