En abril, el director de la Agencia Catalana del Agua (ACA), Samuel Reyes, advirtió que la región de Barcelona "podría entrar en una situación de emergencia en 4 ó 5 meses", debido al continuo descenso en el nivel de los embalses.
La proyección de este funcionario se acaba de hacer realidad. En las últimas horas, la Generalitat decretó el estado de emergencia en 24 municipios.
Se trata de la fase más extrema y delicada del semáforo del Plan Especial de Sequia elaborado en 2020. Nunca antes se había llegado a este escenario.
Al activarse la emergencia, queda prohibido el riego agrícola y se establece una limitación del consumo de agua de máximo de 200 litros por habitante y día. Los municipios afectados corresponden a las unidades del acuífero del Fluvià Muga, en el Alt Empordà (Girona), y del embalse de Riudecanyes, en el Baix Camp (Tarragona).
Todo hace indicar que los municipios y ciudades servidas por los ríos Llobregat y Ter (la región central de Barcelona) podrían entrar en breve en esta situación de emergencia.
"Se toman estas medidas de manera preventiva para garantizar el agua de boca", aclaró Reyes sobre el por qué de la medida.
Cataluña es una de las comunidad autónomas más afectadas por la fatal de lluvias. Pero no la única. Según los últimos datos difundidos por Greenpeace, ya son más de 600 los municipios (andaluces y catalanes, en su mayoría) que sufren restricciones en el uso del agua.
Límites que van desde cortes totales en el abastecimiento, o cortes nocturnos, hasta limitaciones en usos agrícolas, industriales, lúdicos, prohibición de riegos en zonas verdes (públicas y privadas), limpieza de calles con agua potable y reducción en las dotaciones de agua por habitante.
Las restricciones alcanzan, por tanto, a casi 8,7 millones de personas, el 18% de toda la población de España.
El agua embalsada en toda la península está hoy en el 42,16% de su capacidad, muchísimo mas bajo que la media de los últimos diez años para esta semana del año (58,49%).
En los embalses de Andalucía el porcentaje es solo del 23,52%, casi seis puntos porcentuales menos que para esta época del año en 2022.
Días atrás, el consejero de la Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz, advirtió de que "si no llueve de aquí a final de año" la situación será "alarmante" con cortes generalizados de suministros.
El informe de este Greenpeace, titulado "Carrera climática contrarreloj: cambio climático y eventos meteorológicos extremos en España", alerta que esta sequía no es algo excepcional: será la regla en las próximas décadas como consecuencia del cambio climático.
"España experimentará sequías diez veces peores que las actuales, y de que los períodos secos y el calor reducirán la disponibilidad de agua dulce, que amenazan las actividades humanas", explica esta ONG.
La organización destaca que se consume una cantidad de agua muy superior a la que el país se puede permitir. Se pone el foco en el cambio del modelo productivo de los últimos años, con un viraje hacia una agricultura y ganadería intensivas e industriales que se llevan el 80% del agua.
España es el país europeo con mayor superficie de cultivos de regadío. Un total de 4,1 millones de hectáreas (sin contar los ilegales), la mayoría en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León. El regadío "bebe" 80 de cada 100 litros de agua disponible.
José Albiac, investigador en gestión de agua de la Universidad de Zaragoza, alerta que la "reducción de los regadíos" es "indispensable" ante sequías y temperaturas extremas que serán cada vez más habituales.
El consumo doméstico de España, aclara este experto, es bajo respecto al de otros países europeos, por lo que el "problema" hay que buscarlo en el mercado.
"El ahorro de los hogares es importante, pero el principal problema radica en que se saca demasiada agua de los ríos para regar los campos", sintetiza Albiac. "Estamos ante un desajuste crónico e insostenible entre la demanda y la disponibilidad de agua", denuncia en la misma línea el Observatorio Ciudadano de la Sequía.
Según los datos de Greenpeace, el 75% del territorio español está en "grave riesgo" de desertificación, donde más de un millón de pozos ilegales extraen agua sin control.
"Tenemos que hacer frente a la emergencia climática y tomar medidas. Es importante gestionar mejor la escasez de agua, reduciendo el regadío intensivo e industrial y adaptarnos a la nueva situación", piden desde esta emblemática organización ambiental.
El caso del río Genal, un ejemplo de la mala gestión hídrica
La semana pasada, LPO reveló un caso testigo de la sobreexplotación de los acuíferos para satisfacer la demanda de agua de la agricultura intensiva.
El río Genal, afluente del Guadiaro, que discurre por la Serranía de Ronda, al oeste de la provincia de Málaga, se ha secado por completo por la demanda del cultivo de aguacates, producción tropical que no existía años atrás en España y que en esa región se ha incrementado de forma exponencial en el último tiempo.
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Málaga tiene hoy más de 7.600 hectáreas dedicadas a un cultivo que demanda muchísima agua. En climas mediterráneos, un solo árbol puede necesitar hasta 51 mm de agua por semana durante los meses calurosos y secos del verano, lo que equivale entre 7/10 mil metros cúbicos por hectárea al año.
Según el Registro de Industrias Agroalimentarias de la Consejería de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural de la Junta de Andalucía figuran 50 industrias de aguacate en Málaga.
En este región, la superficie de aguacate creció un 20% en los últimos cinco años. España produce casi el 83% del aguacate de la UE. Andalucía cerca del 70%. El continente consume alrededor de 144.000 toneladas de esta fruta tropical al año, de las cuales 97.000 toneladas se cultivan en España.
El 93% del volumen exportado tiene como destino la Unión Europea, destacando Francia con el 43%, seguido de Países Bajos (16%) y Alemania (13%). Las exportaciones se han incrementado en 5 años un 24% en valor.
"Vamos un panorama de colapso hídrico en donde ni siquiera los regantes que tienen una concesión desde hace siglos van a tener agua para regar sus explotaciones. Un colapso que va dejar a todo el mundo sin agua", advierte Antonio Muñoz, miembro de Ecologistas en Acción.
Y aclara: "La sequía influye en esta crisis hídrica, pero el factor determinante en el río Genal y en casi toda Andalucía es la sobreexplotación de los acuíferos para satisfacer a la agricultura intensiva. Que nadie nos engañe".
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