China se volvió en el epicentro del poder global. En medio de las tensiones en Medio Oriente y la guerra en Ucrania que se encamina a cumplir dos años, el Partido Comunista chino recibe a representantes de 130 países de América Latina, Eurasia y África en el marco de una conferencia internacional sobre su proyecto de desarrollo Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI).
Entre los presentes se destaca el ruso Vladimir Putin que desde el inicio de la guerra ha decidido reducir al mínimo los viajes internacionales por temor al cumplimiento de la orden detención de la Corte Penal Internacional, motivo por el cual decidió no participar de la cumbre de los BRICS en Sudáfrica.
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Xi Jinping y Putin rubricaron su alianza estratégica en febrero del año pasado, antes de la invasión rusa a Ucrania, y desde el inicio del conflicto que China es sostén económico, político y financiero de Moscú.
Ahora como anfitrión, Xi Jinping muestra musculatura económica y se pone en el centro de la escena internacional frente a los conflictos globales que se vienen desarrollando. La BRI es un programa de desarrollo global de infraestructuras e integración de mercados, arrancó hace una década y es visto como el proyecto clave para extender el alcance global de China, que espera que el foro ayude a impulsar su posición como potencia mundial en medio de su puja con Estados Unidos.
La Casa Blanca mira con atención cada jugada de Pekín, sobre todo en relación al mundo árabe donde China decidió oficiar de mediador en la normalización de relaciones entre dos acérrimos adversarios como Arabia Saudita e Irán. Además, los saudíes integran desde 2022 la Organización para la Cooperación de Shangai, una ambiciosa estructura política, económica y de defensa y seguridad que integran también Irán y Rusia.
La retirada de Washington de Medio Oriente es visto por China como una oportunidad. Esto mismo refleja un reciente artículo de Axios que sostiene que "Beijing está tratando de utilizar el estallido de violencia entre Israel y Hamas para ganarse el favor de los estados árabes y obtener su apoyo para la agenda global de China".
"Las declaraciones inmediatas de China después del ataque, que incluían un llamado a un Estado independiente de Palestina, decepcionaron a los funcionarios israelíes. Beijing analiza el conflicto entre Israel y Palestina y se da cuenta de que Israel nunca se dejará desviar del bando estadounidense", agrega.
El docente de la Universidad de La Plata y especialista en China, Gabriel Merino asegura que "China se está presentando como la gran potencia mediadora, un juego diplomático que se vio en el auspicio en el diálogo entre Arabia Saudita e Irán que, además, son potencias petroleras que le venden a China y acaban de formalizar el ingreso a los BRICS".
"Para consolidarse como potencia global, China necesita que haya estabilidad en la región y que los conflictos no escalen. China, con Medio Oriente, tiene mucho interés en reforzar junto con Rusia e India a una gran Eurasia, por eso también la propuesta de la Franja y la Ruta", agrega Merino.
Para el especialista, "el mundo árabe se siente incómodo con Occidente porque se siente juzgado en el ordenamiento de sus sociedades y cosmovisiones. China le permite un equilibrio y por eso la carta es no meterse en asuntos internos. Tienen un complemento muy fuerte con los países petroleros y productores de materias primas y eso fortalece la relación".
"China busca un ordenamiento internacional basado en leyes y mediaciones comunes. Busca potenciar a la ONU y organismos multilaterales y en conflicto palestino-israelí lo que defiende es la solución de dos Estados. Presiona tanto Israel para que acepte las resoluciones de las Naciones Unidas pero también a Hamas para que acepte esta salida y puedan sentarse a negociar. Obviamente desde el Occidente Geopolítico vana usar eso con una lógica maniquea que sostiene que eso es en favor de Hamas", apunta.
Por su parte, el coordinador del Centro de Estudios sobre Asia del Pacífico e India de la Universidad Nacional de Tres de Febrero e Investigador del Conicet, Sergio Cesarín, dijo a LPO que "el mejor provecho que puede sacar China de Medio Oriente en este contexto es mayor intervencionismo diplomático y mostrar una disposición en Política Exterior den alto perfil, que es una de las estrategia que China viene desarrollando desde la primera década de este siglo, es decir, mostrarse como un actor responsable con capacidad de intermediación en conflictos internacionales. Israel-Palestina es uno de los principales".
Cesarín explica que la relación de China con el mundo árabe de construcción, acercamiento permanente y de identificación histórica, sobre todo en el caso del Movimiento Palestino en donde siempre apoyó a la OLP de Arafat. Entonces, la comprensión del colonialismo, la intervención de grandes poderes extranjeros y moderación de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos de las fronteras y los mapas e incluso la creación del propio Estado de Israel ha puesto a China más cerca de la reivindicaciones del mundo árabe".
"El proceso de construcción se fue dando gracias a la apertura de China y una mayor correspondencia económica y comercial y fundamentalmente desde el punto de vista energético dada que la situación en Medio Oriente en ese sentido es crítica", añadió.
Por último, Sergio Cesarin aporta que "Xi Jinping firmó con Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, un acuerdo estratégico del más alto nivel y fue clave para que Palestina sea considerado observador no miembro en las Naciones Unidas".
"Mientras Biden viaja a Israel como señal de apoyo a Israel, China intenta mostrarse equidistante porque al margen de esta relación con el mundo árabe y los palestinos, Beijing tienen muy buenos vínculos con Israel, sobre todo en material de innovación tecnológica y defensa", culminó.
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