En pocos días se producirá una noticia esperada que, no por previsible, deja de ser un hecho político significativo: el lanzamiento formal de Horacio Rodríguez Larreta como precandidato presidencial. Un lanzamiento que, según trascendió en los últimos días, tendrá como puntapié inicial un spot -grabado en Santa Cruz- donde pondría el énfasis en la necesidad de "saltar" la grieta.

Se trata de una apuesta importante, que apunta a fortalecer la imagen y los atributos de liderazgo que han venido apuntalando el posicionamiento del alcalde porteño desde hace un tiempo: la imagen de la moderación, de una mirada más amplia que la de otros sectores del PRO a la hora de sumar, un perfil de "hacedor", alejado de estridencias, polémicas y discursos grandilocuentes. En definitiva, el perfil que supo ponerlo en "carrera", pero del que supo desviarse durante varios momentos -sobre todo del último año- frente al crecimiento de los candidatos que apuntan a los extremos del espectro y a sacar rédito de la grieta.

Es que el alcalde porteño sabe que pese a que muy probablemente se enfrente a unas PASO muy competitivas, el próximo presidente sólo podrá gobernar con una base de apoyo y sustentación lo más amplia posible. "Ganar" es obviamente un objetivo primordial, pero sin desconocer que otra cosa muy distinta será "gobernar" un país muy complejo.

Por eso, aún en un escenario donde la estrategia de una gran parte de la oposición se sigue recostando en la polarización con el kirchnerismo en general, y Cristina Fernández de Kirchner en particular, Larreta está dispuesto a jugar con sus cartas. Todo ello pese a la percepción de cierto "microclima" de la política de que la renovada centralidad de la ex mandataria tras el frustrado intento de magnicidio y la posterior condena en la denominada "causa Vialidad", volvió a mostrar que, al menos en lo que respecta a la competencia electoral, la grieta sigue dando réditos.

Larreta ya parece haber elegido otro camino, distinto no sólo al que propugnan Macri, Bullrich y los ya famosos "halcones" del PRO, sino también al de la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, quien también lanzaría su candidatura en poco tiempo. Para apuntalar esta estrategia, para el alcalde resulta fundamental el acompañamiento de la UCR. No es casual, en este sentido, que haya sido él mismo quien haya instalado en su momento la idea de las "fórmulas cruzadas".

Por allí camina desde hace tiempo el jefe de gobierno, en un acercamiento que cada vez es más evidente y explícito. Los contactos son permanentes, y varias fotos de alto valor simbólico se vieron durante las recorridas de este verano: desde la foto estilo "Abby Road" junto a Morales y Lousteau en Mar del Plata, a su participación como invitado especial del gobernador jujeño a los tradicionales carnavales.

Es evidente que con Morales hay más que sintonía y que, muy probablemente, ambos confluyan en un acuerdo electoral y una fórmula conjunta. No será un anuncio inminente. Habiendo tiempo hasta el 24 de junio para inscribir legalmente las candidaturas, ambos lanzarán sus propias candidaturas presidenciales, recorrerán el país en la búsqueda de apoyos y musculatura política, y evitarán el desgaste anticipado que podría implicar la confirmación de una fórmula.

Por otra parte, Morales todavía debe lidiar con la candidatura del diputado Facundo Manes quien, pese a estar inmerso en un llamativo silencio, y haber ralentizado su otrora frenética agenda, deja trascender que no ha declinado de su proyecto presidencial. El gobernador jujeño -quien logró eclipsarlo y recortarle sus márgenes de maniobra al hegemonizar el vínculo con jxC- y los dirigentes que lo acompañan creen que el neurólogo acabará por bajarse a fuerza de los desalentadores números que arrojan las encuestas.

Los radicales que apoyan al presidente del Comité Nacional están convencidos de que el centenario partido no debería repetir experiencias del pasado, como la de las PASO de 2015 con Sanz, y que no pueden darse el lujo de competir con una oferta electoral que no pueda perforar los 10 puntos porcentuales. Tampoco están dispuestos a resignar protagonismo para ser "furgón de cola" del PRO.

Por eso, con una dosis de pragmatismo que faltó en procesos anteriores, apostarían a la chance de quedarse con la vicepresidencia, en el marco de un acuerdo programático que garantizara un rol activo del partido en un gobierno de coalición. Y, al mismo tiempo, apostar fuertemente al crecimiento en provincias y municipios, como puntal de un proyecto de renovación que se construya desde abajo hacia arriba. Una estrategia que ya empezó a mostrar sus frutos en la primer cita del largo calendario electoral -La Pampa-, y que los referentes del partido fundado por Alem esperan capitalizar en la Ciudad de Buenos Aires (Lousteau), Mendoza (Cornejo), Formosa (Naidenoff), Córdoba (De Loredo), y Santa Fe (¿Losada?).

Así las cosas, Larreta parece ser hoy el único candidato que podría pescar en la "gran pecera" del centro, lo que le otorga gran potencial de cara a las elecciones generales de octubre. Sin embargo, para eso deberá sortear unas desafiantes PASO. Allí es donde el rol del radicalismo y la figura de Morales se agigantan. El experimentado gobernador jujeño lo sabe y, sin apurarse, está dispuesto a hacerlo valer.