Coronavirus
Despejando futuro
Por Horacio Lenz
Instrumentar acciones regionales para el futuro, con diagnósticos homologados y tareas coordinadas, es necesario para superar el umbral de estancamiento de forma rápida, a la par y encarando un nuevo mundo global. Sin unidad continental, la recuperación económica será más dificultosa.

La pandemia del covid-19 introdujo al mundo entero en un paréntesis. Nadie sabe cómo afrontar la crisis y los buenos o malos resultados se conocen solo por las conclusiones empíricas de cada uno. Este virus carece de bitácora y de protocolos de acción. Las respuestas y reacciones diarias le dan a especialistas y líderes alguna luz que ilumine el camino

Puede saberse que la pandemia se inició en un mercado de alimentos en la ciudad de Wuhan en la República Popular China y desde ahí se dispersó por el mundo, atacando en occidente los centros más globalizados de circulación de personas: Nueva York, Londres, Norte de Italia y Madrid.

Pero es China la única responsable de esta situación, por no darla a conocer en tiempo y forma? ¿Beijing informó sobre la situación en sus códigos y occidente no supo, no quiso o no pudo interpretarlos? ¿O será que occidente tiene alguna responsabilidad?¿Acaso no habrá cometido algún error antes, al transferir parte de su capacidad industrial y financiera al continente asiático, sin contemplar los efectos colaterales negativos que implicaría?

Como consecuencia, podemos recordar que en el tablero de las empresas más importantes del 2019 - encabezados por Apple, Saudí Aramco, Microsoft, Google, Amazon y Alibaba,- las únicas tres con radicación en Europa, fueron las suizas Nestlé, Roche y Novaris. Ninguna empresa de la Unión Europea apareció en los primeros treinta lugares de la lista.

Durante mucho tiempo nos hemos preguntado y contestado sobre los beneficios de la globalización sin control. Los resultados positivos fueron muchos, pero lo efectos no deseados hoy los tiene occidente en la puerta de su casa: Pandemia, desempleo, crisis económica y falta de control sobre el futuro en más de la mitad del planeta. Un dato relevante se dibuja en el escenario internacional de coyuntura: China, a partir de sus fortalezas económicas, ya está en una agresiva diplomacia sanitaria que amortigua, a su vez de manera evidente, sus responsabilidades en el origen del virus. En materia geopolítica mantiene cierto orden en su zona de influencia. Mientras, EEUU y Europa, miran lo que pasa por delante de sus ojos, sin posiciones unificadas y con un vínculo ganado por la desconfianza. Solo la Canciller alemana, Ángela Merkel, intenta esbozar soluciones de coyuntura, haciéndose cargo del continente europeo y diseñando una ruta de futuro que sostiene los valores que hicieron grande al mundo occidental en la post-guerra: democracia, desarrollo económico y justicia social.

Ya en su visita a la Argentina de 1995, el ex primer Ministro francés Édouard Balladur (gaullista) dijo: "Nuestro mundo tiene que revisar la política de relocalización de factorías hacia un mundo desconocido, no sea cosa que la luminaria de los bajos costos se nos vuelva en contra".

Manejo de la crisis.

Ante este situación extrema el mundo occidental tomó decisiones desgolbalizadas ante un problema global y las diferencias de posiciones al enfrentar la crisis, terminaron siendo posturas ideológica que alcanzaron ribetes ridículos en Europa y en América.

Pero hubo y hay formas generales de administración de la crisis donde los instrumentos prácticos son muy importantes. Conviven en los mismos territorios visiones y acciones donde se pueden medir los grados de responsabilidad, eficiencia, prevención y control político, en relación a los resultados en materia sanitaria y económica.

En Europa conviven acciones preventivas con malos resultados como los casos de España, Italia, Bélgica y Reino Unido donde la irresponsabilidad, ineficiencia, la falta de prevención, más la disolución de la unidad política no fueron adecuadas para afrontar la cuestión pandémica. En el otro extremo hay una administración acertada, como en Alemania, Noruega, Holanda y los Países del Este, que por diferentes circunstancias lograron gestionar las dificultades con mayor grado de eficacia, prevención y unidad política.

Ante estos datos, el hecho más notable es que Europa no pudo y no supo afrontar esta dificultad con unidad. La UE, como institución, quedó fuera de la autoridad a partir de que los estados miembros procuraron salvarse con una vuelta a prácticas unilaterales. Pero esta conflictividad no condicionó la estrategia de rescate económico del Banco Europeo con un total de 750 mil millones de euros, al plan de reconstrucción de la economía de la UE. La voluntad de la unidad política, la relocalización de empresas, la seguridad regional, el trabajo y una consensuada diplomacia sanitaria serán los temas a discutir en Bruselas en un futuro cercano.

