
La eclosión climática que sufre España, con temperaturas extremas, sequÃa histórica, desertificación acelerada, entre otros innegables y visibles impactos, ha empezado a generar un viraje discursivo en el Partido Popular.
La agenda climática nunca ha sido una prioridad para Génova. Todo lo contario. En el último años ha coqueteado por momentos con el negacionismo tras sus pactos territoriales con Vox y ha trazado en lÃneas generales una hoja de ruta "retardista", entendida como la postura que admite el problema (el cambio climático) pero no su urgencia (hay tiempo para actuar).
"Vox niega los efectos del cambio climático y el PP no los niega, pero actúa como si no existieran. Unos por acción y otros por omisión, ambos son negacionistas climáticos", acusó el año pasado el presidente de Gobierno Pedro Sánchez.
Sin embargo, el daño económico que la crisis climática está generando en Comunidades Autónomas lideradas por el PP (AndalucÃa y la Comunidad Valenciana, por ejemplo), sobre todo en la agricultura y la agroindustria, ha provocado un llamativo cambio en la narrativa y en la retórica de una parte del partido.
Juanma Moreno, por ejemplo, ha pasado en cuestión de meses de pretender legitimar con un trasvase regadÃos ilegales en el entorno de Doñana en medio de una tremenda sequÃa y la desecación de más de la mitad de las lagunas de ese enclave natural, a poner al cambio climático como la mayor amenaza para el futuro de AndalucÃa.
Entre una postura y otra se han agudizado los impactos de la sequÃa y del calor extremo en uno de los grandes motores económicos de la comunidad: la agricultura. Las cosechas han vuelto a estropearse y la falta de lluvias amenaza con medidas extrema como el abastecimiento de agua a través de buques cisternas.
Este semana, Moreno ha viajado a Bruselas con este tema en su agenda. He reivindicado el rol de las "regiones" y de las polÃticas locales en la lucha contra el cambio climático. También ha participado de las II Jornadas de Incendios Forestales y Riesgos Naturales que organizó la Fundación Felipe González.
Desde atril, el presidente popular ha pronunciado un "discurso ecológico". En AndalucÃa tenemos 30% menos de precipitaciones desde los 80. Cada vez lloverá menos y las temperaturas cada vez más altas. El ciclo climático está cambiando. Es una evidencia. Lo que tenemos que hacer es prepararnos para algo que va a condicionar nuestra economÃa, nuestro progreso y nuestro bienestar. No se trata sólo controlar las emisiones de los gases efecto invernadero. Habrá cambios en agricultura y en el turismo. Tenemos que luchar contra el cambio climático pero también adaptarnos a una realidad que va mucho más rápido que las iniciativas gubernamentales. Es el gran objetivo que tenemos", ha reflexionado.
Y ha admitido que pese a los esfuerzos de las administraciones públicas, "no hay Gobierno que pueda doblegar las consecuencias del cambio climático".
El Gobierno de Carlos Mazón también se ha sumado a este viraje. Esta semana, la Conselleria de Agricultura de la Comunidad Valenciana ha publicado sus informes de coyuntura de 2023.
La conclusión del estudio, ya en manos del presidente regional, es que la sequÃa, las altas temperaturas y "las precipitaciones extremas en momentos no previstos" ya no son fenómenos aislados, sino "recurrentes" que afectan de forma crónica a los cultivos del campo.
La Conselleria constata una reducción de cosecha en cÃtricos, olivos y almendros. En octubre, por ejemplo, esta región registró 1,8 grados por encima de la media respecto al periodo 2008-2022. Además, llovió llovió un 91 % por debajo de la media.
En septiembre, una "inesperada" granizada terminó de estropear la cosecha de naranjas. El informe advierte que por las cuestiones climáticas los cÃtricos han perdido en el último lustro "empresas y cooperativas y empleos".
El PP, al cabo, empieza tÃmidamente a constatar lo que los cientÃficos y ecologistas vienen advirtiendo desde hace años: que la crisis climática es una gran crisis económica y sistémica.
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