Desde aquella noche en la que decidió romper para siempre con Kirchner votando contra las retenciones móviles, Julio Cobos sólo pudo saber algo más del Gobierno a través del ya ex jefe de Gabinete, Sergio Massa, y del presidente provincial del Senado, José Pampuro.

Encumbrado como próximo candidato presidencial de la UCR, pero decidido a seguir como vice hasta 2011, Cobos no perdió su vínculo con Pampuro, y hasta lo podría hacer valer en febrero cuando deban definirse las autoridades de la Cámara, una vez más, con radiales y peronistas como protagonistas estelares.

Ninguno de los dos intercedió en las negociaciones por ese tema que en las últimas semanas protagonizaron radicales, kirchneristas, y en menor medida, peronistas disidentes. Los diálogos no derivaron siquiera en principios de acuerdo.

Por el kirchenrismo, que cuenta 32 senadores propios y algunos aliados, dialogaron el jefe del bloque del Frente Para la Victoria, Miguel Pichetto, y el santacruceño Nicolás Fernández, principal bastión kirchnerista del recinto.

Por la UCR, con 14 bancas propias y no más de 3 aliados, lo hicieron Gerardo Morales, titular del bloque, y su antecesor, el mendocino Ernesto Sanz, ungido hace quince días como jefe del Comité nacional radical.

Cobos consultó a Morales sobre el resultado de las primeras charlas, pero en su entorno admitieron a LPO que, todavía, no participó formalmente de las negociaciones. Y que no tiene previsto hacerlo. En realidad, ya se anticipó hace un mes cuando sostuvo que era mejor la continuidad de un peronista como presidente provisional del cuerpo.

Su afirmación nunca fue ratificada por Morales, y es rechazada de plano por la quincena de peronistas opositores, liderados por el puntano Adolfo Rodríguez Saá, que pretenden ubicar allí al salteño Juan Carlos Romero. Así lo definieron la semana pasada, durante una cena en la que sumaron, vía telefónica, el apoyo del senador santafecino Carlos Reutemann.

Con el ex gobernador de San Luis participando en la cumbre sobre cambio climático, celebrada en Copenhague, esta semana los peronistas antikirchneristas cedieron presencia en la negociación, y aprovecharon para sondear los cruces entre radicales y peronistas.

Es que aquellas declaraciones de Cobos los hicieron dudar sobre un nuevo pacto entre las dos fuerzas tradicionales que los deje afuera de todo. Es la impresión que les dejó la definición que tuvo la sesión preparatoria de Diputados, y si vislumbran lo mismo en el Senado, están dispuestos a denunciarlo públicamente. 

Las bravuconadas de Morales no los conforman, sobre todo, cuando recuerdan la repuesta que Pampuro tuvo aquella vez: “Ha sido gobernador de una provincia importante, ha sido muy fuertemente ratificado en la última elección y ha conducido el Senado estos últimos años y está dentro de los posibles hombres presidenciales”, dijo del vicepresidente.

Nadie ignora que si bien Morales y Cobos, después de más de un día de gestiones, conciliaron la nueva conducción nacional de la UCR, la tensión entre ellos no cesó. Tal es así que sus laderos quedaron bien diferenciados, división que aún complica la conformación de varias comisiones de Diputados.

El fin de semana corrieron versiones sobre una orden de Kirchner para impedir que Pampuro siga como presidente provisional de Senado. Pichetto desmintió todo, y comunicó oficialmente que el bonaerense seguía siendo el candidato del kirchnerismo para ese cargo.

El rionegrino confía en alcanzar 37 votos necesarios para el quórum en la sesión preparatoria del 24 de febrero, en la que deben definirse las autoridades. Sus cuentan lo colocan hoy a uno de esa cifra, ya que a los 32 propios le suma los tres aliados que arrastra del anterior período (un neuquino y dos fueguinos), confía en la corren tina Josefina Angélica Meabe de Mathó, de pasado liberal, y asumida por acuerdo con el oscilante gobernador Arturo Colombi.

Pero la principal apuesta de Pichetto es sumar a los dos pampeanos peronistas con bloque propio: Carlos Verna y María Higonet, al parecer, árbitros finales de la compulsa.

Si logra reunir a todos ellos tendría la llave para darle al kirchnerismo la mayoría de las comisiones, y conformar a la oposición con la vicepresidencia primera, acéfala desde el 10 de diciembre por la partida del pampeano Rubén Marín.

Sospechas de retorno y de un pacto en ciernes

En los noventa Pampuro fue funcionario y hasta médico personal de Eduardo Duhalde. Y cuando en 2002 el entonces senador asumió como presidente, asumió como ministro de Defensa, donde continuó con el arribo de Néstor Kirchner. Disciplinado, aceptó el desguace de las fuerzas armadas emprendido por el patagónico.

En 2005 aceptó secundar a Cristina Kirchner en la lista de senadores nacionales que vapuleó a Hilda González de Duhalde. Selló dos traiciones: al caudillo bonaerense, y al aún intendente de Lanús Manuel Quindimil, cuya lista fue derrotada ese día por Darío Díaz Pérez, quien dos años más tarde le arrebató la intendencia que ocupaba desde el retorno de la democracia.

Con mandato hasta 2011, Pampuro no tiene un buen augurio para ese año. Lo complica la caida libre del kirchnerismo y la pérdida de poder en Lanús, donde en la última elección su lista fue derrotada por Unión Pro, coordinado por el secretario de Hacienda porteño Néstor Grindetti.

“Ha tenido diálogos con Duhalde después de 2005, pero no lo esperamos por aquí aún. Aunque él perece que nos llama”, ironizó ante LPO un lugarteniente del ex presidente, por estos días, tan preocupado porque Reutemann oficialice su candidatura presidencial como por garantizar un pacto de gobernabilidad futuro entre radicales y peronistas. Por su vínculo con Cobos, Pampuro pareciera coincidir con esto último.

Si llegado el 24 de febrero no hay definición política para definir las autoridades del Senado, como ocurrió en Diputados, las partes deberán juntarse y acercar posiciones.

Y no son pocos los que creen que en ese momento Cobos y Pampuro, sin el desgaste de las charlas previas, serán los más indicados para esa tarea, y avancen en un acuerdo que, ante todo, le permita al radicalismo y al peronismo conservar el control de la Cámara. Hasta ahora, nada parece indicar lo contrario.