En la Moncloa parecen excusarse más que explicar el clima que se vive en la campaña socialista: el tablero está inclinado hacia el lado del PP, el voto de izquierdas está desmotivado, Alberto Núñez Feijóo ha apelado a bulos y al ataque, la intención de acabar con el "sanchismo" domina el debate.
Son las conclusiones a las que llegan en el equipo del PSOE y que marcarán los últimos días de campaña, donde el Gobierno se juega el todo por el todo.
Pero lo que sí destacan en el equipo de campaña, para contrarrestar algo la sensación de un triunfo inevitable del PP, es que Sánchez y sus candidatos no tirarán la toalla hasta el final del partido, e incluso tampoco lo harán después.
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Es que este lunes el presidente del Ejecutivo admitió en público lo que viene repitiendo en privado a sus asesores y cargos del PSOE respecto al clima político que fomentan las consultoras y sondeos.
"Probablemente también por esta cascada de encuestas donde hay detrás un intento de desmovilización del electorado progresista", respondió hoy en una entrevista con RNE sobre el abstencionismo que puede lastrar a la izquierda este domingo. Es la primera vez que el líder del PSOE carga contra las encuestas por la tendencia favorable al bloque de la derecha. Ni siquiera comentó los números del sondeo flash del CIS.
Sánchez contra la denuncia de fraude de Feijóo: "Quiere embarrar la cancha"
El Centro de Investigaciones Sociológicas insiste en que los socialistas ganarán las generales del 23J, la única casa demoscópica que arriesga un resultado semejante. Félix Tezanos sostiene que el PSOE le saca 1,4 puntos de ventaja al PP, con el 32,2% de la intención de voto para Sánchez y el 30,8% para el jefe de la oposición. A Sumar le reserva el tercer lugar 14,9% de apoyos y a Vox, el cuarto, con el 11,8%. Sería un resultado ideal para el Ejecutivo, pero nadie lo cree.
Mientras el presidente terminaba con una entrevista en la que negaba darle una hipotética abstención a Feijóo para ser investido, el titular de la consultora GAD3, Narciso Michavila, aseguraba que el PP se acercaba a los 160 escaños en el Congreso de los Diputados, un resultado que prácticamente marcaría el retiro de Sánchez y una suerte de capitulación del PSOE. Sin embargo, si los socialistas le negasen una eventual investidura, Feijóo llegaría a Moncloa con los votos de Vox.
Michavila planteaba este escenario en la COPE, territorio hostil a la izquierda en general y a Sánchez en particular. El mandatario ha ordenado a los suyos que desmintieran las "operaciones de desgaste", como comenta a LPO una fuente al tanto de la petición presidencial, en sus propias palabras. Pero los dirigentes socialistas amagan con una tímida impostación de una victoria segura para el PSOE, un pronóstico que no se refleja ni en el ánimo del momento ni en el tono de la campaña oficialista.
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En el reparto de roles, Yolanda Díaz ha salido discreta en una campaña que le ha reservado poco foco mediático y más apariciones en mítines más reducidos que los de la etapa del proceso de escucha. Hoy se ha mostrado junto a Ione Belarra en Pamplona, un guiño que necesitaba hacia adentro de la plataforma progresista como de cara al electorado de izquierdas. PSOE y Díaz han entendido que más allá de la canasta en la que termine la mayoría de los votos del espacio, sin movilización solo habrá un Ejecutivo de PP y Vox.
Lo cierto es que Sumar no espera ya una tercera posición como predice el CIS, una probabilidad que se mantuvo por un tiempo hasta las municipales y autonómicas, y entienden que el PSOE tampoco peca de ingenuidad. "No es resignación, es pragmatismo y una postura realista", dice a este medio un miembro del espacio que acompaña a la vice segunda desde los albores de Sumar. Si Sánchez ve operaciones en este proceso, quizás haya llegado tarde.
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