Tom Rohde (35 años) es un joven agricultor de Córdoba. Explota 40 hectáreas de olivos en el municipio de La Carlota y es dueño de una marca propia de aceite de oliva virgen extra (AOVE).
En medio de sus labores en el campo -las que transmite casi en directo a través de sus populares cuentas de redes sociales-, atiende el llamado de LPO para hablar de lo que nadie, hasta ahora, se anima hablar: el incierto e inédito escenario al que se encamina el aceite de España por la sequía, las altas temperaturas de la primavera y la falta de reservas que tiene el mercado.
Tom es claro: de los termómetros de los próximos días y de las lluvias de mayo va a depender la próxima campaña del aceite de oliva. Si la ola de calor en Andalucía -región líder- está más cerca de los 40 grados que de los 35 y si las lluvias siguen esquivas, la cosecha será "muy mala" por segundo año consecutivo.
La campaña 2022-2023 ya fue de las peores de las últimas décadas. La producción en Andalucía fue solo de 587.000 toneladas, un 49% menos que la de 2021-2022 y un 47% que la media de las últimos cinco ciclos.
¿El motivo? El mismo que se teme ahora: una sequía casi crónica y muchísimo calor en los meses de floración. Tom lo explica con claridad. Detalla que el olivo, un cultivo mediterráneo, con estas temperaturas se "espabila" mucho antes. Con 38/39 grados -15 más de la media histórica para esta época del año- la flor se quema, lo que provoca que la aceituna no cuaje.
"El olivar es muy resistente. Pero con la sequía, las restricciones de agua y las temperaturas tan altas en primavera, la producción no resiste. Pasó el año pasado y puede volver a pasar", explica.
El "problemón" añadido, agrega, es que el mercado va camino a lo que en el sector se conoce como "enlace cero", es decir a quedarse sin stock de reserva.
El "enlace" es lo que, sobre todo en campañas malas, permite mantener la demanda y nivelar los precios. El agricultor pone un ejemplo: en una producción normal de 1,2 millones de toneladas, se almacenan unos 200 mil que sirven de provisión.
"El problema es que debido a la mala campaña del año pasado, este enlace se está agotando. Se ha vendido muchísimo mes a mes para satisfacer una demanda que creció ante la falta de aceite de girasol por la guerra en Ucrania", advierte Tom.
Si en enero el "enlace cero" era una posibilidad concreta, entrando en mayo ya es un "dato de la realidad". El primer impacto: se están cerrando operaciones con los productores a 6 euros el litro de aceite, cuando el precio en los últimos años no ha superado los 3,5 euros.
"Si llueve en mayo y las temperaturas no suben tanto estos días, la campaña puede salvarse. Aun así el enlace se queda en cero. Si en estos días la flor se quema, nos vamos a quedar con muy poco aceite en 2024", proyecta.
La combinación de un "enlace cero" con una "campaña desastrosa" sería "inédita" para el mercado: "No creo que haya antecedentes. Si esto pasa, la gente va a pagar una burrada por el aceite de oliva".
Crisis hídrica de Doñana: la producción de frutos rojos en Andalucía crece un 58% en 15 años
El análisis de este productor es compartido por la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Andalucía. Su secretario general, Cristóbal Cano, recalca que "el año pasado tuvimos la peor de lo que va de siglo y parece que vamos a por la siguiente".
La preocupación no es solo coyuntural. Malas cosechas ha habido siempre, repiten los agricultores. Eso sí: alternadas con muy buenas producciones que dotaban de "equilibrio" a este cultivo. El cambio climático, con sequías más recurrentes y olas de calor más tempranas e intensas, amaga con romper estas ecuaciones.
"Cuando se habla de cambio climático, y cuando muchos lo minimizan, yo repito la siguiente frase: "Antes llovía y ahora no llueve". Ojalá esto sea coyuntural, dos o tres años malos y luego remonte con ciclos normales de lluvia. El temor es que esta sea la nueva realidad", reflexiona Tom. Y agrega: "Ya no es la lavadora, el aire acondicionado o la calefacción. Es la comida. Tenemos que mentalizarnos que vamos a un mundo con menos alimentos y que por lo tanto comer va a ser mucho más caro".
Si la campaña española vuelve a ser muy mala, el impacto se replicará en toda la UE. La península es el principal actor en el mercado global del aceite de oliva. Supone el 70% de la producción de Europa y el 45% de la mundial.
"El sector del aceite de oliva es un pilar fundamental en el sistema agroalimentario español. España es líder mundial en superficie, producción, y comercio exterior", se jacta el Ministerio de Agricultura en su página web.
"La producción que tengamos se venderá al que más ofrezca dinero, para exportar o para consumo nacional. No hay incentivos para vender al mercado interno, por lo que seguiremos exportando", lamenta Tom.
El aceite de oliva y sus 350 mil agricultores - concluye- son solo un eslabón de toda una cadena alimentaria que entra en serio riesgo de modificarse producto del cambio climático: "La misma situación la sufren el trigo, el maíz y el resto de los cultivos. Son muchas las cosechas que se van a perder este año. Cuesta imaginar hacia dónde vamos".
Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.