
Alvin Bragg, el fiscal de Manhattan que alcanzó fama internacional al llevar a Donald Trump a la corte, no sólo se juega sus credenciales con este caso. Criado en Harlem, este fiscal está en el ojo de la tormenta por su "mano blanda" contra el crimen, algo que aprovechan sus detractores para criticarlo en medio de sus controvertido procesamiento al ex presidente. Pero, ¿quién es este fiscal?
Bragg se convirtió en el primer fiscal de distrito negro de Manhattan en 2022, tras una campaña alineada con otros fiscales progresistas con el objetivo de eliminar la fianza en efectivo. Poco después de asumir el cargo, publicó un memorando en el que prometÃa que el fiscal de distrito ya no procesarÃa algunos delitos menores de bajo nivel.
La oficina que capitanea Bragg maneja un presupuesto de alrededor de $150 millones y procesa casi todos los casos penales en Manhattan con unos 500 abogados. El fiscal también es una figura polÃtica clave, ya que supervisa casos que a menudo involucran a acusados con inmensa riqueza, fama e influencia, como ahora el caso de Trump. Tiene uno de los trabajos de enjuiciamiento de más alto perfil en el mundo, dramatizado en series de televisión como "Law & Order".
Trump fue procesado por 34 delitos graves, pero el juicio podrÃa estirarse hasta después de las elecciones Desde un inicio, Bragg ha sido foco de crÃticas por su disciplina suave con el crimen. Ahora el Comité Judicial de la Cámara de Representantes escuchará a las "vÃctimas" de sus polÃticas en una audiencia en Nueva York la próxima semana, intensificando una confrontación con el fiscal progresista por su caso penal sin precedentes contra Trump.
La "audiencia de campo" está prevista para el 17 de abril y examinará "el crimen desenfrenado de Nueva York y las vÃctimas de Alvin Bragg". Los republicanos han criticado a Bragg por ser blando con el crimen convencional mientras adopta una teorÃa legal novedosa para presentar el primer caso penal contra un ex presidente.
Desde el 1 de enero de 2022, cuando asumió el cargo, hasta fines de noviembre, Bragg bajó el 52% de los casos de delitos graves a delitos menores. Las cifras de condenas rebajadas y libertades sin fianza coinciden con una escalada de delitos, robos y crÃmenes violentos en Nueva York, incluso con casos mediáticos en los que Bragg ha acabado cambiando de opinión por la presión pública.
El caso más resonante es el de José Alba, un empleado de una bodega, entonces de 61 años, quien se defendió de un atracador y Bragg lo acusó de asesinato en segundo grado después de que el trabajador apuñalara fatalmente al ex convicto que lo atacó dentro de la tienda.
La polémica lo persigue. Ahora el fiscal del distrito acusó a Trump, el favorito para la nominación presidencial republicana de 2024, por supuestamente no describir con precisión en los registros internos de la empresa los pagos de dinero secreto realizados en el perÃodo previo a las elecciones de 2016.
Normalmente, el cargo serÃa un delito menor en Nueva York, pero puede convertirse en un delito mayor si existe la intención de ocultar o cometer otro delito.
"Desde el primer dÃa, trabajaré para que la oficina sea el lÃder progresista que deberÃa ser", prometió Bragg en campaña. Y su claridad en el mensaje de su misión lo ha convertido en un blanco fácil para los medios conservadores y los funcionarios republicanos que han pedido su destitución y ahora incluso exigen que lo encarcelen.
TodavÃa faltan muchos meses para conocer el desenlace del juicio a Trump, pero en este momento dos cosas ya se han consolidado: el empuje en intención de voto al ex presidente y la notoriedad de Bragg.
Una vez tenga lugar el juicio todo puede cambiar, si Trump consigue salir inocente del periplo, habrá capitalizado el proceso en lo que hasta el momento son unos brillantes números de popularidad que habÃa perdido y recuperado gracias a Bragg.
En el caso del fiscal, una imputación al ex presidente culminarÃa su batalla personal y lo encumbraba a la mayor notoriedad y relevancia posible. Una derrota para Bragg significarÃa muchÃsimos fondos públicos perdidos, la desacreditación de los otros casos pendientes contra Trump, y tener que rendir cuentas con los neoyorquinos a quienes el juicio a Trump les preocupa mucho menos que el crimen descontrolado en su ciudad.
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