Opinión
El futuro es muy futuro y mucho futuro
Por Juan Torres
El filósofo Jesús Zamora Bonilla nos invita a conjeturar sobre la humanidad de dentro de millones de años

Una de las muchas virtudes de Jesús Zamora Bonilla es que es un filósofo que no parece un filósofo. No lo parece, por lo menos, si te lo encuentras fuera de su entorno. Supongo que si entras en un aula en el que hay un señor disertando sobre Kant y te dicen que es JZB pues, bueno, sí, será filósofo, claro. Pero como es catedrático y decano de la UNED y en la UNED no hay aulas, el ejercicio se complica.

Si, además, descubres que es también economista, y que tontea con la ciencia, y que tuitea sin descanso, y que es bloguero empedernido, y que ha escrito tres novelas estupendas que además son divertidas, entonces ya, qué quieres que te diga: vaya tipo más raro.

Pero, claro, como es filósofo, de vez en cuando escribe libros de filosofía. Y se ha despachado con uno que cuenta con una peculiaridad que lo hace encajar perfectamente en las páginas de este diario en el que escribo, en el que atendemos poco a la filosofía, pero donde tan preocupados andamos siempre con el futuro.

El libro se titula Contra apocalípticos y ya están tardando ustedes en comprarlo -o en sacarlo de la biblioteca- porque todo lo que escribe JZB merece la pena per se y yo no estoy aquí para suplir el rincón del vago.

A ver, un resumen rápido sí les tengo que hacer, porque si no no me van a entender.

La cosa va de que JZB echa un vistazo al pensamiento más en boga que se despacha hoy en día y lo pone verde. Poshumanistas, transhumanistas, animalistas, ecologistas, superfeministas, tecnologistas, metahistoricistas..., qué sé yo, invéntense ustedes lo que quieran: todo le parece mal. Se pone a revisar libros y autores y corrientes y escuelas del aquí y el ahora y no deja, como suele decirse, pensador moderno con cabeza (ni, por supuesto, pensadora).

Pongamos que tiene razón. Es difícil saberlo, porque cita tantos libros y tanta gente que cualquiera sabe. Yo mismo, que algo leo sobre tales materias, me quedo a dos velas con muchas de las referencias. Y con las que me suenan, pues, hombre, a saber, habría que ponerse muy a fondo para estar seguro de quién tiene razón y a mí, francamente, no me da la vida.

Bromas aparte, que sé que el autor sabrá perdonarme, el libro merece ser leído aunque solo sea por los autores que descubre y por los horizontes que analiza. Merece la pena también, y de manera muy especial, por la actitud desde la que el autor escribe y desde la que invita a leerlo: la actitud del relativismo ético que, cito textualmente, "no consiste en estar convencido de que todo da igual, sino en ser conscientes de la relatividad de los valores de cada uno" empezando por los propios, pero siguiendo también por los de los demás. "A la gente -dice el autor- le suele indignar que otros relativicen sus aspiraciones y sus creencias. Pero dejar de hacerlo ‘por no molestar' es el camino seguro hacia un mundo poblado de fanáticos."

Empeñarnos en "no molestar" es el camino seguro hacia un mundo poblado de fanáticos

Todo esto es esencial, pero no me quiero detener en ello porque sé que se van a comprar ustedes el libro ahora mismo y ahí van a poder leer todo esto con detenimiento.

Lo que me fascina, lo que me ha deslumbrado de este libro de JZB es el último capítulo sobre el que solo les voy a dar una pincelada para no cometer pecado de espóiler. Se titula Sobre nuestro futuro a larguísimo plazo y en él el autor se pregunta: "¿Cómo de largo es ese larguísimo plazo que sugiero considerar? Muy, muy largo, realmente largo. ¿Los próximos mil años? ¡Qué va! Eso es la vuelta de la esquina. ¡Qué digo la vuelta de la esquina!, eso es tan solo la prolongación del diminuto período histórico en el que andamos metidos, la Edad del Progreso. ¿Diez mil años entonces? Aún se me hace muy corto. ¿Cien mil? Nos vamos acercando, pero aún es un plazo de tiempo demasiado breve. Hablo más bien de millones de años y lo dejaré aquí sin especificar si son unos pocos millones o más bien cientos de millones pues esa es ya una diferencia que a nuestra imaginación le cuesta demasiado trabajo visualizar".

Por qué piensa Zamora Bonilla que la especie humana continuará con sus correrías en un futuro tan lejano es asunto que el autor argumenta con razones muy plausibles y que merece la pena que ustedes se apresuren a desentrañar entre las páginas del libro. Como merece la pena enfangarse en las singulares páginas de ese último capítulo en las que el filósofo -que no en vano se ha desenvuelto con soltura en la narrativa de la ciencia ficción- esboza los rasgos esenciales de una humanidad tan alejada de nosotros que apenas podemos imaginarla.

Zamora Bonilla es un firme convencido de que el Apocalipsis es un invento de populistas y amantes del pensamiento irracional y es también un convencido de que los seres humanos seguiremos perviviendo durante los siglos de los siglos de un modo bastante parecido a como somos en la actualidad.

Más allá de si sus argumentos nos convencen, más allá de si nos surge alguna objeción seria que pudiéramos introducir en un debate riguroso sobre la cuestión, lo que me fascina es el reto intelectual que supone indagar en un futuro visto a millones de años de distancia. Cuando aún andamos preguntándonos qué pasará en las próximas elecciones madrileñas, a dos años vista, dar el salto a un futuro tan lejano como el que JZB nos invita a pensar es verdaderamente un reto. Un reto que les invito a aceptar. 

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