El panorama, reconocen expertos y funcionarios, es tan inédita como grave. Sin "ninguna ventana de oportunidad que pueda revertir la situación", como ha reconocido la directora del Servicio de Meteorología de Cataluña (SMC), Sarai Sarroca, esta comunidad autónoma se encamina a un "estado de emergencia" con consecuencias sociales, productivas y económicas "devastadoras".
La sequía ya es la "peor de la historia", la más grave desde 1916, el primer año del que se disponen registros. El déficit de precipitación sumado a la cantidad de zonas afectadas y la prolongación del fenómeno (36 meses) hacen que la situación sea más complicada que la vivida entre 2005-2008, el último período de crisis hídrica.
Este martes, la Comisión Interdepartamental de la Sequía aprobó el "estado de preemergencia" por sequía, una medida que pretende estirar la llegada del "inevitable estado de emergencia", proyectado por diciembre.
"La intención del estado de preemergencia es alargar la entrada en el de emergencia, que supondrá restricciones más graves", reconoció en rueda de prensa el conseller de Acción Climática de la Generalitat, David Mascort, "Por sequía, intensidad y afectación en el territorio estamos ante el peor fenómeno en 100", alertó. Los embalses del Ter y del Llobregat están ya al 19% de su capacidad.
La nueva fase afectará a unos 5,9 millones de catalanes de 202 municipios en 14 comarcas. Supone restringir el volumen máximo de agua de 210 litros por habitante y día, "incluyendo actividades económicas y comerciales".
En una entrevista en Rac1, Mascort confiró que están llevando a cabo los preparativos en el Puerto para adaptar las instalaciones y poder recibir buques con agua potable para el consumo ciudadano, una medida que podría materializarse en febrero si la situación sigue empeorando. La idea es traer agua desde Tarragona, Murcia o Marsella.
Una sola vez en la historia de esta CCAA se llegó a tomar esta medida. Fue en 2008. Dos barcos transportaron agua desde Mallorca y Marbella. Las lluvias de esa primavera cancelaron aquel inédito operativo. El problema es que las proyecciones meteorológicas no dan lluvia en la cantidad que se necesita ni para el invierno ni la primavera.
Otra medida que se analiza es la reducción de la presión en los hogares, a cargo de la compañía Aigües de Barcelona, que permitiría tener un ahorro del 8% en muchas zonas de esta ciudad.
La sequía también incrementará la factura del agua, que subirá en un 11,5% en Barcelona y hasta un 15% en 23 municipios del Área Metropolitana de Barcelona (AMB). Cada vez es más caro producir el agua potable, admiten los responsables de estas empresas.
"La situación actual de sequía provoca una necesidad de subir las tarifas, porque las compañías tienen un coste importante de compra de agua y han subido los costes energéticos", lamentó Martín Gullón, director del Ciclo del Agua del Área Metropolitana de Barcelona.
A nivel productivo, la sequía está dejando un tendal de cosechas estropeadas. Los agricultores llevan meses con restricciones para regar sus cultivos. La cosecha de cereal, por ejemplo, se redujo un 70% "en uno de los peores años que se recuerdan", según datos de Asaja, Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores.
La Federació de Cooperatives Agràries de Catalunya (FCAC) estima que el 80% de los cereales de secano de invierno "está perdido".
En cuanto a los olivos, la cosecha 2022-2023 "fue la peor de los últimos quince años, con una producción de 15.000 toneladas de aceite de oliva cuando nunca se había situado por debajo de las 20.000 toneladas y si no cambian las precipitaciones la próxima cosecha también se vería afectada", adelantó esta federación.
"Habrá más subidas de alimentos", advierten los agricultores catalanes. La sequía, alertan, obligará a España a importar cada vez más cereales, verduras, azúcar y café -entre otros productos- a precios más altos que nunca.
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