El presidente turco volvió a negarles a Suecia y Finlandia el ingreso a la OTAN. Recep Tayyip Erdogan adelantó que vetará a los dos países nórdicos a menos que corten los presuntos vínculos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, el PKK, una organización armada que reivindica la independencia kurda y que Turquía considera terrorista. El mandatario también apuntó a Estocolmo y Helsinki por tolerar a los partidarios de Fethullah Gulen, un exaliado suyo que hace más de veinte años vive en Pensilvania.

Erdogan puso mucho énfasis en el PKK y la figura de Gulen, acusado por el gobierno turco de organizar el fallido golpe de Estado de 2016, pero también reconoció que la relación entre Turquía y Rusia es estratégica, un factor que pesa en los planes de Ankara de postergar las negociaciones en el Consejo del Atlántico Norte, donde las decisiones deben ser unánimes para aprobarse. Ayer miércoles, en una de las reuniones habituales del órgano resolutivo de la OTAN, Turquía rompió el consenso.

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Pese a la línea dura de Erdogan, el canciller Mevlüt Çavusoglu se mostró menos categórico con Suecia y Finlandia, acaso a la espera de acordar con ambos el fin del embargo de armas -una respuesta al rol de Turquía en Siria- y de las críticas a la política doméstica turca. "Turquía tiene un problema de derechos humanos y los países nórdicos son los que más cuestionan su democracia y las operaciones militares que ha llevado a cabo en el Kurdistán. Y Suecia y Finlandia siempre fueron vistos por Turquía como refugios seguros para los opositores turcos", explica a LPO Juan Battaleme, experto en seguridad internacional.

Además, el analista asegura que Ankara está haciendo valer su posición dentro de la OTAN para evitar repetir la historia con Grecia, después de que en 1980 avalara la reincorporación de su rival, que había dejado la alianza militar seis años antes por la invasión turca de Chipre. En ese entonces Turquía fue presionada por Estados Unidos: Washington quería fortalecer a la OTAN en medio de la guerra desatada por los soviéticos en Afganistán y, muy cerca, el conflicto armado entre Irak e Irán. 

Erdogan resiente que Estados Unidos le haya retenido los aviones de combate F-35 después de que Turquía comprara meses atrás sistemas antiaéreos a Moscú. Ahora el mandatario turco lo ve como una oportunidad para imponer sus condiciones dentro de la organización

Erdogan resiente que Estados Unidos le haya retenido los aviones de combate F-35 después de que Turquía comprara meses atrás sistemas antiaéreos a Moscú. Ahora el mandatario turco lo ve como una oportunidad para imponer sus condiciones dentro de la organización. "Turquía tiene una relación flotante con Occidente y con Rusia. La situación en el mar Caspio no es neutral para Turquía, por eso la relación con Rusia es fundamental. Pero no significa que Turquía incumpla sus compromisos en la OTAN", apunta Battaleme.

El escenario cambió en relación con los 80. Turquía ha invertido considerablemente en su capacidad militar durante las últimas décadas y Estados Unidos apenas está interesado en presionar a su aliado por Suecia y Finlandia, cuyo aporte militar a la OTAN dista de ser crucial para la estrategia defensiva de la organización en el flanco oriental. Como indica el experto, "habrá que ver qué tipo de despliegue hacen esos dos países, ni siquiera estoy seguro de que desplieguen parte del escudo antimisiles".

Vladimir Putin durante la celebración del Día de la Victoria, el pasado 9 de mayo, en Moscú. 

Europa Press

La invasión rusa a Ucrania precipitó el interés sueco y finlandés por sumarse a la OTAN, incluso con un respaldo bastante alto en sus respectivas sociedades, algo que no debía estar en los cálculos iniciales de Vladimir Putin. Si el Kremlin pensaba que la guerra en territorio ucraniano frenaría la expansión de la OTAN hacia el este, en la práctica generó todo lo contrario. Cuando Turquía levante el veto, como ocurrirá en el momento que obtenga las concesiones que exige a sus socios, la frontera de 1300 kilómetros que comparten Rusia y Finlandia podría transformarse en un nuevo punto caliente.

"Es un traspié político importante para Putin, porque si el efecto era atemorizar al resto de los países, no lo logró. El paraguas de la OTAN sigue vigente y terminó provocando un cambio en la alineación política. Entrar en la OTAN significa que corre el artículo 5 en caso de que Rusia agreda a Suecia o Finlandia, que los dos países deberán incrementar su gasto en defensa y que Rusia tendrá dos actores relativamente fortalecidos en su frontera y quedará peor en términos militares relativos", sostiene el secretario académico del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). 

Rusia tendrá dos actores relativamente fortalecidos en su frontera y quedará peor en términos militares relativos

Sin embargo, en la OTAN no aclaran si la ampliación supone un cambio del statu quo. La primera ministra finlandesa, Sanna Marin, dijo este jueves que su país no ha discutido todavía el despliegue de armamento nuclear dentro de sus fronteras o la instalación de bases permanentes, una opción que sí apoya su par de Polonia, Mateusz Morawiecki, para el flanco oriental. Por su parte, Rusia cuenta con Bielorrusia y Kaliningrado para responder a la OTAN.

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Battaleme afirma que "el arsenal nuclear siempre jugó un rol de estabilización", aunque el problema es que el mar Báltico "se convirtió en un lago de la OTAN que queda cerrado a los rusos". "La posición de Kaliningrado es mucho más vulnerable en términos convencionales y nucleares. Rusia tendrá que aumentar sus capacidades nucleares allí y en Bielorrusia para mantener cierta capacidad de disuasión activa. Hay que ver cómo termina el conflicto en Ucrania y cómo sale Rusia", destaca.