Si algo dejó claro Néstor Kirchner desde que llegó al poder, es que no acostumbra dar puntada sin hilo. Cada uno de sus movimientos debe ser analizado en profundidad porque siempre esconden efectos secundarios por detrás de la lectura global y obvia de cada medida.

En el caso de la intervención de la Secretaría de Medios con la designación de su vocero personal, Alfredo Scocimarro, el “daño colateral” cae justo encima de la cabeza del vocero presidencial, Miguel Nuñez.

La razón, es que la presencia del operador mediático y político que trabaja hace años junto a Kirchner y Julio De Vido también pondrá el ojo en el contrato que Presidencia mantiene para las filmaciones oficiales con la empresa La Corte, la cual citan desde siempre como vinculada –o propiedad- de Nuñez.

El “mudo” -apodo que se ganó por ser el único vocero que no habla con los medios-, en el caso poder que ganó en su estadía con los Kirchner en el gobierno, logró sellar un contrato con la productora La Corte SRL, compañía que goza de la exclusividad de las filmaciones de eventos presidenciales.

Negocio mudo

Núñez, dicen, llegó a reconocer en alguna ocasión que esa productora era propiedad de colegas amigos suyos, pero negó ser el dueño. Sin embargo, hay versiones de que no es así. “Siempre se dijo que La Corte era de él, por el acceso privilegiado que tenía a lugares a los que los medios nunca podíamos entrar”, es lo que siempre se comentó en los pasillos gubernamentales.

Justamente, una vez que explotó esta polémica, en sintonía se puso luz sobre otra. Se trató de una investigación de Noticias donde revelaba que el vocero había pasado de ser un deudor incobrable (por la mora de unos 15 mil pesos) a comprarse un piso en Caballito, a la vuelta del lugar en donde vivió siempre. Igualmente, explican, “las causas iniciadas por esa investigación finalmente quedaron archivadas, porque el funcionario demostró ante la Oficina Anticorrupción la procedencia de los fondos”.

La Corte, informó Perfil hace tiempo, recibió por contratación directa más de 6 millones de pesos, hasta que en el Gobierno decidieron emprolijar la situación y llamar a una licitación pública. ¿Quién ganó la licitación? Obviamente, la misma empresa cercana a Nuñez.

Control de imagen

Típico de la obsesión K, el vocero presidencial contrató a esta empresa para que filme las actividades presidenciales y las transmita vía satélite a la Casa Rosada, donde eran editadas y retransmitidas a los distintos canales de TV. Ahí se definía qué y cómo llegaban las imágenes a los medios.

Las facturas de La Corte son pagadas a través de la agencia noticiosa estatal Télam, la voluminosa caja que maneja la Secretaría de Medios para comprar publicidad. La presencia de esta empresa despertó el recelo de los empleados del canal estatal de TV, a quien tradicionalmente le correspondió el registro de la actividad presidencial y en quien Kirchner, claro está, no confía.

Inscripta en diciembre de 1994, La Corte SRL declara ser una "productora de filmes y videocintas" vinculada a la realización de cortos publicitarios y la producción de programas de tevé. Fundada por Pablo Monzoncillo, la sociedad dio sus primeros pasos filmando audiovisuales de presentación para empresas. Sus trabajos fueron ganando reputación con la incorporación de tecnología de punta en las consolas de edición. Pionero en utilizar equipos de efectos especiales en las filmaciones publicitarias, Monzoncillo no tardó en encontrar su nicho, la post producción, un área que quedó al mando de su hermano arquitecto, Daniel.

Vieja factura

Néstor Kirchner nombró a Nuñez por decreto el 4 de junio de 2003. Pero el modelo de comunicación kirchnerista que imponía y que luego se profundizó casi atado a cierto nivel de psicosis dejó al vocero oficial en un papel casi pintoresco, pero sin ningún poder demostrado ni actividad o responsabilidades claras. información importante nunca salió de un círculo de más de cuatro personas: Néstor, Cristina, el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, y el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández.

Núñez también tuvo más de una polémica por la feroz interna con el secretario de Medios, Enrique Albistur, una pelea que tenía como eje central el manejo de la pauta oficial. Núñez siempre negó que existieran roces con el secretario, pero nunca tuvo el margen de maniobra que pretendía en la asignación de fondos que hacía Pepe.

Núñez tiene un vínculo más que fuerte con el kirchnerismo. Durante su paso por el Congreso, Cristina Kirchner lo tuvo siempre como vocero y hombre de confianza. Ella se lo impuso a su marido, en uno de los pocos logros ante el hermetismo –y autoritarismo mayormente- de Néstor Kirchner para designar funcionarios. Ahora, años después, le propicia un golpe directo.