El Gobierno de coalición en funciones entra su etapa más compleja. Para reeditarse y evitar nuevos comicios, el PSOE y Sumar tendrán que negociar la abstención de Junts, la formación comandada por Laura Borràs y con Carles Puigdemont, prófugo de la justicia española, como uno de los principales referentes de ese espacio y del independentismo más intransigente. Los indultos y el referéndum de autodeterminación están sobre la mesa y, con ellos, unas negociaciones que se avecinan traumáticas.
"Nosotros no bloqueamos. Hemos venido a desbloquear el conflicto polÃtico. Y es Sánchez quien tiene la obligación de explorar vÃas polÃticas", dijo este jueves la presidenta de los posconvergentes, quien no renuncia a los objetivos maximalistas del bloque independentista, que ERC ha abandonado en pos de la gobernabilidad en Cataluña. Pero según pudo saber LPO de fuentes del partido, Borrà s les ha planteado a los suyos que hay que comenzar por la amnistÃa para los dirigentes "exiliados" del procés.
Puigdemont se vuelve clave y tiene los votos que Sánchez necesita para gobernar
Esta decisión abrirÃa el camino para el regreso de Puigdemont, entre otros. El juez Pablo Llarena resolvió no activar la orden de detención del expresidente de la Generalitat, lo que en Moncloa interpretan como la posibilidad de explorar la vÃa del indulto. SerÃa un triunfo simbólico para Junts, que busca venderse como la fuerza polÃtica que reivindica la bandera del independentismo de cara a las elecciones catalanas del año que viene, y una ganancia que le arrebata a Pedro Sánchez a cambio de la abstención.
La jugada responde también a un cálculo táctico: con el mal resultado del domingo pasado, los posconvergentes pueden condicionar al Gobierno central, aunque su músculo sea menor, y al mismo tiempo dar por muerta la mesa de diálogo que ponÃa a los republicanos en el rol de interlocutor con los funcionarios en Madrid. Eso no implica que Junts abandone el reclamo de un referéndum sobre la independencia. Borrà s y la cúpula de la formación quieren dejar asà la pelota en el tejado de Sánchez y Yolanda DÃaz.
Prueba de las prioridades de Junts es la declaración de Puigdemont acerca de la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010 por el Estatuto de AutonomÃa aprobado cuatro años antes. El exmandatario catalán sitúa en ese momento el despertar del movimiento independentista. "El hecho más relevante, sin el cual no se puede explicar ni en términos polÃticos ni en términos históricos todo lo que ha ocurrido después, es ignorado de manera consciente", lanzó.
Con esa frase, y colocando el conflicto del lado de la Justicia, Puigdemont quita la responsabilidad del Gobierno y corre el eje de la discusión. Es a él a quien más le beneficia el resultado del 23J y la discusión sobre los indultos. Su partido camina por la cuerda floja, y en Cataluña el independentismo está en crisis, por lo que la investidura se ha convertido en un golpe de suerte para ese espacio. Si nada falla en el camino, el PSC sucederÃa a ERC en el Govern en 2024, pero la incógnita es si será con Sánchez en Moncloa.
La trampa para Junts es que una repetición electoral puede dejarle con menos diputados en el Congreso. Ya no vale con correr el riesgo, sopesan en Barcelona. El PSC ha recogido los frutos de la polÃtica de apaciguamiento promovida desde Ferraz, con la abstención más alta en Cataluña desde 2011, y el electorado soberanista podrÃa inclinarse por una opción más pragmática como ERC. El hastÃo puede jugarle una mala pasada a Junts. La CUP, por ejemplo, ha perdido representación, un espejo en el que no quieren mirarse los posconvergentes.
Por el lado del Ejecutivo de coalición, Yolanda DÃaz busca encajar las aspiraciones del independentismo en su oferta de consulta, que ha sido recogida por los candidatos de Sumar en Cataluña. Es la propuesta con la que llega Jaume Asens, su enviado a negociar con ERC y Junts, y que ha dotado de realismo las negociaciones. La vicepresidenta segunda ha plantado que la consulta, respecto a la cual no hay detalles o certezas, significa un mal necesario para garantizar la investidura.
Para el PSOE cualquier medida que represente algo parecido a un referéndum, ilegal en el caso de la independencia, es una lÃnea roja, es decir, una promesa o una iniciativa imposible. Como dicen públicamente sus dirigentes, el independentismo tiene que asumir y digerir los resultados de las generales. No están en condiciones de mayorÃa como para exigir un escenario que hoy es distinto. El legado de Sánchez de desactivar un conflicto apenas admite volver al casillero de salida.
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