En Génova apenas dudan en ver la mano de Pedro Sánchez detrás de la petición del presidente del Senado, el socialista Ander Gil, al líder del PP sobre el monto que cobra por su cargo partidario. Entienden que el líder del PSOE ha salido a jugar fuerte desde el momento en que adelantó las generales, pero Alberto Núñez Feijóo no dará explicaciones a Gil, algo que el titular del organismo no puede forzar.
Feijóo se adelantó a la fecha límite para actualizar su declaración de rentas e informó a los medios que ha percibido unos 39.260 euros brutos en 2022. Ha decidido jugar por fuera de lo considera la presión de una autoridad manejada desde Moncloa. "El senador Núñez Feijóo no ha cumplido con este requerimiento que es preceptivo para todos los senadores", lamentó Gil, ignorado por el jefe de la oposición.
En su entorno dicen a LPO que al dirigente gallego no le extrañan estas jugadas. Sin decirlo abiertamente, aludían a la filtración de una foto suya con el narcotraficante Marcial Dorado en un yate en momentos en que se planteaba como una alternativa a Mariano Rajoy. Por eso dicen que no entrará en el fango, aunque en el PSOE usarán la negativa como parte de la campaña en su contra.
Sánchez se entusiasma con el repunte en las encuestas y Moncloa instala que Feijóo no tiene equipo
El PP ya ha puesto los motores en marcha, sobre todo después de presentar el programa electoral, un texto que recoge aspiraciones tradicionales de la formación y puntos reactivos a la pasada legislatura, y quien se ha colado en la precampaña ha sido justamente Rajoy, quien muy raramente hace apariciones -y apreciaciones- sobre la actualidad política. El expresidente del Gobierno, como adelantó este medio, saldrá a respaldar a Feijóo.
De hecho, Rajoy mencionó en una entrevista en COPE la gira de Sánchez por los medios, algunos incómodos para el jefe de los socialistas, una estrategia a todas luces exitosa para el Gobierno -el PSOE y Sumar estarían a un paso de reeditar el Ejecutivo conjunto, según el último barómetro del CIS-, que viene recortando puntos en los sondeos y corriendo a Feijóo del centro de la escena, como estuvo efímeramente tras las elecciones de mayo.
"No da un palo al agua durante unos cuantos años y pretende en media hora recuperar todo aquello que no hizo en su día", disparó el sucesor de José Luis Rodríguez Zapatero. "Una cosa es adecuarse a la realidad y otra es no decir la verdad", defendió Rajoy, consciente de los giros a los que están obligados los presidentes una vez instalados en el poder. También dio su bendición a un acuerdo con Vox en el Congreso de los Diputados.
En Ferraz les bajan el precio a las palabras de Rajoy: "Pura chapuza". Calculan que la campaña no admite otra figura central que la Feijóo. Ni Rajoy, ni José María Aznar ni Isabel Díaz Ayuso moverán el amperímetro. Eso lo entiende también Sánchez, que ha personalizado la campaña y ve cómo crece la repercusión luego de un cara a cara con Pablo Motos o Ana Rosa. No es que no lo imaginase, pero costaba encajar esa dinámica en el estilo del presidente.
El equipo de comunicación de la campaña y la dirección del PSOE alientan esta hoja de ruta mediática que humaniza a Sánchez y le hace llegar a otra parte del electorado, en un proceso paralelo en el que Feijóo se enreda en la grandilocuencia y confunde con su approach a Vox. En el PP se equivocan si imaginan que Gil o la autoridad de turno puede cambiar el rumbo de la elección. En cualquier caso, ese será Sánchez.
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