Vladimir Putin arrancó la purga. Serguéi Surovikin, comandante de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia y el hombre elegido por el presidente para cambiar el rumbo de la guerra en Ucrania, está detenido por su presunto apoyo a Yevgeny Prigozhin, dueño de la empresa mercenaria Wagner. Se trata de la primera baja dentro de la cúpula militar tras la fallida rebelión del fin de semana, que amenazó con llegar a Moscú y desafiar al Ejército.
La noticia fue confirmada por medios independientes rusos y por The New York Times, que asegura que Surovikin ayudó a Prigozhin a organizar el levantamiento, aunque no hay aclaración oficial ni una hipótesis convincente sobre el vuelco del general ruso, clave en la intervención en Siria y la supervivencia de su dictador, Bashar Al Assad, y enviado al frente ucraniano para contentar a Wagner y los combatientes chechenos por igual, crÃticos con el accionar de las tropas regulares.
Putin ofrece amnistÃa a los mercenarios de Wagner pero sugiere que irá por su lÃder
Surovikin lleva tres dÃas sin aparecer, su hija niega que esté detenido y el Kremlin evita aclarar su paradero: el presidente se debate entre esperar a que el general confiese o retirarle el beneficio de la duda y sacrificarlo en pos de reafirmar su autoridad. Pese a que Prigozhin encabezó una insurrección mal organizada y destinada a fracasar, Putin tiene problemas en territorio ucraniano y el malestar es creciente entre los soldados y el Ministerio de Defensa a cargo de Serguéi Shoigu.
Mientras tanto, Putin juega su juego. Ayer se mostró con el lÃder checheno Ramzan Kadirov, aliado incondicional y el encargado de repeler a las fuerzas de Prigozhin en Rostov del Don, la ciudad en la que Wagner comenzó la rebelión. Más tarde caminó por Derbent, en la región musulmana de Daguestán, donde fue recibido por seguidores y fieles que celebraban la Fiesta del Sacrificio, un ritual de degüelle de corderos, y se sacó selfis, animado y sin apuro, con la multitud.
El mandatario necesita legitimarse y reemplazar a los mercenarios de Wagner por hombres de las repúblicas de la Federación, algo que se venÃa haciendo desde que anunciara la movilización "parcial" de 300 mil reservistas, voluntarios y reclutados a la fuerza, en septiembre pasado. Ahora los necesita más que nunca. Si se confirman las versiones respecto a la detención de "oficiales" de Wagner en Siria, el grupo estarÃa acabado y la experiencia contratista deberá ser revisada por el Kremlin.
Por lo pronto, Wagner ya no estará en Ucrania. Lo deslizó el exoficial y actual titular del Comité de Defensa de la Duma (Parlamento), Andrei Kartapolov, quien confirmó que no habrá "recursos materiales" para la compañÃa mercenaria, después de que Prigozhin se negara a firmar un contrato con el Ministerio que encabeza Shoigu, su enemigo jurado y el objetivo real del levantamiento armado. Putin habÃa ofrecido a los sublevados incorporarse al Ejército regular, la cuestión que justamente desató la furia de Prigozhin.
Tampoco aparece el general Valery Gerasimov, jefe de Estado mayor y uno de los impulsores de la invasión a Ucrania, por su supuesta pasividad ante la iniciativa de Wagner. La información disponible indica que la decisión de que los tanques mercenarios llegaran a cientos de kilómetros de Moscú no fue avalada por Putin. Además, Gerasimov habÃa sido designado nuevo comandante en la guerra en enero y, sin avances reales en el frente, su suerte se agotó en pocos meses.
Si el Kremlin no puede garantizar éxitos militares en territorio ucraniano, al menos tiene que contentar a los cÃrculos ultranacionalistas crÃticos. Prigozhin fue neutralizado al ser recibido por el presidente bielorruso Alexander Lukashenko en el paÃs vecino, sin dudas para ser custodiado de cerca por el socio número uno de Putin en la zona.
Moscú se desquitó no con los mercenarios, sino con los ciudadanos de la región ucraniana ocupada de Donetsk al bombardear un restaurante en Kramatorsk. Rusia lo festejó reivindicando el supuesto asesinato de 50 oficiales ucranianos.
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