Esta ha sido de las peores semanas del gobierno de Pedro Sánchez. Habría que remontarse a su renuncia como diputado en 2018 o a la derrota en las elecciones autonómicas y municipales de mayo del año pasado para encontrar un equivalente.
La diferencia es que en ambas experiencias fue el propio líder socialista el que pudo manejar la agenda. Lo que ha ocurrido con el caso Koldo es la imposibilidad absoluta de manejar los temas de discusión, los tiempos y los tonos con el que debe encararse el debate.
El manotazo de ahogado para vincular a Feijóo y Tellado parece no alcanzar como tampoco ha surgido efecto el hecho de desempolvar los casos de corrupción que generó la salida de Pablo Casado y la estrategia para revisar los negocios ilícitos del hermano de Isabel Días Ayuso.
Temor en el PSOE por un efecto dominó que alargue la crisis
Todo eso han sido puñetazos al aire, signos de impotencia y desesperación. En efecto, la trama Koldo, la posibilidad de declaraciones incómodas de José Luis Ábalos y el fallo supremo contra Puigdemont complicaron toda la escena y abre muchos interrogantes en relación al futuro de la Legislatura.
"Sánchez es un líder pero no alcanza. Para gobernar España necesitar territorio, astucia y saber que tocar para que todo no explote", afirma una fuente que conoce de cerca la vida interna del Partido Socialista.
La combinación de factores que englobaron el mes de febrero para el universo Ferraz ha sido contundente: derrota en Galicia que cristaliza un poder territorial en declive en consonancia con el fracaso electoral del 28-M que muy probablemente se repita en el País Vasco, la ley de amnistía atacada por todos los frentes y con chances de caerse y el cisne negro de una inesperada trama corrupta.
Sanchez lidera, sí, sigue en el gobierno gracias a su audacia y extremo pragmatismo, diseñó la estructura de gobierno y partidaria a su imagen y semejanza, con leales y sin figuras incómodas, pero ese estilo de construcción no incluye dirigentes competitivos electoralmente en las comunidades en la que el PSOE está perdiendo peso ni funcionarios que no cometan irregularidades amparados por la lealtad y la confianza.
El desafío de todo liderazgo es conducir mas allá de lo que alcancen las manos, si eso no ocurre no hay liderazgo sino personalismo.
¿Cuál será la carta de Sánchez para salir de este laberinto? Todo el partido está a la espera de lo mismo.
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