Lo más importante del discurso de Joe Biden fue lo que no ocurrió. Envuelto en un mar de en dudas, críticas y fuego amigo sobre su salud mental, el presidente de 81 años no cometió grandes errores en la hora y media que duró su speech. No tuvo gafes ni lagunas, en su fluida lectura del teleprompter. Apenas se le percibió alguna pequeña traba y un carraspeo incómodo. Pero se mostró entero y hasta elevó la voz en un tono desafiante hacia la oposición. 

En especial, contra Donald Trump, a quien nunca mencionó por su nombre. Para no invocar el apellido de quien será su adversario en noviembre, Biden dijo 13 veces "mi predecesor".

El último discurso del Estado de la Unión de Biden, al menos de su primer mandato, fue netamente político. Aun cuando recitó algunos números de la situación económica y fiscal, sacando chapa de la inflación de apenas 3 puntos, la creación de empleos y los alcances de las Leyes de Infraestructura y la de Chips y Ciencia, se trató de una performance política y electoral. Así, la Casa Blanca asumió indirectamente que se repetirá el choque de 2020 entre Biden y Trump. No habrá fallo judicial ni republicanos moderados que lo frenen al jefe MAGA. En el rincón demócrata, tampoco hay plan B para la postulación del presidente.

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Apenas entró a la Cámara de Representantes, 15 minutos de las 9 de la noche, la tropa propia lo recibió con un canto reeleccionista. "¡Cuatro años más, cuatro años más!", le pidieron a Biden al principio, durante y al final del discurso. 

El presidente buscó de arranque el palo por palo con Trump. El primer tema para el contraste fue la invasión de Rusia a Ucrania. Pidió al Congreso más fondos para asistir a Volodymir Zelensky y aseguró que Vladimir Putin no se iba a detener. En ese punto empalmó a Trump, calificando de "indignante, peligrosa e inaceptable" la afinidad entre el republicano y el ruso.

Le hizo un guiño de los republicanos centristas, citando a Reagan. Un gesto que el líder de la cámara de representantes, Mike Johnson, sentado a sus espaldas junto a Kamala Harris, aplaudió de pie. Fue una de las pocas veces que Johnson lo hizo. El resto del tiempo alternó entre poner cara de piedra, revolear los ojos o negar con la cara 

Le hizo un guiño de los republicanos centristas, citando a Ronald Reagan. Un gesto que el líder de la cámara de representantes, Mike Johnson, sentado a sus espaldas junto a Kamala Harris, aplaudió de pie. Fue una de las pocas veces que Johnson lo hizo. El resto del tiempo alternó entre poner cara de piedra, revolear los ojos o negar con la cara. La vicepresidenta, en cambio, aplaudió hasta las comas y se paró y sentó a cada instante. 

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Sin darle un respiro a la polarización, Biden denunció las "mentiras" de Trump sobre el ataque al Capitolio del 6 de enero del 2021. Dijo que la democracia debía defenderse, ante la mirada torva de Johnson, quien se sabía enfocado por las cámaras en el mismo plano que Biden. La referencia a la toma del Capitolio le valió la primera tanda de abucheos republicana. Hubo otras. Incluso Biden se enganchó en más de un contrapunto con los buuuu de la oposición. Desde su mansión en Mar-a-Lago, Trump contraatacaba al discurso presidencial vía social truth.

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El siguiente motivo de pelea con el trumpismo fue la bandera del aborto. Una agenda que le resultó muy redituable a los demócratas en las elecciones del 2022. Rumbo al 5 de noviembre, Biden pretende repetir esa fórmula. Criticó a la Corte Suprema de Alabama por trabar los tratamientos de Fertilización In Vitro a la Corte nacional de mayoría conservadora por anular el histórico fallo Roe v. Wade. Pegó a Trump con la decisión de la Corte y aprovechó para reivindicar a Kamala Harris, quien lidera la campaña por los derechos de las mujeres. 

El presidente citó el caso de Kate Cox, una mujer texana que se vio obligada a huir de su estado cuando se enteró de que un embarazo planificado podía poner en riesgo su vida. Cox estaba presente en el recinto. Los estrategas de campaña repitieron ese recurso de story telling en el discurso de la unión. Hubo una víctima presente para ilustrar cada política que Biden impulsó o prometió aplicar en el futuro. 

"Si los estadounidenses me envían un Congreso que apoye el derecho a elegir, les prometo que restauraré Roe vs Wade", afirmó Biden. De ahí pasó el capítulo clásico de los Bidenomics. Se jactó de haber creado 15 millones de nuevos puestos de trabajo en solo tres años y de que el desempleo está en los niveles más bajos de los últimos 50 años.

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En ese punto apareció el Biden inclinado hacia la izquierda. "¡Wall Street no construyó este país! ¡La clase media construyó este país! ¡Y los sindicatos construyeron la clase media!", aseguró. Reivindicó su pelea contra las grandes farmacéuticas, prometió ampliar el Obama Care y reprochó a Trump por prometer darlo de baja. 

