Opinión
Fue una pena que se muriera Lope

En los últimos meses del pasado año, la entidad municipal que gestiona el Teatro Español y las Naves del Matadero convocó el I Certamen Internacional de Comedia. La idea fue acogida con entusiasmo por el sector e incluso yo mismo, que soy muy poco de acoger con entusiasmo nada que provenga de los poderes públicos, me dije para mis adentros: "¿Ves, descreído, como algunas veces nuestros gobernantes tienen grandes ideas y saben ejecutarlas?".

Para quien no esté muy metido en el mundillo teatral conviene señalar que el acierto de esta peculiar convocatoria radicaba en que, por primera vez de manera oficial desde que España es España, se abría un canal específico para promover en los espacios cultos, el género teatral menos valorado por las mentes sesudas que estampan membretes de calidad. No es nada nuevo: desde Aristófanes para acá, los comediógrafos han tenido siempre un público al que dirigirse -generalmente un público simple, llano, sin ganas de complicaciones- pero les ha costado mucho entrar en los libros y verse registrados en las historias de la literatura. Incluso los más grandes del género -Lope de Vega, un poner- tuvieron que conquistar su hueco a base de conseguir que el público los aupara a gritos y aun, para verse plenamente reconocidos, tuvieron que condimentar su condición de comediantes con la de autores de dramas épicos, mitológicos e históricos más homologables con los requerimientos del poder.

Tampoco los tiempos modernos fueron buenos para la comedia: en el siglo XIX la cosa iba de dramones y naturalismos y en el veinte, los muy buenos escritores de comedias que ha habido en España terminaron por desplazarse al mundo del cine que, siempre más democrático, ha sabido darle al género un reconocimiento en igualdad de condiciones con los dramas y las tragedias.

Comedias, lo que se dice comedias, en España las han hecho Lina Morgan, Arturo Fernández, un sereno debajo de la cama y por ahí. La gente seria admite que sí, que Lope fue bueno, pero que se murió hace mucho.

Nada menos que 320 comedias se presentaron y el premio quedó desierto

¿Entienden ahora por qué en el mundillo teatral se aplaudió tanto la convocatoria del Certamen?. Un certamen auspiciado nada menos que por el Teatro Español, que es tanto como decir por una de las piezas claves del entramado teatral de nuestro país...

El asombro llegó cuando el día 22 de diciembre la entidad convocante anunció mediante un comunicado que el jurado había decidido declarar el premio desierto. Habían concurrido 320 escritores (y, naturalmente, escritoras), pero el jurado estimaba que ninguna de las obras presentadas tenía la calidad suficiente para recibir los 7.000 euros anunciados para el ganador. Ninguna. Por unanimidad.

El jurado lo componían Natalia Menéndez, María José Gamboa, María Ruiz y Antonio Simón. No tengo el gusto, francamente. Me van a perdonar que sea así de ignorante. He leído sus currículos, claro, y veo que son personas solventes. Pero, insisto, no conozco a ninguno de ellos. Conozco, eso sí, a algunos de los autores que se presentaron al certamen. A dos, para ser exactos. He leído las obras que presentaron y ambas me parecen buenas. Me parecen muy buenas. Deduzco que entre las 318 restantes las habría peores, pero imagino que también -aunque no fueran de amigos míos- las habría mejores. Pero el jurado consideró, por unanimidad, a través de un texto delirante, insultante y denigrante para el honor de los 320 autores presentados, que ninguno de ellos había escrito una "Comedia con "C" mayúscula", como, al parecer hay que escribir las comedias.

Hubo algo de enfado en el sector, algunos tuits dolidos y breves reseñas en prensa sobre este disparate. No oí a la concejala de Cultura dar ninguna explicación ni vi que a ninguno de los cuatro miembros del jurado se le cayera la cara de vergüenza. En este país que engulle con naturalidad decisiones políticas desastrosas mucho más graves, a los tres días nadie recordaba este asunto.

Como no me debo a la rabiosa actualidad y los grandes temas hace tiempo que me resbalan, he rescatado este episodio reciente para que se recuerde lo que nuestros próceres culturales piensan de la comedia como género teatral: que fue una pena que se muriera Lope.

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