El hombre mira por el ventanal, divisa un parque, imagina ratas, pero son ardillas. Se ríe en el reflejo que proyecta el vidrio: “Pensaban que estaba muerto”.
Antes de tiempo lo velaron, repartieron sus cenizas, los forenses completaron su autopsia, y algunos llegaron hasta el festejo de un entierro no ocurrido. Se ha escrito, y más leído, sobre la relación entre la "muerte" y la política en nuestro país. “Nadie se muere en la víspera”, repetía hasta hace poco, otro, un par.
Eso sí, en el mientras tanto se quiebran códigos, modifican paradigmas, se mueven placas tectónicas, o como se quiera llamar, y eso tiene consecuencias para todos los jugadores, no sólo para los que parecen dañados en una primera instancia. El partido siempre es largo, dicen los ”viejos vizcachas”.
Quizás, para algunos llegó la hora de aprender; no sé bien de quién, de la biblia, de sun tzu, del príncipe, o simplemente, de la calle. Pero algo, que vale para ambos lados del mostrador, debiera quedar claro: pocas cosas son peores que un animal herido.
Columna publicada en el blog
Janolandia.