
Pedro Sánchez tiene la potestad de armar las listas electorales del PSOE con apenas gente de confianza y asesores de la etapa post Redondo. Para esta campaña, el presidente del Gobierno necesita que las caras que aparezcan en las listas reflejen la gestión y los logros de estos cuatro años. No solo habrá lugar para los derrotados del 28M, sino también para las figuras del partido.
Luego de que Nadia Calviño se rehusara que su nombre aparezca en las listas, Sánchez ha ofrecido a su vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, la segunda posición en la lista del PSOE por Madrid. A diferencia de la primera, la ministra para la Transición Ecológica pertenece a la formación y es la cara de una de las políticas más ambiciosas del Ejecutivo.
Fue el presidente quien aseguró que "el cambio climático mata" en julio pasado, desde Casas de Miravete, en uno de los veranos más calientes de la historia. Frente al negacionismo climático que le atribuye al PP -pese a que Alberto Núñez Feijóo se comprometió a preservar el ambiente-, Sánchez busca apuntar a Isabel Díaz Ayuso, la rival implícita de la contienda, y a los postulados de Vox.
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Algo similar ocurre con Margarita Robles, según confirmó LPO con fuentes socialistas. Pese a que se trata de una independiente, la ministra de Defensa ha sido una de las mejores laderas del presidente, incluso haciendo sentir el peso de su cartera puertas afuera de España. La invasión rusa a Ucrania la catapultó al ojo público como nunca antes.
Robles ha despreciado las posiciones pretendidamente pacifistas de Podemos. "Ellos sabrán si les resulta compatible o no estar en el Gobierno", apuntó por la oposición de los morados al envío de armas a Ucrania. La ministra, que irá cuarta en la lista por Madrid, ayudó a crearle a Sánchez la imagen de estadista, con Emmanuel Macron en crisis y con desacuerdos con la Casa Blanca, y Olaf Scholz sin levantar vuelo, y considerado un aliado confiable por la OTAN.
Un exasesor en el Congreso de los Diputados dice a este medio que el PSOE vive una falta "obvia" de caras "viejas y nuevas" capaces de atraer a los votantes. Andrea Fernández, secretaria de Igualdad, suena como candidata en León, al igual que Víctor Camino, secretario general de las Juventudes Socialistas, para el Congreso por la lista de Valencia. Todavía no hay confirmación en ninguno de los dos casos.
Pero Sánchez ha perdido la última palabra en territorios como Cataluña. Allí encabezará la lista Meritxell Batet, presidenta del Congreso de los Diputados, por una decisión de Salvador Illa. El presidente logró colocar en la lista al ministro de Cultura, Miquel Iceta, el artífice de la política de Ferraz hacia Cataluña, que incluye el deshielo con el independentismo y el repunte del PSC.
La estrategia de Sánchez se probará en el Comité Federal del PSOE del sábado, cuando los socialistas acepten las listas de Moncloa. En algunas comunidades y provincia hay complicidad y disciplina: María Jesús Montero será la primera en la lista por Sevilla. La jerarquía del líder se combina con las recomendaciones de su círculo. En su rol de vicesecretaria general del PSOE, Montero ha colocado a ministros y barones que se han quedado en el camino.
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Sánchez busca nombres con experiencia y poco desgaste. Ninguno de sus ministros tiene tanto vuelo como la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, pero tampoco tanta reprobación como Irene Montero. El presidente no ve imposible ganarle al PP y en esas listas ya perfila futuros ministros, aunque sus concejeros le recuerdan que primero hay que sobrevivir a la elección más dura su carrera.
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