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Las declaraciones de los presidentes de las multinacionales, empresarios que ejercen un fuerte poder sobre las medidas económicas que toman los gobiernos, sirven, por lo general, para medir el grado de aceptación y/o rechazo respecto a la hoja de ruta del poder polÃtico.
A juzgar por el discurso del presidente de Repsol, Antonio Brufau, un sector del establishment le empieza a dar la espalada a las polÃticas verdes de la Unión Europea.
El rechazo público está alienado a una prédica que cala hoy con fuerza entre los conservadores y liberales de Bruselas, tal como adelantó LPO: una moratoria ambiental de dos años, una pausa al Pacto Verde para, en palabras del presidente de Francia, Emmanuel Macron -impulsor de esta corriente-, "no dejar a nadie atrás".
Para Repsol, la agenda verde, tal como está planteada y proyectada, no tienen en cuenta la reindustrialización y la competitividad del continente respecto a Estados Unidos y China, lo que va a dejar a Europa "relegada" en los próximos años.
La petrolera aclara que no hay que renunciar a la lucha contra el cambio climático, pero pide "nuevas estrategias" que prioricen lo "económico sobre lo social" y que ponga el foco en potenciar las capacidades industriales.
A juicio de Brufau, para los paÃses en vÃas de desarrollo la descarbonización no es prioritaria en este contexto geopolÃtico. Sin "costes razonables" de la energÃa, sin sumar este elemento a la "sostenibilidad" y a la "seguridad" del suministro, no habrá "bienestar" para la mayorÃa de la población mundial.
En este sentido, lamentó que Europa haya puesto el foco "más a la parte social, a la parte humana y a las necesidades que el planeta tiene de descarbonizar" en el año 2050, y no tanto en las necesidades y "el progreso" de la industria europea.
El empresario enfrentó los diferentes planes adoptados por Europa y Estados Unidos para abordar la transición energética. Mientras que la administración de Joe Biden prioriza la "reindustrializar la economÃa" con su Ley de Reducción de la Inflación (IRA), una hoja de ruta "breve y sencilla", Bruselas opta por "ordenar y regular al ciudadano", con un plan "más extenso y complejo sin pensar en la industria".
Puso un ejemplo: los planes de Europa con el choche eléctrico. "Hay que incentivar el vehÃculo eléctrico, pero no prohibir el de combustión", cuestionó en alusión al reciente anuncio de la UE de eliminar del mercado a los motores a base de combustibles fósiles.
"Europa tiene que entender que la transición energética o sirve para fortalecer nuestro sistema tecnológico y nuestro tejido industrial o se convierte en una plataforma extractiva de nuestros recursos públicos para aumentar las bases tecnológicas e industriales de otros paÃses", advirtió tras finalizar la junta General de Accionistas de la compañÃa.
AsÃ, el presidente de Repsol aseguró que las polÃticas de descarbonización tienen una visión "muy europeocentrista". La agenda verde, dijo, "está pensada para Europa, para el centro-norte del continente, pero tiene poco en cuenta ese 70% de los ciudadanos de este planeta que necesitan desarrollarse y que prioritariamente tienen otros objetivos que no sea la descarbonización".
Respaldo polÃtico
Brufau no saltó al vació con sus declaraciones. En las últimas semanas, Macron y muchos conservadores de la UE se pronunciaron en este misma lÃnea al alertar que el plan de "reindustrialización" de Europa necesita una "relajación" de las exigencias ambientales.
Estas voces exigen "una pausa regulatoria europea" en términos de restricciones verde, argumentando que la UE ya hizo "más que todos los vecinos" y que ahora "necesita estabilidad".
"Estamos por delante, en términos regulatorios, de los estadounidenses, de los chinos y de cualquier otra potencia del mundo. No debemos hacer nuevos cambios en las reglas, lo que supondrÃa muchos riesgos", se quejó Macron, acorralado por el descontento de industriales y agricultores y por el avance de la extrema derecha.
A principio de mes, el Partido Popular Europa (PPE) aprobó una resolución interna en su última asamblea polÃtica, celebrada Múnich para frenar las medidas legislativas pendientes del Pacto Verde.
Los populares europeos, liderados por su jefe, Manfred Weber, ponen de ejemplo a los pesticidas quÃmicos. La Comisión exige reducir su uso en un 50 % de aquà a 2030. Este grupo quiere que los plazos sean muchÃsimo más laxos.
La presión es tal que hasta la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, defensora a ultranza de la agenda verde, empieza a ceder. "DeberÃamos prestar atención a la capacidad de absorción", dijo la semana pasada al ser consultada por este tema.
La prédica anti-pacto verde empieza a preocupar a sus defensores. El eurodiputado liberal Pascal Canfin (Renew Europe) pidió frenar esta "cruzada" del PEE, que amenaza la ejecución de un plan (el Pacto Verde) consolidado y con amplio consenso.
Para Canfin, esta presión de los populares -y del establishment- es "totalmente irresponsable en un momento en que el impacto climático está creciendo en toda Europa".
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