En mayo, LPO adelantó que la ley contra la deforestación habÃa generado el primer cortocircuito entre Lula Da Silva y la UE. El mandatario brasileño le hizo saber a sus principales interlocutores europeos, entre ellos Pedro Sánchez, su disconformidad por la aprobación de una normativa que va a modificar radicalmente el comercio entre ambos bloques.
"Es unilateral, punitiva y discriminatoria", cuestionó Lula en su última visita al continente. Fuentes del Ejecutivo brasileño confirmaron en aquel viaje que para el Mercosur la ley era un "nuevo escollo" para avanzar en la ratificación del acuerdo comercial entre ambos bloques.
Otros paÃses exportadores de materias primas como Indonesia y Malasia fueron más radicales y optaron por congelar las relaciones comerciales en protesta al nuevo reglamento, una medida que en los últimos meses quedó sin efecto ante la apremiante necesidad de generar divisas en un contexto de crisis global.
Gobiernos africanos como los de Costa de Marfil, Ghana y Nigeria también plantearon su disconformidad por vÃas formales.
Ahora, en la cuenta atrás para que la ley empiece a aplicarse (2024), los presidentes de todos estos paÃses (17 en total) se han unido y hay redactado una carta dirigida a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, para que "reconsidere" el texto y se abra a "modificaciones".
Lula cuanta con el respaldo de los presidente de Argentina (Alberto Fernández), México (Manuel López Obrador) y Colombia (Gustavo Petro), en otros lÃderes de la región.
La principal crÃtica es que "los pequeños productores pueden terminar excluidos de las cadenas de valor internacionales, no porque hayan deforestado sus tierras, sino por su incapacidad para cumplir con los estrictos requisitos impuestos".
Los mandatarios firmantes, cuyos paÃses exportan materias primas como cacao, café, caucho, ganado, madera, soja, cueros, etc., piden participar de las directrices de implantación para, de mÃnima, tratar de mitigar sus impactos más dañinos".
"Esta legislación ignora las circunstancias y capacidades locales, la legislación nacional y los mecanismos de certificación de los paÃses productores en desarrollo, asà como sus esfuerzos para combatir la deforestación y los compromisos asumidos en foros multilaterales", cuestiona la misiva.
La advertencia es que por sà sola la ley no va a tener un impacto relevante en las tasas de deforestación. SÃ, en cambio, va a "tener efectos indeseados como el aumento de la pobreza o una demora en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU".
Semanas atrás, la directora del Centro de Comercio Internacional, una agencia conjunta de la ONU y la OMC, anticipó la "interrupción de los flujos comerciales" e impactos "catastróficos" si la normativa no se revisa y modifica.
El riesgo que se corre es que la prohibición de que los productos relacionados con la deforestación ingresen a la UE favorezca a las grandes empresas que pueden rastrear dónde se cultivaron sus productos, no asà los proveedores medianos y pequeños.
"Si los pequeños productores no pueden cumplir con los requisitos para exportar bienes cubiertos por la ley, corren el riesgo de un cÃrculo vicioso. Una vez que se pierde la participación en el mercado, se pierden los ingresos, entonces habrá mucho aumento de la pobreza y luego una mayor deforestación porque la raÃz de la deforestación es la pobreza", advirtió esta funcionaria internacional.
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La ley obliga a los paÃses exportadores a vender productos en la UE si el proveedor de los mismos emite una declaración de "diligencia debida", que deberá certificar que el producto no procede de tierras deforestadas ni ha provocado degradación forestal, tampoco de bosques primarios irremplazables, después del 31 de diciembre de 2020.
Los productos que cubre la nueva legislación ecológica son: el ganado, el cacao, el café, el aceite de palma, la soja y la madera, asà como los productos que contengan, se hayan alimentado de o se hayan fabricado con estas materias primas (el cuero, el chocolate y los muebles, por citar tres ejemplos).
"Estos bienes básicos -explicó en su dÃa la Comisión Europea- se han escogido a raÃz de una evaluación de impacto exhaustiva que los ha definido como los principales impulsores de la deforestación debida a la expansión agrÃcola".
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Las empresas importadoras tendrán que demostrar que sus productos no han contribuido a la deforestación. ¿Cómo? Tendrán que validar que sus materias primas fueron producidas "en tierras que no hayan sido deforestadas después del 31 de diciembre de 2020".
También se exigirá a los agente privados que "recopilen información geográfica precisa sobre las tierras agrÃcolas en las que han obtenido esos bienes básicos suministrados, a fin de poder comprobar su conformidad". El incumplimiento de esta nueva normas podrá dar lugar a "sanciones efectivas y disuasorias" por parte de los gobiernos europeos.
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