Hasta las primeras horas de la tarde, personal policial se encontraba realizando pericias y tomando muestras en la oficina del directorio de Papel Prensa, compañía mixta –que asocia al Estado con los diarios Clarín y La Nación- una vez más revolucionada por una situación atípica que según dijo a LPO el propio titular de la SIGEN, Daniel Reposo, se consolida como “el primer caso de espionaje” en el marco de la causa por presuntos retornos que habría cobrado el directorio de la papelera. Es que según Reposo, en los instantes previos a recabar dos testimonios “claves” en la empresa, se encontró un artefacto grabador bajo la mesa.

“La policía cumplió con el procedimiento requerido por el juez federal Norberto Oyarbide. Se han tomado huellas muy limpias, por lo que el responsable tendrá que ir a la Justicia a declarar. Con esta ya es la quinta audiencia que en definitiva, fracasa”, explicó Reposo a este medio. La denuncia fue concretada por la Comisión Fiscalizadora, tras la denuncia intervino el comisario Juan José Cantero y acto seguido, la presentación recayó en las oficinas de Oyarbide, que activó las investigaciones.

El hallazgo se produjo esta mañana en el cuarto piso del edificio de Bartolomé Mitre 739, donde funciona el directorio de Papel Prensa, cuando la Comisión que preside el titular de la Sigen aguardaba la llegada de dos empleados de la compañía considerados "claves" para determinar responsabilidades en la causa por coimas, según la denuncia presentada por Reposo.

La reunión estaba prevista para las 8.30, pero algunos convocados estuvieron desde las 8, esperando a Julio Taborda, gerente de Control de Gestión y Auditoría y Patricia Evison, asesora legal. Se aguardaba su testiomnio ya que ambos "intervinieron en todos los procesos de compras y contrataciones de la empresa desde 1977", explicó Reposo, quien se encontraba en el lugar junto al secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

De la reunión también participó el consejero de Vigilancia de Papel Prensa designado por el Estado, Alberto González Arzac, quien afirmó que el incidente "es una actitud más de espionaje, con el objetivo de entorpecer la investigación" que llevan adelante integrantes de la Comisión Fiscalizadora y una contadora de la SIGEN que se encarga de la parte operativa.

Tal como pudo saber LPO, Reposo suele hacer inspecciones en las oficinas, y fue él quien encontró un dispositivo “del tamaño de un dedo meñique, con una luz roja y agarrado con cinta a la mesa”.

La denuncia de Reposo

“En el marco de la investigación estamos tomando testimonios. En base a la denuncia de José Pirillo, quien ratificó los retornos e incluso él mismo dijo que había recibido dinero y que esa era una práctica normal. Se cargaba entre un 10 y un 15% por factura, se arreglaba con el proveedor y después llegaba el retorno. Pirillo también sostuvo que el que recaudaba era Jorge Noseda -actual gerente General de Papel Prensa- bajo las ordenes de Héctor Magnetto. Noseda, que está desde el 1977 -como buena parte del personal-, vino con el CEO de Clarín”, afirmó el titular de la SIGEN a LPO.

“Espero que estas escuchas ilegales, propias de otras épocas, puedan llevar al responsable de esto y que diga quién lo mandó. Esto es sustancial”, agregó y puntualizó que "estas maniobras buscan dilatar el proceso”.

“Acá hay tres socios, dos privados y otro que es el Estado. Nosotros estábamos con la función de establecer si hubo o no retornos. Los representantes del Estado se quedaron absortos con lo que hoy encontramos, con lo cual los otros compañeros son los privados, Clarín y Nación. Si esta maniobra no la tramó el Estado…”, argumentó el síndico, poniendo el foco del espionaje sobre las dos patas privadas de la empresa.

“La gente que está en la empresa son personas muy mayores, de un promedio de 77 años, con métodos perimidos de la Argentina, como este tipo de espionaje que no tienen sentido. El fin es dilatar el proceso, hay que ver quién dio la orden de semejante locura de otras épocas, como colocar un mp4 atado con cinta”, opinó.

Una situación complicada

Fuentes vinculadas a la empresa confiaron a LPO que “fue una situación horrible, y eso que después de los incidentes de algunas reuniones, venía todo normal, trabajando bien. Pero cuando descubrieron el grabador, todos nos quedamos sorprendidos y asustados. Varios empleados lloraban y dos mujeres se descompusieron. A todo esto, la policía daba vueltas y tomaba huellas digitales”.

Pospuestas una vez más las audiencias, el lunes los convocados acordarán un nuevo encuentro en la semana. Así, la causa avanza a paso lento: se tomaron sólo dos testimonios de un total de siete. Voces allegadas al expediente le aseguraron a LPO que “aunque nos falte la documental –porque cuesta muchísimo conseguir la información- se puede asegurar que los procesos de compra fueron muy discrecionales porque no hay pautas, como suele haber en cualquier empresa de envergadura”.