No se recuerda cuándo fue que la Central General de Trabajadores realizó un acto de estas dimensiones.

Un inmenso escenario que cruzaba la avenida 9 de Julio recibió a los miles de trabajadores que se acercaron en columnas, mientras el cielo era ocupado por unas veintenas de globos aeroestáticos de los distintos sindicatos. Algunos más creativos que otros, le dieron forma representativa, como una ubre que llegó desde los trabajadores de la industria lechera, una locomotora que provenía de los ferroviarios de La Fraternidad, o un barco, de los navegantes.

Hugo Moyano fue el único orador que en esta movilización que tuvo como excusa la celebración por el Día del Trabajador, pero que en el fondo era una clara demostración del poder que tiene el sindicalismo argentino.

El destinatario era nada menos que el presidente del PJ, Néstor Kirchner. Y el mensaje encubierto era que la cúpula de la CGT quiere que el movimiento obrero tenga más espacio en las listas de candidatos a diputados que se están armando para las elecciones del 28 de junio.

Con este fin, la central de trabajadores puso toda la carne al asador. Instaló un imponente escenario de 35 metros de largo y 10 de ancho que cruzaba la avenida 9 de Julio en la intersección con Belgrano. Las imágenes que lo decoraban eran simples y también daban un mensaje. CGT, PJ, Perón y Evita. El sindicalismo regresa a los orígenes para retomar el poder del peronismo.

De espaldas al Ministerio de Desarrollo Social, con dos gigantografías de Juan Domingo Perón y Evita a los costados y una en el centro, Moyano dio su discurso a las 15 frente a una multitud. Según sus propios cálculos, esperaban convocar unos 100.000 trabajadores. Algo probable si se calcula que sólo desde el gremio de camioneros, prometieron movilizar a unos 40 mil camioneros desde todo el país. Y los trabajadores de transportes en la Ciudad de Buenos Aires y Conurbano suspendieron sus actividades para participar del acto.

Pero no son los únicos, los empleados judiciales, del Congreso, los municipales y bancarios lograron que les dieran asueto para acudir a la movilización. Allí, ya estaban esperándolos cinco camiones de agua para calmarles la sed y decenas de baños químicos ubicados estratégicamente ubicados a lo largo de 9 de julio. También colocaron por prevención ocho ambulancias y una carpa sanitaria.

Un acto que costó millones y que cumplió con el objetivo.