En silencio, en la misma semana en que Mauricio Macri comenzó a declinar sus aspiraciones presidenciales y Fernando “Pino” Solanas confirmó que competirá en la Ciudad, Elisa Carrió, convertida así en la única rival no radical de Cristina Kirchner, salió a conquistar el acéfalo electorado de derecha con una nutrida gira por Estados Unidos, donde se cruzó con referentes del establishment financiero internacional.

Carrió estuvo el viernes en New York donde admitió ante inversores de Manhattan que no le molestaban las auditorías del FMI que tanto fastidian al Gobierno.

Hoy participó en Washington con la Cámara de Comercio de Estados Unidos y convocó a los empresarios a invertir, una agenda que muchos imaginaban para Macri.

“Nosotros no somos de derecha ni de izquierda. Abarcamos a todo el espectro y no con acuerdos absurdos como los que ahora quiere la UCR. Lo que es seguro es que Carrió va a ser candidata a presidente de la Coalición Cívica y sin ninguna alianza”, afirmó ante LPO un diputado que la frecuenta y suele oírle sus certeros diagnósticos electorales.

El último se lo dio a los suyos a comienzos de año, cuando debió contener a una parte de su tropa bonaerense que alertaba sobre la inconveniencia de competir en soledad en una primaria que, en ese momento, aseguraba una compleja interna.

“No digan ni nunca ni imposible”, los calmaba. Uno de los inquietos habría sido nada menos que el diputado Adrián Pérez, su casi seguro compañero de fórmula. El escenario la dejó ahora como la única rival de Cristina por fuera de la UCR.

Carrió viajó a Estados Unidos acompañada de las diputadas nacionales Patricia Bullrich y Elisa Carca; la presidente de la CC de la provincia de Buenos Aires, Maricel Etchecoin Moro y el legislador porteño Fernando Sánchez.

Su estadía en la capital de Estados Unidos fue coordinada y gestionada por un argentino que es profesor en la George Washington University, Rubén Perina.

En su agenda norteamericana Carrió incluyó hoy un encuentro con el secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Santiago Cantón, a quien le planteó su “preocupación” por “violaciones a derechos humanos y a la libertad de prensa en Argentina”.

Para algunos lilitos esa gestión no es menor. Todos temen a su regreso una fuerte presión para que acuerde con la UCR y aumente las chances de un ballotage.

Pero es una foto que en el entorno de Carrió no ven ni por asomo. Es que la única forma de quedar como responsable de frustrar una segunda vuelta es que Cristina obtenga entre 40 y 45 puntos y su diferencia con el escolta sea más de diez.

“Es un margen muy estrecho. Puede sacar más de 45 y ganar o menos de 40. Y no nos vamos a ensuciar acordando con el radicalismo por un opción tan remota”, explican.

Aunque no lo aclaran, la posibilidad de acaparar el voto de derecha, hoy sin referente claro, los alienta a imaginarse por encima de Alfonsín.
Además, Carrió ya expresó su fastidio en 2009 por la pérdida de poder legislativo que le significó dividir los legisladores con radicales, socialistas y otros aliados.

En una reunión calculó que si no hubiera acordado con otras fuerzas, como con el socialismo en 2007 y la UCR en 2009, contaría con cerca de 90 diputados nacionales. Su bloque tiene hoy 19.