04 de mayo, 2024
Editorial
Adios a un estadista argentino
Fue un lÃder, un defensor de las instituciones, de impartir Justicia entre los responsables de los crÃmenes de lesa humanidad, el impulsor del "Nüremberg argentino", según recuerdan los medios internacionales. |
Si la memoria no me falla, se cumplían casi 14 años desde el último fallecimiento de un presidente argentino, Arturo Frondizi, en 1995. Y poco más de 26 años desde que Arturo Umberto Illia dijo adiós, aquel 18 de enero de 1983; casi el mismo tiempo de vida de nuestra democracia.
Tal vez esos datos, ese tiempo, agigante aún más la importancia de la despedida de Raúl Alfonsín, la figura que se puso al frente de la recuperación democrática tras el fin de la dictatura militar más terrible que se recuerde.
Fue un estadista, un líder, un defensor de las instituciones, de impartir Justicia entre los responsables de los crímenes de lesa humanidad (el “Nüremberg argentino”, recuerdan los medios internacionales).
Fue, ante todo, un hombre de convicciones, admirado y respetado desde las más diversas corrientes de la política.
Hoy, además de su marca en la historia como presidente elegido por los argentinos, Alfonsín se convierte además en un símbolo inmortal de comer, educar y curar con la democracia. Afortunadamente, pudo ser homenajeado en vida. Y recibió los honores de manos del actual Gobierno, encabezado hoy por el partido históricamente adversario que dejó de lado las rencillas y le brindó el reconocimiento que siempre ha merecido.
Despedimos a otro ex presidente democrático. Un cáncer, otra vez, se lleva a una persona muy querida por la política y por los argentinos. Ojalá todos podamos guardar su obra en la memoria, y respetemos por siempre el mensaje democrático que su vida nos lega.
Adiós, Raúl.
Columna publicada por Víctor Santa María, titular del Congreso del PJ porteño en su blog Política Urbana.
Tal vez esos datos, ese tiempo, agigante aún más la importancia de la despedida de Raúl Alfonsín, la figura que se puso al frente de la recuperación democrática tras el fin de la dictatura militar más terrible que se recuerde.
Fue un estadista, un líder, un defensor de las instituciones, de impartir Justicia entre los responsables de los crímenes de lesa humanidad (el “Nüremberg argentino”, recuerdan los medios internacionales).
Fue, ante todo, un hombre de convicciones, admirado y respetado desde las más diversas corrientes de la política.
Hoy, además de su marca en la historia como presidente elegido por los argentinos, Alfonsín se convierte además en un símbolo inmortal de comer, educar y curar con la democracia. Afortunadamente, pudo ser homenajeado en vida. Y recibió los honores de manos del actual Gobierno, encabezado hoy por el partido históricamente adversario que dejó de lado las rencillas y le brindó el reconocimiento que siempre ha merecido.
Despedimos a otro ex presidente democrático. Un cáncer, otra vez, se lleva a una persona muy querida por la política y por los argentinos. Ojalá todos podamos guardar su obra en la memoria, y respetemos por siempre el mensaje democrático que su vida nos lega.
Adiós, Raúl.
Columna publicada por Víctor Santa María, titular del Congreso del PJ porteño en su blog Política Urbana.
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