Nathaniel Rugh (36 años) pasará el Día Internacional Contra el Cambio Climático en un juzgado de Alemania. La paradoja, la de un científico climático reprimido en vez de escuchado, refleja con muchísima nitidez la inacción global en una lucha en la que está, nada menos, en juego la supervivencia de la humanidad.
Este martes, Nathaniel -investigador nacido en Estados Unidos radicado en España desde hace más de diez años- y otros tres científicos italianos declararán en un juicio en el que ya han sido declarados culpables. Será el primero que afrontará el grupo de 16 activistas que el año pasado realizó varias acciones de desobediencia civil en Alemania.
Los científicos irrumpieron en las oficinas del grupo financiero Black Rock (bloquearon la puerta y se pegaron al suelo arrojando melaza que simulaba petróleo), cortaron una carretera en el centro de Múnich y entraron al museo de BMW, donde se pegaron a un coche de lujo.
La Policía los arrestó. Pasaron siete días en prisión. Un año después, el Tribunal Regional de Múnich fijó sentencia: 12.800 euros o 160 días en prisión. Los científicos apelaron y pidieron ser escuchados.
Nathaniel hará su descargo este martes. El resto de los investigadores españoles, el ambientólogo Victor de Santos, el doctor en física y matemáticas Mauricio Misquero, los ingenieros Fernando Rojas y Joseba Sáenz de Navarrete y la artista y activista Marta Moreno Muñoz, declarará en las próximas semanas.
En diálogo con LPO, Nathaniel, investigador del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB) y miembros del equipo del Atlas Global de Justicia Ambiental, cuenta que ninguno de los científicos tiene el dinero para pagar la multa y que han lanzado un crowdfunding para recaudar fondos que, por lo menos, permitan rebajar la pena de prisión.
Aclara, sin embargo, que la cárcel no es lo que más le inquieta, preocupa y altera. Lo que le quita el sueño es el "colapso climático y civilizatorio" al que se dirige el ser humano por no trasformar economías que siguen latiendo al ritmo de los combustibles fósiles.
"Nunca me imaginé estar en una cárcel. Es duro, pero estamos convencidos de dar esta lucha. Es una causa urgente. No quiero ir a la prisión, pero en esta lucha es lo menos malo respecto a lo que pueda pasar en el caso de que las sociedades no respondan a esta crisis. Estamos hablando del colapso de la civilización, de guerras, de hambrunas, de muertes. Estar unos días en prisión es poco sacrificio, la verdad", reflexiona.
Explica que todos los acusados forman parte de la comunidad científica y, por lo tanto, conocen los datos actuales de "primera mano", información que está siendo totalmente ignorada por la gobernanza mundial.
Este lunes, por ejemplo, una investigación de expertos británicos, publicada en la revista Nature Climate Change, reveló que el derretimiento acelerado del hielo en la Antártida occidental es inevitable durante el resto del siglo, sin importar cuánto se reduzcan las emisiones de carbono.
Millones de personas viven en ciudades costeras vulnerables al aumento del nivel del mar, desde Nueva York hasta Mumbai y Shanghai, y más de un tercio de la población mundial vive a menos de 100 kilómetros de la costa, tendrá que migrar en las próximas décadas por mera supervivencia.
En este contexto, dice Nathaniel, en el que ya está roto el compromiso de París de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5ºC, las acciones de desobediencia civil no violentas, como las de Múnich, son "imprescindibles".
"Por más que nos acusen de terrorismo, que nos juzguen, que nos encierren, seguiremos en las calles exigiendo medidas que no pueden esperar. Nos gustaría estar en nuestros laboratorios, pero la inacción es tan grave que no nos queda otra opción que rebelarnos", explica.
El activismo climático, agrega, está ganando cada vez más visibilidad y adhesiones. "Hay cada vez más personas preocupadas con ganas de hacer algo, con ganas de involucrarse. Es cierto que todavía no hemos tenido mucho éxito a nivel legislativos y a nivel de reforma estructurales, por lo que seguimos caminando como humanidad al borde del abismo", alerta.
Los científicos europeos dejan sus laboratorios para salir a la calle ante la inacción climática
Su juicio no será el primer ni el último en esta cruzada. Otros investigadores españoles están imputados en otro litigio por una protesta pacífica en las puertas del Congreso de los Diputados de Madrid.
Este misma semana, en Australia, un grupo de 14 ambientalistas pisará los tribunales acusados de perturbar el parlamento de la ciudad de Queensland durante una protesta en noviembre pasado.
El colectivo desplegó pancartas con pancartas contra los combustibles fósiles desde la tribuna pública e interrumpió el turno de preguntas cantando durante unos tres minutos.
"Hay mucho debate dentro del activismo climático sobre qué hacer, cuáles son las mejores tácticas y estrategias. La represión estatal da miedo claro, pero no nos va a detener",aclara Nathaniel, cofundador en España de Extincion Rebelion, un grupo de lucha internacional.
Su primera acción de desobediencia civil fue en octubre de 2019, con una acampada en las puertas del MITECO. "Mi activismo es igual o MÁS importante que los conocimientos que uno puede seguir incorporando en su formación profesional. La información científica ya está sobre la mesa, pero los gobierno no están actuando según esta abrumadora evidencia", denuncia.
Sea cual sea el veredicto en este juicio, Nathaniel seguirá desobedeciendo el mandato político de la inacción. Se niega a vivir de brazos cruzados en la "era de la ebullición".
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