La moneda brasileña volvió a registrar otra dura jornada, donde alcanzó el nuevo récord histórico de 4,65 reales por dólar. Si bien el alza se da en un contexto de deterioro general de las principales monedas emergentes por el impacto del coronavirus, los analistas aseguran que las propias debilidades de la economía vecina amplifican la tendencia.

Como explicó LPO, el PBI de Brasil terminó avanzando apenas un 1,1% en 2019, cuando las previsiones llegaban al 2,5%. Para revertir este estancamiento, el Banco Central fue bajando paulatinamente la tasa de interés, pero esto solamente potenció la fuga de capitales ante el menor incentivo financiero.

"La baja en la tasa de interés quitó el apetito de los inversores por Brasil. El año pasado fue récord de salida de capitales extranjeros y la tendencia sigue durante este año, lo que reduce la oferta de dólares y presiona al tipo de cambio", explicó a LPO el analista político brasileño Marco Bastos.

En el primer año de Bolsonaro, el PBI de Brasil anotó la menor suba desde la crisis del Lavajato

"La idea de Paulo Guedes de que una tasa de interés e inflación bajas resultarían en repunte del consumo de las familias e inversión de las empresas privadas no está sucediendo en los hechos. No hay ninguna tendencia de repunte económico y el coronavirus simplemente hizo un movimiento catalizador de un fenómeno que ya existía", agregó.

Los últimos indicadores señalan un estancamiento de la industria y de la inversión. Por su parte, el consumo de las familias no logra repuntar frente a un desempleo y un nivel de endeudamiento muy altos.

Así es como a pesar de la fuerte intervención del Banco Central mediante subastas de swaps cambiarios, el real se sigue depreciando. Esto mete presión sobre la moneda argentina y cambia la estrategia de la máxima autoridad monetaria, que durante el inicio de la semana había mantenido una posición compradora de divisas ante una supuesta calma.

En lo que va del año, la devaluación del real alcanza el 16% y le quita competitividad al tipo de cambio argentino que en cuatro meses subió sólo un 4%, contra una inflación que avanzó entre un 12% y un 13% durante ese lapso.