
La pelea es golpe por golpe. Hillary Clinton parece tener un margen de distancia cuando se repasa estado por estado. La proyecciones marcaban que estaba muy cerca de conseguir los 270 delegados que se requieren en el Colegio Electoral para llegar a la Presidencia.
La duda se centraba en los estados no definidos, como Florida, Carolina del Norte, Ohio, Arizona o Colorado. En los equipos de Hillary se repetía con optimismo que si lograban uno de los “grandes” de ese bloque, ya estarían con un pie en la Casa Blanca.
Pero como en un tablero de ajedrez, los adversarios también buscan “comerle” piezas claves a sus adversarios. Eso parece estar pasando en los últimos días en dos territorios muy importantes para los demócratas: Michigan y Pensilvania.
¿Por qué son importantes? Porque parecían casi asegurados para Hillary y ahora parecen haber entrado en una zona de duda. Para quienes dudan de las encuestas –que reflejan este acercamiento de Trump-, la mejor forma de confirmarlo es mirar las agendas de la campaña.
En general, los equipos concentrar sus recursos, su dinero y su tiempo en estados que están en la pelea. Los ganados y los perdidos, en el último tramo se dejan de lado.
En las últimas semanas, tanto Michigan como Pensilvania volvieron a estar en las agendas de demócratas y republicanos. La semana pasada, Bill Clinton estuvo en Michigan y esta mañana hará lo propio Barack Obama, en un operativo de emergencia.
No hay dudas de la importancia de Pensilvania: Trump está visitándola desde hace varios días, y allí será el gran cierre de campaña de Hillary Clinton, en donde estará acompañada de todo su dream team.
Los especialistas afirman que esta creciente paridad en Michigan y Pensilvania estaría relacionada con la presunta caída del voto afroamericano, que ya alarmó a los equipos demócratas. Eso explicaría la creciente intervención de Obama en el último tramo de esta campaña.
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