Los socialistas gallegos saben que su fortaleza está en los municipios. El PSdeG controla 111 ayuntamientos de los 313, donde se concentra el 55% de la población, frente a las 147 localidades que gobierna el PP de Alfonso Rueda, donde vive apenas el 21% de los gallegos. Pero esa primacía está en riesgo por las disputas que sacuden al partido.
El secretario xeral del PSdeG, Valentín González Formoso, todavía no ha confirmado si buscará la reelección en As Pontes o se guardará para las elecciones autonómicas previstas para 2024. Mientras mantiene la incógnita, el líder de los socialistas de Galicia ve cómo su conducción es desafiada por la sombra de su antecesor, Xosé Ramón Gómez Besteiro, que podría disputarle la presidencia de la Xunta a Rueda.
También cuenta con la oposición directa de su antecesor inmediato, Gonzalo Caballero, pero Formoso se tranquiliza con tener en apoyo de Pedro Sánchez, pero solo puede servirle para mantenerse en el cargo, no para ganar unas elecciones reñidas. El jefe del PSdeG está obligado a retener A Coruña, Ferrol, Lugo, Santiago y Vigo. En principio no debería ser algo difícil, ya que la implantación territorial del PP en los grandes centros urbanos siempre ha sido su debilidad.
Pero en pleno armado de listas, las dimisiones sacuden a la formación. La semana pasada, Maite Deus dejó su cargo de concejala de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Ferrol y lo mismo hizo el jefe del servicio de Deportes del Concello de A Coruña, Fernando Pérez San Vicente, luego de diferencias con los respectivos alcaldes. Sin embargo, las sospechas de corrupción son la principal preocupación del partido.
El delegado de Medio Rural de Santiago, José Manuel Pichel, renunció tras conocerse que alquilaba oficinas para el municipio a través de la empresa Desproi, a la que estaba vinculado por la firma Gaia, de la que era único administrador. Pichel contó en un primer momento con el respaldo del alcalde Xosé Sánchez Bugallo, quien tuvo que desdecirse. Por otra parte, el alcalde de Baiona, Carlos Gómez, está en el ojo de la justicia por haberse quitado multas por aparcamiento.
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Gómez es candidato a la reelección y dentro del PSdeG aseguran que es un caso ilustrativo del estado actual de las candidaturas. "Lo que ocurre ahora en el partido es por las internas y por los cargos. Así es muy difícil pedirles a los militantes que salgan a convencen a los votantes de que nos voten", admite a LPO un integrante de la formación de una de las diputaciones provinciales bajo control de los socialistas.
La energía, dice, no está puesta en las municipales. Y ese es un problema para Sánchez, no solo porque una victoria en la tierra de Alberto Núñez Feijóo le añade un valor simbólico a sus planes de un segundo mandato, sino porque quiere frenar una tendencia: el trasvase de votos del PSOE al PP, con Galicia en el podio. El pulso a cielo abierto ayuda poco a revertir esta situación.
Dentro del partido creen que ya no rinda la estrategia de comparar a Rueda con Feijóo. En el PP remarcan que el electorado gallero es más moderado y por eso ostentan una mayoría absoluta. Además, insisten en que el actual presidente autonómico es el sucesor inmediato del líder nacional de los populares, por lo que la asociación que pretenden fijar los socialistas carece de sentido.
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Rueda ha designado a la diputada y secretaria general del partido, Paula Prado, como directora de campaña en las municipales. Prado no solo es una dirigente experimentada, sino que tiene diálogo directo y constante con las corporaciones locales. El titular de la Xunta le ha ordenado achicar la diferencia de votos en las siete ciudades gallegas y consagrar la hegemonía del PP. Ha sido un encargo del propio Feijóo.
El jefe del PP se caracteriza por su pragmatismo. En donde es necesario pactar con Vox, aconseja hacerlo. Donde hay chances de gobernar en solitario, impulsa hacer lo imposible para alcanzarlo. Galicia está en el segundo grupo. Feijóo está convencido de que esta vez podrá arrebatarle a los socialistas los municipios que le faltan para pintar de azul a la comunidad autónoma. Parte de la estrategia es dejar que el PSdeG se hunda en su disputa.
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