Sobre la situación de la vivienda, un rubro especialmente inflacionario, prometió ayudar a millones de inquilinos. "Estamos tomando medidas enérgicas contra los grandes propietarios que violan las leyes antimonopolio al fijar precios y aumentar los alquileres", dijo. "Quiero hacer que la universidad sea más accesible", agregó al enumerar su agenda educativa. Y planteó que planea darles un aumento de sueldo a los maestros de las escuelas públicas.

"¡Wall Street no construyó este país! ¡La clase media construyó este país! ¡Y los sindicatos construyeron la clase media!", aseguró. Reivindicó su pelea contra las grandes farmacéuticas, prometió ampliar el Obama Care y reprochó a Trump por prometer darlo de baja.  

Para compensar la expansión del gasto, aclaró que recortó el déficit federal en más de un billón de dólares. Sentado atrás de Biden, Johnson cuestionó el número con un gesto fulminante. "Firmé un acuerdo presupuestario bipartidista que recortará otro billón de dólares durante la próxima década. Y ahora mi objetivo es reducir el déficit federal en 3 billones de dólares más, haciendo que las grandes corporaciones y los muy ricos finalmente paguen su parte justa", detalló el demócrata.

Ante el mote MAGA de que Biden es socialista, el presidente aclaró que era capitalista. "Si quieres ganar un millón de dólares, ¡genial! Solo paga tu parte justa en impuestos", pidió. Y anunció que pretende aumentar el impuesto mínimo corporativo al menos al 21% para las grandes corporaciones. "¡También quiero poner fin a las exenciones fiscales para las grandes farmacéuticas, las grandes petroleras, los jets privados y los salarios masivos de los ejecutivos!", prometió.

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Además impulsó un impuesto mínimo del 25% para los 1.000 multimillonarios que habitan los Estados Unidos. Tales proyectos, sin embargo, no tienen perspectivas reales de ser aprobados en un Congreso empatado y ultra-polarizado.

Cuando saltó a la crisis fronteriza, aprovechó para castigar nuevamente a Trump, aunque nunca mencionándolo directamente. Le adjudicó presionar a los congresistas republicanos para frenar el proyecto bipartidista que el gobierno había alcanzado en el Senado. Invitó a Trump a trabajar juntos en encontrar una solución para el problema de la frontera, pero se negó a "demonizar a los inmigrantes diciendo que envenenan la sangre de nuestro país".

Sobre Latinoamérica, no hizo mención alguna. Ni por los problemas crónicos en la bilateral con Venezuela ni por la crisis terminal que atraviesa Haití. Tampoco se refirió a la México de Andrés Manuel López Obrador. "Me parece vergonzoso. Trump siempre le dedicaba un espacio a América Latina", señaló un ex funcionario del republicano.

Biden sí se lamentó por la ola de muertos por el fentanilo, se adjudicó la cucarda de estar preocupado por el cambio climático y pidió instalar controles más severos a la tenencia de armas, confrontando de forma directa y áspera con la Asociación Nacional del Rifle. Matizó con un chiste ya repetido sobre su vejez y sobre el final encaró un tema incomodísimo para la administración demócrata: la guerra en Medio Oriente. 

 El presidente aclaró que Hamas es el culpable de desatar la guerra y que Israel tiene derecho a responder militarmente. Pero pidió proteger civiles inocentes, recordando que ya murieron más de 30 mil palestinos, cuya mayoría no pertenece a Hamas. 

En las primarias Biden recibió un fuerte llamado de atención por parte de los demócratas. Un 13% prefirió elegir esa opción durante el Súper Martes en Carolina del Norte. En Michigan, un estado con enorme presencia de árabes y musulmanes, la objeción interna había alcanzado el 14% de los demócratas.

Durante el discurso de Biden en el Congreso, una muchedumbre se manifestó en las afueras del Capitolio. Le exigió al presidente que apure un alto al fuego de Israel sobre Gaza. El presidente aclaró que Hamas es el culpable de desatar la guerra y que Israel tiene derecho a responder militarmente. Pero pidió proteger civiles inocentes, recordando que ya murieron más de 30 mil palestinos, cuya mayoría no pertenece a Hamas.

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Ante las fracasadas gestiones para aplicar un cese del juego, Biden hizo un anunció concreto. Tal como anticipó LPO, el presidente dijo que EE.UU avanzará en la construcción de un puerto en las costas de Gaza para facilitar el flujo de ayuda humanitaria.

En el cierre de su prolija alocución, mandó un mensaje a la interna demócrata. En particular le apuntó a quienes exigen que se corra de la competencia contra Trump y sea reemplazado por una figura más joven y menos desgastada.

"El problema que enfrenta nuestra nación no es la edad que tenemos, sino la antigüedad de nuestras ideas. El odio, la ira, la venganza y la retribución se encuentran entre las ideas más antiguas. No se puede liderar a Estados Unidos con ideas antiguas que solo nos llevan de regreso. Para liderar a Estados Unidos, la tierra de las posibilidades, se necesita una visión del futuro de lo que Estados Unidos puede y debe ser", concluyó Biden, quien se autopercibe como la persona indicada para liderar esa visión.