Africa se convirtió en un nuevo frente de conflicto entre Rusia y Europa. El 27 de julio se produjo un golpe de estado en Níger donde las Fuerzas Armadas alentadas por Vladimir Putin destituyeron y detuvieron al presidente Mohamed Bazoum, elegido democráticamente y en el poder desde 2021.
La noticia fue un duro golpe contra la Unión Europea y sobre todo para Francia, dado que se trata de una de sus ex colonias con quien el país galo sigue teniendo relación de subordinación. Con el golpe, Níger anunció el fin de la colaboración militar con Francia y la ruptura de relaciones diplomáticas y obligó a Macron a evacuar más de 500 franceses.
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La caída del gobierno de Níger es el tercer golpe de estado del continente africano en los últimos tres años, marcando un notorio retroceso en la democratización de Afica. Los anteriores fueron en Mali y Burkina Faso, donde los militares tomaron el poder en un contexto de violencia descontrolada por el terrorismo de Isis y Al Qaeda. Pero el dato fuerte es que los tres eran gobiernos de la llamada región Sahel, aliados de Occidente
Lo llamativo en este juego geopolítico es que un día después del golpe en Níger, Putin fue anfitrión de la cumbre Rusia-África en San Petesburgo en donde anunció que iba a estudiar el plan de paz propuesto por las naciones africanas para terminar con la guerra en Ucrania.
La cumbre transparentó el crecimiento de la influencia rusa en países africanos con relaciones históricas con Europa. Putin ofreció además contratos de armas y envió granos gratis que, de concretarse, pondría a esa zona bajo la esfera de influencia ruso-china.
Putin convocó a la cumbre en San Petesburgo ante la amenaza de Nigeria, Costa de Marfil y Senegal de avanzar en una posible invasión de Niger dividiendo la región en dos: por una lado Niger, Burkina Faso, Mali y Guinea, todas ex colonias francesas que decidieron estar con Rusia y China; y por el otro Nigeria, Senegal, Costa de Marfil y el resto de los países ECOWAS integrado por Benín, Cabo Verde, Gambia, Ghana, Guinea-Bisáu, Liberia, Sierra Leona y Togo que se sostienen con el apoyo de Francia.
En este contexto, la amenaza de guerra regional es real y es otro caso más de guerras "Proxy", concepto como se conocen a los territorios en donde las potencias para medir fuerzas y probar armamento, sin enfrentarse directamente.
Si bien la zona es el "patio trasero francés" por su relación económica y monetaria, se trata también de una zona que es estratégica para España y la Unión Europea, sobre todo en términos de migración y seguridad.
Otro dato que muestra el vínculo de Rusia con África es el crecimiento del comercio, que mueve entre 15 y 20 mil millones de dólares. Putin anunció la cancelación de 90 millones de dólares de deuda y contratos de armas con más de 40 países, algunos de ellos de forma gratuita, en una clara muestra del objetivo ruso de aumentar su influencia en el continente.
Putin también confirmó que Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, Eritrea y República Centroafricana recibirán cada uno de 25.000 a 50.000 toneladas de grano ruso en los próximos tres o cuatro meses.
El primer contacto de Rusia con el continente fue a través del grupo de mercenarios Wagner que ofrecen servicios de seguridad y explotan recursos naturales en naciones que se encuentran en guerra civil. Faustin Archange Touadera, presidente de República Centroafricana, planteó que Rusia había salvado su democracia y evitado una guerra civil. Este grupo, cuyo líder intentó levantarse contra Putin pero fracasó, puede convertirse en parte de la seguridad del país con el nuevo gobierno militar.
Lo que se viene observando en los países africanos que decidieron plegarse al bloque ruso-chino es una narrativa y sentimiento anti-occidental que ha llevado, entre otras medidas, a eliminar el francés de la educación pública.
El interrogante es la capacidad que tenga Rusia de sostener un nuevo frente en medio de la guerra con Ucrania, en la que es evidente la falta de tropas y material bélico que enfrenta Putin.
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