La decisión de Joe Biden desconcertó a demócratas y a republicanos por igual. Casi nadie esperaba que el presidente se inclinara por un conservador como Elliott Abrams, asociado a los gobiernos de Ronald Reagan, George W. Bush y Donald Trump. Sobre todo porque los puestos en la Comisión Asesora bipartidista sobre Diplomacia Pública son habitualmente reservados para amigos de la Casa Blanca. O a lo sumo para personas que sobresalieron durante la campaña.
Diplomático de carrera, Abrams no reúne ninguno de esos requisitos. Pero igualmente se benefició con la nominación de Biden. En definitiva consiguió lo que buscaba. Porque, según averiguó LPO, este veterano de 75 años tenÃa intenciones de volver a los primeros planos de la polÃtica. Y algo más: querÃa dejar atrás su fama de halcón injerencista en un tablero que fue desde el combate contra las guerrillas izquierdistas de Latinoamérica hasta la lucha contra el terrorismo en Medio Oriente.
Con su invitación a que ocupe una de las siete bancas de la Comisión Asesora bipartidista sobre Diplomacia (repartidas en 4 y 3 entre demócratas y republicanos), Biden le facilitó esa suerte de blanqueo. El presidente y Abrams son dos viejos conocidos de los pasillos del Congreso. Abrams cuenta incluso con un remoto pasado militante en el Partido Demócrata. Criado en una familia de judÃos practicantes, fue asistente de dos senadores demócratas: Henry Jackson y Daniel P. Monihan, entre 1976-1979.
"Siempre fue un oportunista. Era demócrata pero se volvió republicano de la mano de Ronald Reagan en los ochenta. En los últimos 30 años construyó amistades para limpiarse la cara", señala un ex funcionario republicano que lidió con Abrams durante la administración de Trump.
Abrams fue el enviado especial de Trump a dos paÃses sensibles para Estados Unidos: Irán y Venezuela. El ex secretario de Estado, Mike Pompeo, le ordenó dirigir una campaña para desestabilizar a Nicolás Maduro. Una misión que finalmente quedó trunca.
Su ex compañero en el gabinete ampliado de Trump lo recuerda como un polÃtico mucho más blando que el estereotipo creado sobre su figura. "Con Venezuela nunca ayudó. Siempre traÃa ideas diplomáticas impracticables. HacÃa muchas concesiones. Él era el único del equipo de Trump que apoyaba la intermediación del gobierno de Noruega con Maduro. Y eso terminó siendo un desastre", reconstruye el dirigente republicano que lo trató durante años. Y cita la reciente inhabilitación de MarÃa Corina Machado, la precandidata presidencial venezolana vetada por el chavismo, como un ejemplo del fracaso de la lÃnea dialoguista promovida por Abrams.
Las primeras reacciones que recogió LPO por parte del establishment republicano fueron favorables al nombramiento de Abrams. Según le dijeron a este portal republicanos con actuación destacada en el Congreso, Abrams envÃo al congresista republicano Henry Hyde a Santiago de Chile para anunciarle que su tiempo en el poder habÃa terminado y hasta sostienen que en algún momento buscó mediar con las autoridades de la Nicaragua sandinista si dejaban de enviar armas al FMLN. Además, le asignan haber jugado un papel importante en la caÃda de Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori en Perú.
EU reconoce posicionamiento de México y Argentina ante crisis venezolana
Otro antiguo conocido del elegido por Biden es un argentino: el presidente Alberto Fernández. Se reunieron a solas en México en 2019. Fernández ya habÃa sido electo presidente. ¿Qué conversaron?. "Asà como nosotros queremos buenas relaciones con Argentina, él quiere buenas relaciones con nosotros. Hablamos de Venezuela, por supuesto, porque es mi cargo y creo que compartimos un deseo para elecciones libres y para una salida de la crisis en la que vive Venezuela por vÃa de elecciones", le explicó por entonces Abrams al diario ClarÃn.
Pero el dirigente peronista conocÃa a Abrams desde hacÃa una década, cuando el republicano era consejero oficial sobre la polÃtica en Medio Oriente. Estados Unidos entonces buscaba mejorar las relaciones con Irán. Y Fernández se mostraba como la cara más dialoguista del peronismo ante la administración saliente de Bush y la entrante de Barack Obama.
El reciente gesto de Biden a su vez pretendió mostrar amplitud: ser el presidente que gobierna sin sesgos y se pone por encima de la polarización. A juzgar por las primeras reacciones entre dirigentes demócratas y republicanos, especialmente los que hacen foco en la polÃtica exterior hacia Latinoamérica, no logró su objetivo.
"Me llamó la atención la decisión de Biden. Los cargos en esta comisión asesora del Congreso nunca son para ex funcionarios del partido opuesto", se sorprende un asesor demócrata especializado en América Latina.
El precandidato presidencial Robert F. Kennedy Jr., sobrino de John Fitzgerald, explicitó su enojo. Tanto con Abrams, como con Biden. Pero especialmente con el presidente. El aspirante demócrata definió al futuro asesor del Congreso como un neoconservador caÃdo en desgracia, enemigo de los derechos humanos y apologista de los asesinatos en masa.
Kennedy Jr. recordó el "infame apoyo de Abrams a los escuadrones de la muerte de El Salvador en la década de 1980" -del que existe un informe lapidario de Human Right Watch- y su "condena en 1989 por mentirle al Congreso sobre su papel criminal en el asunto de los contras de Irán". Además lo señaló como el "arquitecto de la catastrófica invasión de Irak como asesor de seguridad nacional de George W. Bush".
Abrams fue subsecretario de Estado, cuando la administración Reagan llevó a cabo la operación conocida como Irán-Contra. En 1991, el halcón ahora rescatado por Biden fue condenado por retener información de la trama Irán-Contra y se lo encontró culpable por otros delitos menores. Aunque recibió dos años de libertad condicional y 100 horas de servicio comunitario, George W. Bush, decidió beneficiarlo con un indulto.
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