"Este río, detrás de mí, era tan caudaloso que se citaba en poemas. Ahora es sólo una zanja". En noviembre de 2021, el fotógrafo Mike Mustafa Khalafa retrató a un hombre parado frente a un río totalmente seco de Irak. Al momento de la foto, hablaba con un voluntario de la Cruz Roja sobre el drama de una sequía que estaba destruyendo la agricultura, haciendo cada vez más difícil el acceso al agua y que estaba generando el desplazamiento forzado de miles de familias.
En noviembre de 2023, el río sigue igual de seco. Desde hace tres años, desde el invierno de 2020, una gran región de Asia occidental, que abarca la Media Luna Fértil alrededor de los ríos Éufrates y Tigris (Siria, Irán e Irán), sufre una sequía "extrema" con escasísimas precipitaciones (hasta un 95 % inferiores al promedio) que ha reconfigurado por completo la vida de de una geografía de por sí bastante frágil por las guerras y la inestabilidad política.
Un estudio realizado por científicos de Irán, los Países Bajos, el Reino Unido y los EE. UU, publicado esta semana por el grupo World Weather Attribution, confirma que el calentamiento global causado por el hombre está detrás de un fenómeno meteorológico extremo que ha pasado de ser excepcional a frecuente.
Según la investigación, en la cuenca Tigris-Éufrates (ET), que cubre gran parte de Siria e Irak, las sequías de esta gravedad ocurrían aproximadamente una vez cada 250 años antes del calentamiento global. La proyección ahora es que ocurran una vez cada década.
"La sensación de urgencia por una acción climática ambiciosa nunca ha sido tan grande"
En Irán, las sequías agrícolas tenían lugar cada 80 años en el pasado. Con el actual clima, ocurren en un promedio de cada cinco años hoy.
"Encontramos que en la cuenca ET la probabilidad de que ocurra una sequía de este tipo ha aumentado en un factor de 25 en comparación con un mundo 1,2°C más frío. En Irán, la probabilidad de que se produzca una sequía de este tipo se ha multiplicado por 16 en comparación con un mundo 1,2°C más frío", detalla el estudio.
Los científicos a cargo del trabajo, liderados por el profesor Mohammad Rahimi, de la Universidad de Semnan (Irán), explican en la investigación que hay varias formas de "caracterizar" una sequía.
La "sequía meteorológica" considera sólo las precipitaciones escasas, mientras que la "sequía agrícola" combina estimaciones de lluvia con evaporación. En esta segunda categoría, el aumento de la evapotranspiración debido al calentamiento regional puede desempeñar un papel importante en la exacerbación de los impactos.
Hay "factores climatológicos" que, en casos como este, aumentan la exposición y la vulnerabilidad a los impactos de la sequía: déficit de lluvias, tormentas de polvo, desertificación, insuficiencia de precipitaciones y salinización de las aguas subterráneas.
Este sequía es la que ha hecho "estragos" en la agricultura de en una región donde una gran parte de la población depende del cultivo de trigo y la ganadería. Irán es el mayor productor de trigo de la región. En estos tres años tuvo que depender de las importaciones, lo que provocó un aumento vertiginoso de los precios de los alimentos básicos, ponen los científicos de ejemplo.
En Irán, la sequía "sin precedentes" afectó a 29 de 31 provincias. "Los hogares del país enfrentan desafíos amplios relacionados con la falta de acceso a un suministro de agua potable y suficiente para beber, higiene, agricultura y ganadería, y a energía eléctrica, lo que genera tendencias sociales negativas", agrega el trabajo.
En toda esta región, una "combinación de niveles excepcionalmente bajos de precipitaciones, aumento de las temperaturas, prácticas de gestión del agua y factores de vulnerabilidad y exposición han dado lugar a una crisis compleja con desafíos interseccionales caracterizados principalmente por distintos factores de inestabilidad, fragilidad y conflicto".
Los investigadores explican que en Medio Oriente y África del Norte, el cambio climático es un "multiplicador de amenazas" que media en una serie de posibles impactos en la seguridad, además de "exacerbar la fragilidad en países ya expuestos a diversos grados de violencia, conflictos, desafíos de gobernanza regional e internacional".
"Nuestro estudio ha demostrado que el cambio climático provocado por el hombre ya está haciendo la vida considerablemente más difícil para decenas de millones de personas en Asia occidental", alerta Mohammad Rahimi en diálogo con The Guardian.
La crisis climática, al cabo, exacerbará las limitaciones en la nutrición y el acceso a los alimentos, aumentará el riesgo de incendios forestales y propagará "conflictos relacionados con el agua, protestas, desplazamientos internos y migraciones".
Dice el informe sobre el impacto geopolítico del cambio climático: "En este contexto, la persistente disminución de las precipitaciones, marcada por una grave sequía y problemas relacionados con el agua, no sólo presenta preocupaciones sobre la migración, los medios de vida y los ingresos a nivel de la población, sino también implicaciones para el movimiento de grupos armados, los conflictos entre comunidades y diversas formas de violencia".
La inédita sequía de estos últimos tres años es "presagio de una realidad y una norma" que podría afectar a grupos vulnerables en todo el mundo con "impactos sin precedentes".
La conclusión de la investigación es tajante: "A menos que el mundo deje rápidamente de quemar combustibles fósiles, estos fenómenos serán aún más comunes en el futuro".
Si la curva del calentamiento global no se revierte, Siria, Irak e Irán "se convertirán en lugares aún más difíciles para vivir", un drama humanitario que, con distintos matices, se replicará por casi toda la geografía global.
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