Ante la aceleración de la crisis climática y los impactos que ya están teniendo la multiplicación de eventos extremos (olas de calor, inundaciones, incendios forestales, pérdidas de cosechas, etc.), la comunidad científica empieza a alertar de la necesidad de un "golpe de timón" para evitar escenarios irreversibles y catastróficos en las próximas décadas.
Producto de los récords que se rompen semana tras semana (el Servicio de Cambio Climático Copernicus confirmó que julio de 2023 batió los registros en la temperatura media de la atmósfera y también en la temperatura media mundial de la superficie del océano), muchos investigadores están revisando las evidencias existentes e incorporando nuevas conclusiones para comprender las causas de esta aceleración y sus posibles consecuencias.
Este martes, un grupo de científicos climáticos liderados por el profesor Martin Siegert, de la Universidad de Exeter (Reino Unido), publicó un investigación en la que se recopilan nuevas evidencias sobre la vulnerabilidad de los sistemas antárticos, claves en la estabilidad climática del planeta.
El estudio pone la lupa en los eventos extremos que cada vez con más frecuencia azotan a la Antártida, como los niveles récord de deshielo marino, el colapso de las plataformas de hielo y las inéditas temperaturas superficiales.
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Gran parte de la investigación gira entorno al primer fenómeno extremo de la lista: la reducción en la extensión del hielo marino antártico. La conclusión es que la tasa de pérdida de la capa de hielo coincide con el "peor escenario" planteado por el IPCC, el panel científico de referencia sobre el cambio climático.
"Las observaciones muestran que estamos rastreando la predicción más extrema de lo que podría suceder", confirmó la profesora adjunta Anna Hogg de la Universidad de Leeds, coautora del estudio.
Los científicos explican que el hielo marino es la superficie del océano congelado y es una parte integral del sistema de la Tierra. Cuando está presente, "limita la transferencia de calor y gases entre el océano y la atmósfera, y reduce el flujo y la mezcla del océano".
Por lo tanto, los procesos de crecimiento y derretimiento del hielo marino "influyen en la salinidad de los océanos y en la estratificación y la circulación oceánica global".
"El hielo marino es reconocido por la Organización Meteorológica Mundial como uno de los siete Indicadores Climáticos Globales principales que son clave para describir el clima cambiante", detallan los investigadores sobre su relevancia sistémica.
La extensión del hielo marino antártico varía anualmente entre un mínimo de 2 a 4 millones de km2 (fines de febrero), y un máximo de 18 a 20 millones de km2 en septiembre.
Esta superficie alcanzó un máximo histórico en el invierno de 2014. Y retrocedió a un mínimo histórico en el verano de 2017.
"Desde entonces se han producido las cuatro extensiones mínimas anuales de hielo marino más bajas de la era de los satélites, con 2022 y 2023 estableciendo nuevos récords", afirma el estudio.
"Una métrica clara de cómo están cambiando las cosas es que el mínimo de verano ha batido un nuevo récord tres veces en los últimos siete años", señaló Caroline Holmes, científica climática polar del British Antarctic Survey -también coautora- en rueda de prensa, según consiga The Guardian.
"La extensión del hielo marino en julio de 2022 alcanzó un mínimo histórico para esa época del año, pero fue superado por un nuevo récord este julio, uno que estaba tres veces más lejos del promedio que lo que habíamos visto anteriormente", agregó sobre el preocupante e incierto escenario en puerta.
"Las condiciones de hielo marino bajo de los últimos 7 años -explica textual la investigación- plantean la pregunta de si estamos entrando en un régimen en el que los eventos de extensión de hielo marino extremadamente bajo se vuelven más frecuentes. De hecho, al igual que en el Ártico, donde la pérdida de hielo marino conduce a una mayor absorción del calor solar debido a una reducción en la reflectividad de la superficie, las reducciones persistentes del hielo marino en la Antártida también pueden conducir a un mayor calentamiento".
Otra revelación del estudio es que los eventos extremos en la Antártida (temperatura récord, desintegración de las plataformas de hielo, disminución del hielo terrestre, destrucción de la biodiversidad marina, etc.) no ocurren de forma aislada y sus impactos pueden vincularse en "cascadas".
Los científicos ponen un ejemplo: el río atmosférico en marzo de 2022 que condujo a temperaturas récord en el centro de la Antártida oriental también provocó el calentamiento de la superficie del hielo terrestre y las plataformas de hielo en la costa, la ruptura del hielo marino y el colapso de la plataforma de hielo Congrio.
"No podemos descartar cascadas futuras en las que los eventos extremos puedan tener impactos vinculados de gran alcance en múltiples ámbitos, algunos de ellos potencialmente difíciles de predecir", se aclara.
Entre 1992 y 2020, las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia contribuyeron a un aumento de 2,1 cm en el nivel medio global del mar. La Antártida aporta hoy seis veces más masa al océano que hace apenas 30 años.
"Por lo tanto, es muy probable que con los altos niveles continuos de emisiones de gases de efecto invernadero, el nivel global del mar aumente más de un metro este siglo y mucho más después".
El estudio desliza -al no poder confirmarlo científicamente- que algunos de estos eventos "pueden atribuirse a la quema de combustibles fósiles, en la gran mayoría de los casos es prácticamente seguro que las emisiones continuas de gases de efecto invernadero conducirán a aumentos en el tamaño y la frecuencia de los eventos".
En sus conclusiones, los investigadores subrayan que la necesidad de evaluar las consecuencias de estos eventos extremos es cada vez más urgente" debido a que el "cambio antártico tiene implicaciones globales".
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"Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a cero neto es nuestra mejor esperanza para preservar la Antártida, y esto debe ser importante para todos los países, para los individuos y para el planeta", coinciden todos los autores.
Para Siegert, la gobernanza mundial debería "estar profundamente preocupada" por el medioambiente de la Antártida, más aún sabiendo que la quema de combustibles fósiles continúa siendo la principal matriz energética del capitalismo global.
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