MartÃn Guzmán quedó mal parado desde el momento en el que Sergio Massa puso en evidencia que aprobar el memorándum económico que el ministro mandó al Congreso no era indispensable para poder resolver el capÃtulo de la deuda con el Fondo.
El primer indicio de que la solución polÃtica para tener el aval del Congreso pasaba por desacoplar la autorización para pedir financiamiento del programa económico asociado al acuerdo de Extended Funds Facilities llegó la semana pasada. El articulado del proyecto de ley se habÃa dividido en dos partes respecto de la formulación inicial que trascendió en un borrador del 12 de febrero.
Massa y Morales se imponen a los halcones y logran destrabar el acuerdo con el FMI
Ante la negativa de Juntos por el Cambio de acompañar el programa económico, Sergio Massa buscó el consenso con la oposición y con el staff técnico que desdijo a Guzmán y aseguró que no era requisito del FMI que el Congreso aprobara el programa. De hecho, para el FMI basta con la firma del presidente del Banco Central y del ministro de EconomÃa del paÃs para que el acuerdo tenga validez. Esto creó el espacio para que parte de la oposición, en particular el radicalismo, le dé los votos para evitar entrar en cesación de pagos con el Fondo, pero sin avalarle el plan económico al que consideran inconsistente y, sobre todo, que deja lo más pesado del ajuste para los primeros años del próximo gobierno.
AsÃ, el ministro quedó en falsa escuadra y perdió credibilidad frente a propios y ajenos. En efecto, con su programa logró profundizar el quiebre entre La Cámpora y el albertismo y dejar a la coalición gobernante al borde de la ruptura formal.
El interrogante pasa por entender cuál era la intención de Guzmán al insistir en la necesidad de la aprobación unificada del proyecto de ley, a sabiendas de que la oposición no iba a acceder jamás a compartir el costo polÃtico de un programa con ajuste sobre el sector privado y con incremento del gasto real, del mismo modo que el oficialismo camporista tampoco iba a sumarse a un programa que congela el "salario complementario" de los subsidios económicos, incluso si no supone una caÃda del gasto real.
Sus argumentos sobre la necesidad de una unidad como Nación frente a los paÃses acreedores son consistentes con su interpretación de la apropiación "ownership" por parte de todo el paÃs de un programa económico, pero tampoco convencen por el costo polÃtico de terminar con una votación que reúne el rechazo unificado al memorándum económico por derecha e izquierda, de liberales, radicales, macristas, camporistas y el Frente de Izquierda. Este es un punto que en su entorno no terminan de explicarse.
Por eso, el repentino viaje a Houston fue leÃdo en clave polÃtica como una descompresión. Una primera lectura radica en que el mismo Alberto Fernández buscó quitarlo de la escena y preservarlo como técnico para darles lugar a los polÃticos de ocuparse de reunir los votos. Sin embargo, el hecho de que otros funcionarios se quejaran de que él no se quedara a defender su propio proyecto despertó dudas acerca de que la intención fuera preservarlo, sino más bien todo lo contrario: la antesala de su desvinculación formal del gabinete.
Sin embargo, esta vez la vuelta de rumores de renuncia no vino de la mano de nombres de sucesores, sino de la certeza de que solo Guzmán puede encarar la aplicación de su propio plan económico y ser él quien dé las respuestas si el déficit fiscal se sigue acelerando como mostraron los datos de enero y febrero.
Lejos de todas estas especulaciones, en el entorno del ministro aseguran que el viaje a Texas estaba en agenda hace tiempo y la partida de Guzmán fue confirmada con Alberto Fernández el viernes porque es prioritario para ambos asegurar inversiones para Vaca Muerta.
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