Editorial
Es el relato, estúpido
Por Leandro Bruni
A contramarcha de lo que muchos analistas podrían esperar, el gobierno de Milei sigue contando con un elevado apoyo de las encuestas.

En la campaña presidencial estadounidense de 1992 George Bush padre parecía encaminado a la reelección. La caída de la URSS y con ella el triunfo de Estados Unidos en la Guerra Fría era expuesto como la mayor fortaleza del candidato. Sin embargo, James Carville -estratega de Bill Clinton- sintetizó el rumbo que debía adoptar comunicacionalmente la campaña del demócrata para diferenciarse del republicano con una sencilla pero provocadora frase: "es la economía, estúpido". La clave comunicacional no estaba en disputarle a Bush un tema en el que él era fuerte, sino poner en el centro del debate público, encuadrar y posicionarse como alguien capaz de solucionar la debilidad del gobierno en materia económica. Tras el triunfo de Clinton, esta anécdota cobró relevancia entre los estudiosos de las campañas electorales, siendo un ejemplo de la importancia de tener una estrategia comunicacional para conectarse con las personas y suscitar su apoyo. En la misma senda está el gobierno de Javier Milei. Si bien la economía pareciera ser el tema central de este momento histórico, lo cierto es que la batalla principal es por el relato político. Lo que importan no son solo las acciones, sino el sentido que les damos. No es la economía, es el relato, estúpido.

Cuando se habla de relato político en la jerga de la consultoría política y académica se está haciendo referencia a una estrategia de comunicación política cuya finalidad es persuadir a la opinión pública a partir de la construcción de determinadas narrativas. En esta historia contada por la política se establecen buenos y malos, héroes y villanos, un punto de partida negativo que tiene que ser afrontado y superado para alcanzar la visión propuesta por el líder y finalmente un futuro esperanzador. En la práctica, los relatos políticos funcionan ordenando la caótica realidad, dándole sentido a las acciones de gobierno, siendo heurísticos cognitivos e incentivando la acción por parte de las personas. La clave de su funcionamiento está en el formato de historia con el que los seres humanos hemos entendido y expresado nuestro mundo tanto desde el proceso evolutivo del homo sapiens, como también el crecimiento desde que somos niños. Las historias nos acompañan como especie y como personas.

Si algo quedó claro con el discurso de Apertura de Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación es que Milei busca consolidar su relato político. En su narrativa, el libertario llega al poder por el fracaso de "políticas empobrecedoras", una "casta política que vive de las personas" y solo "terminando con el Estado" y "liberalizando la economía", la "argentina podrá volver a ser grande nuevamente". Diagnóstico inicial, villanos, héroe, visión y futuro esperanzador. La novedad del pasado 27 de febrero es que el concepto abstracto de casta y de privilegios comenzó a tener nombres propios como Télam, INADI, Cristina y Máximo Kirchner, el sindicalista Roberto Baradel y Juan Grabois. Además, decidió omitir de esta categoría antagónica a la UCR y al PRO, a pesar de que en campaña electoral también habían sido objeto de ataque. Es evidente que con esta decisión Milei no pretende establecer puentes con el kirchnerismo, sino consolidar a su "enemigo" para galvanizar a los propios seguidores y tender lazos afectivos con el ala más dura del PRO. Cabe recordar que la variable que unificaba a los votantes de Patricia Bullrich y Milei durante el proceso electoral del 2023 no era la Escuela Austríaca, la dolarización o los váuchers educativos; era el antikirchnerismo.

En el medio de este proceso de consolidación del relato político la noticia sobre los aumentos de sueldos para senadores y diputados generan un ruido disonante entre los simpatizantes del gobierno. Está claro que las cuentas nacionales no se verán afectadas por el 30% de aumento que rubricaron la presidenta del Senado, Victoria Villarruel y su par, el presidente de Diputados, Martín Menem. Pero lo cierto es que es difícil sostener comunicacionalmente la narrativa de "lucha contra la casta", "el fin de los privilegios para los políticos", "la crisis la pagan los políticos y no la gente", cuando aparece un sorpresivo aumento de esta magnitud para lo que Milei considera "el nido de ratas". Tal es la preocupación narrativa que generó el hecho que la reacción del presidente no se hizo esperar. En pocos días pidió retrotraer la medida; trató de encuadrar el aumento en decretos de gobiernos anteriores, a los cuales él se encargaría de derogar; se conoció que su propio sueldo había aumentado casi 50% y trató de justificarlo; decidió polarizar la discusión al confrontar con CFK; y anunció por televisión el despido del secretario de trabajo.

A contramarcha de lo que muchos analistas podrían esperar, el gobierno de Milei sigue contando con un elevado apoyo de las encuestas. La consultora Zubán Córdoba advirtió, en su informe de fines de febrero, un apoyo a la gestión del 45%. Sin embargo, ante un escenario de aún elevada inflación y en los propios términos del gobierno "la llegada de meses difíciles", preservar y fortalecer el relato político resulta una tarea estratégica. Las personas necesitan entender el mundo en el que viven, y darle sentido al esfuerzo que se les está pidiendo. Lo más probable es que el relato de Milei nunca pueda persuadir al kirchnerista convencido, pero si contener a sus propios votantes y a una masa a critica de electores que aún lo apoyan. Se le suele atribuir a Napoleón Bonaparte la frase "la opinión pública es un poder al que nada resiste". Si el gobierno quiere seguir suscitando ese poder, deberá evitar que su relato político se astille.

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