Del otro lado del Atlántico norte los EE.UU venia transitando una política de aislacionismo progresivo conducido por el presidente Trump. Esto se empezó a manifestar desde el inicio de su mandato. Hubo acciones políticas comerciales y de seguridad que intentaron condicionar tanto los Acuerdos de libre Comercio con Asia y la rediscusión de la cuestión automotriz en el NAFTA, como implementar su política de confrontación con el tándem Berlín-Paris en la cuestión OTAN. El presidente americano terminó consolidándose como una figura que propicia una economía más cerrada en la esfera global pero más injusta y sectaria fronteras adentro. Las manifestaciones que se llevan a cabo en varias ciudades de los EEUU, es una muestra del desacople social que se gestó en los últimos años.

Pero a pesar de esto la administración de Washington, no dudó en sostener la crisis del covid 19 con una ayuda de rescate descomunal que ronda los 3 billones de dólares, poniendo esa voluminosa cifra en el mercado interno, para que la economía atempere el sufrimiento. A pesar de esto lo que detonó la pandemia y descubrió sin máscaras, es el grado de injusticia social que el modelo de transferencias o deslocalizaciones de fábricas ha producido. Se hace evidente que occidente no puede vivir solo de servicios y derivados financieros. Se vuelve urgente incorporar a la agenda económica, los factores productivos y de consumo que se postergaron en las últimas décadas.

Sudamérica

Sudamérica no es ajena a las dificultades de otras regiones, pero la situación crítica aún no se definió. Son cuatro las dificultades que atraviesa la resolución del problema: La falta de coordinación regional, la no llegada del invierno crudo, las limitaciones en la infraestructura y los hacinamientos demográficos donde viven más de 90 millones de personas. Nuestro continente asumió las dificultades de la crisis pandémicas, con los mismos mecanismos de individualidad que lo hizo el resto de occidente, pero con algunas tradiciones históricas; por ejemplo: Todos los países andinos tomaron una política común de priorizar la cuestión económica. La catástrofe sanitaria no se hizo esperar y los números de producción y empleo no son alentadores.

Los países del costado atlántico, Argentina, Uruguay y Paraguay han tenido una política de prevención comunitaria, con similitudes y diferencias. Más atemperada o con más rigurosidad en la cuarentena, con una mejor o peor performance sanitaria, pero todos con dificultades económicas.

La excepción en este rincón del continente la llevó adelante Brasil, conjugando la totalidad de los males: poca eficiencia en el manejo de la crisis sanitaria, prevención limitada en la anticipación del problema, falta de unidad política y una economía que en el mejor de los casos está paralizada.

La salida

La primera complicación - la coordinación regional - debería ser resuelta con la diplomacia sanitaria, tan necesaria ahora para afrontar una situación crítica regional. Un escenario de esta naturaleza, además de proyectar la salida, tendrá que tener a la economía preparada para expandir sus beneficios. El acuerdo político de vecindad será una herramienta táctica imprescindible en Sudamérica para esta ocasión.

Instrumentar acciones regionales para el futuro, con diagnósticos homologados y tareas coordinadas, es necesario para superar el umbral de estancamiento de forma rápida, a la par y encarando un nuevo mundo global. Sin unidad continental, la recuperación económica será más dificultosa.

En lo mediato la situación tiende a empeorar, las bajas temperaturas no ayudan a encontrar anticuerpos ante esta epidemia y más de la mitad de nuestra región se está aproximando a la estación invernal. Algunos países, por ahora, tienen espacio para amortiguar un ataque más agresivo de la epidemia, sobre todo de sus comunidades más vulnerables. Usaron éste tiempo para prepararse con cuarentenas rigurosas e infraestructura sanitaria más adecuada.

En este caso, nuestro país mostró una buena conducción en la política de prevención, un eficiente sistema de salud y un acompañamiento de la población responsable.

Si de esta manera se logran amortiguar los males con un porcentaje mínimo de fallecidos, un sistema sanitario resistente y una idea económica nacional y regional pensada, la recuperación social será más rápida.

Pero este periodo debe poner en debate las cuestione estratégicas a resolver y que la pandemia puso en superficie:

· La injusticia social estructural.

· El déficit de infraestructura sin planificación, sumado a códigos urbanos y uso de la tierra, sin criterios uniformes.

· Evidentes carencias organizacionales, falta de estatalidad y desequilibrios demográficos - por hacinamiento o aislamiento- que atentan en la calidad de vida de la población.

· Planificar políticas estratégicas, indispensables tanto para contribuir a la multiplicación de oportunidades de futuro, como para disponer de herramientas que afronten las dificultades venideras. Los problemas del presente solo tienen buena o mala administración, pero resolverlos hoy es imposible

Es evidente que estos golpes de la historia cierran periodos y abren otros. El mundo que vine, como pasa en la Historia, no se diseña con prolijidad científica, sino con las marchas, contramarchas, conflictos, disputas, aciertos y desasiertos.Todas cuestiones propias de la humanidad. Seguramente las administraciones de los Estados, en un comienzo, tengan gran protagonismo en el encausamientos al orden futuro. A este nuevo periodo, que no sabemos cuándo nació y estamos transitando, en un par de años se le pondrá nombre.

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