
Alberto Núñez Feijóo no será presidente de Gobierno. Su fracaso, a 29 de septiembre, parece lógico. La votación por mayorÃa simple de este viernes confirmó lo que se sabÃa: que el PP no tiene los apoyos parlamentarios suficientes para entrar en el Palacio de la Moncloa. Pero, retrotrayendo el calendario, el traspié del lÃder popular resulta impensado por donde se lo mire.
DÃas antes del 23J, las dudas en Génova eran si Feijóo iba a lograr una mayorÃa absoluta o si iba a tener que pactar con la ultraderecha para gobernar. Ninguna mente, ni la más pesimista, consideraba la debacle que ocurrió al abrir las urnas: cuatro años más en la oposición con Pedro Sánchez al frente de una nueva legislatura.
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La explicación, a juicio de muchos analistas polÃticos, hay que buscarla en el rechazo social, que el PP no supo calibrar, a un gobierno mixto con la ultraderecha. Vox entró a los gobiernos autonómicos y locales eliminando derechos, suprimiendo medidas culturales, ecológicas y feministas, entre otros. Llevando a la práctica, al cabo, su retórica: tirando a la basura (como en el cartel desplegado en el centro de Madrid) a todas las minorÃas.
Esa cara de Vox, la que espantó a miles de votantes del PP, quedó retratada, nuevamente, este viernes en el Congreso de los Diputados. Su lÃder, Santiago Abascal, lanzó una amenaza velada si, por la vÃa democrática, se aprueba amnistÃa: "El pueblo español tiene el deber y el derecho de defenderse, después no vengan con lloriqueos", dijo desde la tribuna.
La advertencia, con tintes de golpismo, explica la soledad polÃtica de Feijóo, que al abrazar los votos de la ultraderecha, cerró la puerta de alianzas parlamentarias, como la de PNV, que antes de las elecciones estaban arriba de la mesa.
Feijóo sale de su investidura más abrazado a Vox y más distante de algunas formaciones con las que el PP se ha entendido en la mayorÃa de las legislaturas. Génova entiende que esa oposición, más trumpista, la que piden José MarÃa Aznar e Isabel DÃaz Ayuso, es la más redituable en caso de que Sánchez siga en el poder con el apoyo de los independentistas.
Por eso, en su intervención, descartó de plano lo que una parte del partido desliza: abstenerse. La lectura de muchos halcones es la siguiente: la abstención obligarÃa a Sánchez a elegir entre una investidura con nacionalistas e independentistas y otra, "a cambio de nada", con el PP. "Si elige a los independentistas serÃa un golpe de nocaut", resumen estas fuentes.
"¿Referéndum sà o no? Yo digo no ¿Usted señor Sánchez? Suba usted ahora, no se esconda, sin rodeos, sin comunicados a las ocho de la tarde. Tenga el valor de decirle a los españoles qué va a tener que soportar si usted es presidente de gobierno, tenga la valentÃa que no tuvo el martes", interpeló Feijóo desde la tribuna. Pero Sánchez, como se esperaba, hizo caso omiso a la invitación. Volvió a callar. Y se mantendrá callado hasta que el Rey le encarga su investidura. La Casa Real ha convocado una segunda ronda de consultas con los lÃderes polÃticos el próximo lunes y martes.
Descartada la abstención, Feijóo y el PP se juegan todo a una repetición electoral, una opción que parecÃa descartada ("Habrá gobierno progresista en poco tiempo", dijo Sánchez este jueves por la mañana), reflotada tras la declaración conjunta de ERC y Junts exigiendo un referéndum y la contundente respuesta del PSOE aclarando que por ese camino las negociaciones iban a mal puerto.
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En el PSOE molestó tanto el contenido del texto consensuado entre las dos formaciones independentistas como el momento, horas antes del fracaso definitivo de Feijóo. "Han movido el eje narrativo, es increÃble", despotricaban este viernes por la mañana muchos diputados socialistas.
Sin embargo, con el correr de las horas, la tensión se fue rebajando por ambas partes. Gabriel Rufián, portavoz de ERC, buscó todos los micrófonos para pedir "tranquilidad, prudencia y discreción" de ahora en más.
Lanzó un palo al PSOE ("Menos comunicados y más negociación"), pero pidió no darle "otra bala" a la derecha. "Repitamos lo que funcionó hace 4 años", dijo en referencia al acuerdo polÃtico que permitió el primer gobierno de coalición de la historia democrática de España.
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Ni a Sánchez, ni a Rufián, ni a Puigdemont les conviene una segundas elecciones. El PSOE y el independentismo tiene mucho para ganar en un acuerdo, pagando costes altos por las concesiones, y muchÃsimo que perder si la cuerda se rompe.
Habrá entonces, como dice el presidente de gobierno en funciones, otro gobierno progresista en España. En polÃtica, poder de por medio, los suicidios no existen.
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